(Minghui.org) Comencé a practicar Falun Dafa en 1997. En 2008, el Partido Comunista Chino (PCCh) me condenó ilegalmente a siete años de prisión por mi fe. Tras mi liberación, me esforcé por ponerme al día con la rectificación del Fa. Aquí, quiero compartir cómo validé Falun Dafa dentro de mi familia y como ayudé a Shifu a salvar a mis familiares.
Me rectifico
Después de ser liberada, visité a mis padres. Mi hermana me contó que mi suegro me había denunciado en mi empresa, la que posteriormente informó a la Oficina de Seguridad Pública, por lo que fui arrestada. Mientras estaba detenida ilegalmente, mi suegra, temiendo que mi situación afectara las posibilidades de que mi hijo ingresara al servicio militar, le pidió a mi esposo que se divorciara de mí delante de mi hermana. Esto me afectó profundamente.
Más tarde supe que, cuando llamé a una de las hermanas menores de mi esposo, para acordar un punto de encuentro para entregar mi ropa, ella se lo dijo a mi suegro y fui arrestada. Luego, me distancié de mi familia política, especialmente de mi cuñada, y les guardé un profundo resentimiento.
Tras regresar a casa, los practicantes compartieron conmigo todas las enseñanzas de Shifu y sus vídeos: «Exponiendo el Fa en Sidney». A través del estudio intensivo del Fa, me di cuenta de que había confundido hacer cosas con la verdadera cultivación espiritual, y por lo tanto, no había logrado cultivarme con solidez. No debería culpar a mi suegro ni a mi cuñada por mi encarcelamiento y la persecución que sufrí. Como muchos chinos, ellos fueron adoctrinados por la propaganda del PCCh, lo que les hizo perder la capacidad de discernir entre el bien y el mal.
Me recordé que debía preservar los principios del Fa (las enseñanzas), cultivarme a mí misma cuando surgieran conflictos, mirar hacia adentro y ser considerada con los demás en mis acciones. Una vez que comprendí esto, dejé de lado mi resentimiento hacia ellos.
Mi suegro fue miembro del PCCh durante mucho tiempo. Desconociendo la verdad, mis suegros creyeron la versión de la "autoinmolación en la Plaza de Tiananmen", un montaje orquestado por el PCCh.
Vivíamos separados. Tras mi regreso a casa, mi suegra empezó a invitarme a cenar. Me di cuenta de que querían que les cocinara. Al mismo tiempo, les preocupaba que otros practicantes me visitaran. Pensé que era una buena oportunidad para compensar mi falta de piedad filial durante los últimos años, cuando estuve detenida. Así que, cada vez que me llamaban, iba encantada. No solo les compraba la comida, sino que también cocinaba para que tuvieran una buena comida. Además, limpiaba después de cada comida.
Tratando con amabilidad a la familia de mi esposo
Como me negué a dejar de practicar, me despidieron del trabajo. Tras mi reincorporación, me degradaron a personal temporal. Le expliqué los hechos a una compañera de trabajo y le di un DVD de Shen Yun. Cuando mi suegro se enteró, nos llamó a mi esposo y a mí y nos dijo: «Ustedes le están contando esto a la gente otra vez y distribuyendo DVD. Si la policía se entera, los meterán en la cárcel».
«Papá, no hice nada malo», respondí con calma. Se sorprendió: «¿No?».
Le respondí: «El DVD es sobre un programa que muestra la cultura tradicional china. Solo por envidia, el exlíder del PCCh, Jiang Zemin, empezó esta persecución».
Me interrumpió y dijo: «No hables de eso. O te divorcias o escribes algo y prometes que dejarás de practicar Falun Dafa».
Como no lo entendió, le dije: «Papá, no te enfades. Hablaremos en otro momento».
Cuando regresé a casa, mi esposo tuvo una rabieta tremenda, maldiciendo y desahogando su ira antes de dar un portazo y marcharse. Aunque mi hijo también me criticaba, él comprendía la verdad, a pesar de la gran presión que sentía.
Unos días después, mi hermana me visitó. Me contó que mi suegro le había dicho que hablara conmigo. También me dijo que si seguía practicando, haría que mi marido se divorciara de mí. Sentí una gran opresión en el pecho.
Seguí haciendo la compra, cocinando y limpiando para mis suegros como siempre. Tiempo después, le escribí desde el corazón una carta de diez páginas a mi suegro. En ella, reconocí con sinceridad una discusión que habíamos tenido por cuatrocientos yuanes y le pedí perdón por cualquier falta de respeto que les hubiera mostrado a él y a mi suegra. También le explicaba cómo la práctica de Dafa había traído cambios positivos a mi hogar y a mi trabajo.
