(Minghui.org) Comencé a practicar Falun Dafa en 1997. Aunque mi camino de cultivación no ha sido fácil, los principios de Falun Dafa —«Verdad, Benevolencia y Tolerancia»— se arraigaron en mi corazón. Pase lo que pase, al final puedo medirlo según los requisitos de Dafa y poner a los demás en primer lugar.

Cuidando a mi suegra

Vivo en una zona rural. Mi esposo tiene dos hermanas y es el menor de su familia. Apenas unos meses después de empezar a practicar Falun Dafa, mi suegra sufrió un derrame cerebral y fue hospitalizada.

Mi cuñada mayor estaba ocupada con el ganado y no tenía tiempo para cuidar de mi suegra. La familia de mi cuñada menor tenía dificultades económicas y no podía permitirse hacer los gastos de transporte de una docena de yuanes para ir al hospital. En la década de 1990, incluso unas pocas docenas de yuanes eran difíciles de conseguir para quienes vivían en el campo, así que la responsabilidad de cuidar de mi suegra en el hospital recayó sobre mí. Como mis hijos eran pequeños, tuve que dejarlos con mi esposo y mi suegro. Con el tiempo, quise volver a casa para ver a mis hijos y le pedí a mi cuñada menor que se hiciera cargo de mi suegra. Mi esposo le dio 50 yuanes para los gastos de viaje y ella aceptó ayudarme durante unos días.

Mi suegra no podía caminar con firmeza. La cuidé como a una niña, ayudándola a caminar y a hacer ejercicio a diario, dándole masajes en las piernas y los brazos. Tras el tratamiento, se recuperó rápidamente. Sin embargo, seguía atragantándose al comer y escupía la comida por todas partes. No me importaba. Una paciente de la misma sala se daba cuenta de lo atenta que cuidaba a mi suegra y me preguntó si yo era su hija. Mi suegra respondió: «No, es mi nuera.»

Manteniendo la armonía en nuestra familia

En 2007, las tierras rurales comenzaron a cobrar valor. En mi pueblo también se supo de expropiaciones. En aquel entonces, la indemnización por expropiación era de 50.000 yuanes por mu (aproximadamente 0,165 acres). Mi suegra había recibido tierras en vida. Mi cuñada menor, que vivía en el mismo pueblo que nosotros, le comentó a mi vecino: «Aunque mi madre falleció, tiene tierras a su nombre. Mis padres poseían un total de 6,4 de tierra. ¡La indemnización por expropiación superaría los 300.000 yuanes! Si nosotras (las hermanas) recibimos 100.000 yuanes, a mi hermano aún le quedarían más de 200.000».

Cuando me enteré, me sentí incómoda. En nuestra tradición rural, es costumbre que el hijo herede los bienes y las deudas de sus padres. Pensé: «Si mi suegra dejara deudas, ¿las pagarías? Están pidiendo una indemnización por la tierra incluso antes de que comience la adquisición. Te he tratado bien y, durante varios años, tu familia arrendó la tierra para cultivarla y yo proporcioné la financiación inicial para la tierra arrendada. Solo me pagaste después de cosechar.» Empecé a sentir resentimiento e inquietud hacia mi cuñada. Olvidé que practicaba Falun Dafa y no mire hacia mi interior sobre ello.

Más tarde, oí a mi cuñada menor decirle lo mismo a mi sobrina. Pensé: «Ni siquiera han empezado con la adquisición del terreno y ya están hablando de repartir el dinero.» Me di cuenta de que aquello no estaba bien. Como cultivadora, entiendo que nada ocurre por casualidad. Me pregunté si estaría oyendo hablar de este reparto de dinero porque no podía dejar de lado mi interés por el beneficio personal. No podía permitir que el dinero destruyera nuestra relación, así que decidí dejarles el dinero si lo querían. Quizá les debía algo de una vida pasada, así que debía saldar esa deuda. Desde entonces, mi cuñada menor dejó de hablar de la adquisición del terreno y del reparto de dinero.