Un día, mi suegra me dijo que mi suegro había terminado de leer la carta. Mi cuñada menor me dijo: «Después de leer la carta, papá dijo: “Parece que tu cuñada es muy amable con nosotros”».
La salud de mi suegro era delicada y lo hospitalizaban varias veces al año. Lo animé a recitar una frase auspiciosa: «¡Falun Dafa es bueno! ¡Verdad, benevolencia y tolerancia es bueno!». Le dije que recitar estas palabras podría aliviar su dolor. Al verlo asentir, continué: «La frase “El PCCh colapsará”, inscrita en la “Piedra del Carácter Oculto”, https://es.minghui.org/html/articles/2021/8/25/120956.html es una señal de la voluntad del cielo. Por favor, considera renunciar al partido al que una vez te uniste. Los dioses miran el corazón de las personas».
Dijo: «Seguro que lo haré».
Les compré un reproductor de DVD a mis suegros para que pudieran ver videos como «La Piedra del Carácter Oculto» y los Nueve Comentarios sobre el Partido Comunista. Mi suegro los vio, pero debido a años de adoctrinamiento del PCCh, le costaba aceptar el contenido. Sin embargo, su actitud hacia mi cultivación cambió.
Mi hijo se casó y tuvo hijos, y yo ayudé a cuidar de su familia. Siete años después, regresé a casa. Menos de un mes después, mi suegra, que siempre había gozado de buena salud, sufrió repentinamente un derrame cerebral y falleció. Mi suegro quedó devastado. Después del funeral, reflexioné: un nuevo ambiente para cultivarme, estaba a punto de comenzar. Mi esposo sugirió que mi suegro se mudara con nosotros, lo que facilitaría su cuidado. Sin embargo, mi suegro se negó, e incluso, ninguna de mis dos cuñadas pudo convencerlo.
Le pregunté: “¿Por qué no quieres vivir con nosotros? ¿Tienes miedo de que no te respete? Practico Dafa y te cuidaré bien. Por favor, quédate con nosotros. Aquí hay espacio, es cómodo y nos ahorra el tener que ir y venir”. Finalmente aceptó.
Mi suegro tenía más de ochenta años, padecía Parkinson y era propenso a las caídas, por lo que no podía valerse por sí mismo. Tras el fallecimiento de su esposa, queríamos asegurarnos de que no se sintiera solo. Mi esposo, sus dos hermanas y yo acordamos que mi esposo trabajaría durante el día y pasaría las tardes con él. Como ninguna de las dos cuñadas trabajaba, la menor —que vivía cerca— venía todos los días después de que mi esposo se fuera a trabajar, mientras que la otra, que vivía más lejos, venía una vez por semana.
Nuestra rutina diaria cambió después de que mi suegro se mudara. Todos los días le preparaba el desayuno justo antes de las 7 de la mañana, con una variedad de platos, incluyendo bollos al vapor, bollos rellenos de pasta de frijol rojo y más.
Tratando con amabilidad a mis cuñadas
Los ahorros de mi suegro estaban a cargo de su hija menor. Un día, cuando estábamos solos, me dijo que había ahorrado varios cientos de miles de yuanes y quería compartir algo con nosotros. Le dije: «Puedes repartirlo como mejor te parezca. Tus dos hijas vienen todos los días a cuidarte, así que es justo que les des una parte».
Esa noche, mi suegro y yo hablamos sobre cuánto darle a cada una. Le sugerí: «Como tu hija menor viene más seguido, deberías considerar darle un poco más. La mayor solo viene una vez por semana, así que 5000 yuanes deberían ser suficientes».
Ese día, mi cuñada mayor vino a visitarnos. Cuando noté su expresión de disgusto al tomar el dinero, me di cuenta de mi error. Reflexioné sobre mis propios pensamientos: me molestaba que ella, que solo venía una vez por semana, compartiera el dinero por igual con nosotros, lo cual me parecía injusto. También le guardaba rencor porque creía que era responsable de mis siete años de prisión. Por despecho, sugerí darle solo 5000 yuanes como venganza.
Al reflexionar sobre mis acciones, me di cuenta que iban en contra de los principios de Verdad, Benevolencia y Tolerancia. Rápidamente le pedí a Shifu que me ayudara a profundizar mi comprensión y a fortalecer mi resolución para corregirme de acuerdo con el Fa. Desde entonces, incluso cuando mi suegro ocasionalmente intentaba darme más dinero, siempre insistía en que mi esposo lo dividiera equitativamente para evitar cualquier conflicto. Ahora, cada vez que mi suegro reparte dinero, todos están contentos.