En el invierno de 2009, mi suegro enfermó gravemente y mis dos cuñadas vinieron a visitarlo. Les dije: «Tras el fallecimiento de papá, es importante que nos llevemos bien. No podemos permitir que pequeñeces dañen nuestros lazos familiares. Hemos decidido que, si nos expropian todas nuestras tierras, seguiremos el consejo de nuestra hermana menor y cada una recibirá 50 000 yuanes.» Mis dos cuñadas parecieron algo avergonzadas. Una de ellas dijo: «No nos importa no recibir nada. Si decides darnos algo, estaremos felices.»

En 2014, la mitad de nuestras tierras fueron expropiadas. Tras recibir la indemnización, mi esposo y yo retiramos 60.000 yuanes del banco. Luego, llevamos el dinero a casa de mis dos cuñadas, dándoles 30.000 yuanes a cada familia. La historia se difundió entre nuestros familiares y amigos, y los lugareños se asombraron de nuestra generosidad. Incluso comentaron que la practicante de Falun Dafa era realmente asombrosa por compartir el dinero de la expropiación de sus tierras con sus cuñadas.

Devolución de regalos

Mi hijo se casó en octubre de 2016. Muchos familiares y amigos asistieron a la boda y trajeron regalos. Después de la ceremonia, volvimos a casa para revisar los regalos y nos dimos cuenta de que varias familias con dificultades económicas también habían dado regalos. Si bien es costumbre llevar regalos a una boda, no era apropiado que lo hicieran dada su situación. Por lo tanto, decidí no aceptarlos. Mi esposo apoyó mi decisión y se ofreció a ayudar a devolverles los regalos.

El tío de mi esposo y su esposa tienen ambos más de sesenta años y no reciben pensión. El tío está postrado en cama todo el año, toma medicamentos constantemente y su familia no tienen buena situación económica. Le dije a mi esposo: «Me siento incómoda aceptando su dinero. Devolvámoslo.» Unos días después, mi esposo y yo devolvimos los 500 yuanes a su familia. Mi tía se sorprendió y preguntó por qué los habíamos devuelto. Le respondí: «Mi tío necesita dinero para sus medicamentos todo el tiempo, así que no podemos quedárnoslo.»

El hermano mayor de la esposa de mi hermano lleva años luchando contra un cáncer de garganta. Viven solos y no tienen ingresos. Les devolví los 200 yuanes que les habían regalado. La familia de mi segundo hermano también tiene dificultades económicas. Él sufre de fuertes dolores en las piernas, que le provocan deformidades, y necesita medicación constantemente. Por eso, también les devolví los 1000 yuanes que les habían regalado. Mi tercera hermana vino con sus tres sobrinas, que trajeron regalos. Pero no les acepté dinero porque todas vienen de zonas rurales y sus familias son muy pobres. Además, la siembra de primavera tendría que empezar pronto y sería bastante cara. Les devolví los 900 yuanes que les habían regalado y también les di 100 yuanes para los gastos de viaje.

Devolver el dinero de regalo causó revuelo entre familiares y amigos. La gente se asombró de nuestra decisión. Jamás habría hecho esto antes de empezar a practicar Falun Dafa.

Hoy en día, la gente está obsesionada con el dinero. Algunos no apoyan a sus padres, mientras que otros tratan a quienes los rodean como si fueran enemigos. Si esta tendencia continúa, ¿cuán peligrosa podría volverse nuestra sociedad? Solo Falun Dafa tiene el poder de cambiar los corazones y restaurar la moralidad. He aprendido a dejar de lado el deseo de obtener beneficios, a ser indiferente ante ellos y a tratar a los demás con bondad. Falun Dafa me transformó. Gracias a Shifu, pasé de ser una persona egoísta a alguien que se preocupa sinceramente por los demás.