Mi cuñada menor me decía a menudo: «Cuando charlaba con mis amigas, todas decían que sus cuñadas no eran buenas. No cocinan, les impiden visitar a sus padres y se llevan fatal con ellos. Yo les decía: “Mi cuñada nunca hace eso. Nos anima a visitarla. Y tampoco nos deja cocinar”».
La otra cuñada también me decía: «Cuñada, me alegra ir de visita para no tener que cocinar».
Yo le respondía: «Si no practicara Dafa, no sería tan amable. Probablemente sería incluso peor que las demás cuñadas». Ella asentía.
El ambiente cambia
Un día, poco después de llegar a casa, mi suegro me llamó a su habitación. Mis dos cuñadas ya estaban allí. Me preguntó: « ¿Has vuelto a salir a repartir folletos?».
Con calma le dije: “Papá, practico Dafa y sigo los principios de Verdad, Compasión y Tolerancia para ser una buena persona. No he hecho nada vergonzoso, así que ¿por qué no puedo ni siquiera salir de casa? Ahora tengo buena salud y cuido de mi familia. Llevo casi 30 años practicando y no tomo ninguna medicación. Si no practicara, ¿cómo podría tener la salud que tengo ahora? ¿Debería evitar contarle a la gente lo maravilloso que es Dafa?”. Mis cuñadas intentaron explicarle rápidamente a su padre y cambiaron de tema, mientras mi suegro permanecía en silencio.
Una noche, fui a casa de una practicante para estudiar el Fa. Al regresar a casa, la puerta estaba cerrada con llave y, por más que llamé, mi esposo no me abrió. A él no le importaba normalmente, solo me miraba feo cuando alguien hablaba mal de mí. Esa noche, fui a casa de un practicante sintiéndome intranquila. El practicante me recordó que debía mirar en mi interior y mejorarme. De repente, todo se aclaró.
Me di cuenta de que no había logrado cultivarme. Aunque mi familia intentaba ayudarme a mejorar, no les di las gracias; en cambio, me quejaba. Mi nivel de iluminación era muy bajo. Decidida a cambiar, me recompuse. A la mañana siguiente, le pedí prestados 20 yuanes a un compañero practicante, compré un manojo de ajos y me dirigí a casa para preparar el ajo agridulce que le gustaba a mi esposo.
Al llegar a casa, abrí la puerta con mi llave y entré. Mi suegro estaba sentado a la mesa, comiendo. Al verme, dijo apresuradamente: «Ni siquiera viniste a cocinar. ¿Dónde estabas anoche? No te oímos llamar. Tu esposo estaba borracho».
Mi esposo me vio lavando los platos y se fue a trabajar sin decir una palabra. Mi cuñada menor vino a verme. Sonrió y me preguntó dónde estaba. Me dijo que mi suegro la había llamado después de que me fuera y le había pedido que fuera a buscarme.
Después de este incidente, mi suegro nunca más me molestó, y paré de ocultarle lo que ocurría. De vez en cuando, cuando estábamos solos, le decía: «Papá, déjame leer el Fa un ratito; puedes escuchar».
Él aceptaba.
Cuando hacía buen tiempo, lo sacaba a pasear en su silla de ruedas. Los vecinos y mis compañeros de trabajo me decían: «Lo cuidas muy bien. Mira qué sonrosado está. Ninguna nuera saca a pasear a su suegro. Todos dicen que eres muy amable». Todos sabían que practicaba Dafa, aunque no lo decían en voz alta.
Yo decía: «Sus hijos son muy filiales y él es bendecido». Mi suegro tampoco podía dejar de sonreír.
Mis suegros tienen muchos parientes, sobre todo por parte de mi suegro. Después de que se mudó con nosotros, venían a visitarnos con frecuencia. Sin importar quién viniera, siempre los trataba con afecto y les daba regalos generosos. Mi suegro lo notó y en dos ocasiones intentó darme su tarjeta bancaria como gesto de gratitud, pero no la acepté. Era una trabajadora temporal jubilada con una pensión limitada y vestí la misma ropa durante años. Solo quería que supieran que Dafa es grandioso y que quienes lo practican son buenas personas. Quería que comprendieran la verdad y se salvaran.
Antes me esforzaba por portarme bien porque quería la aprobación de mi esposo; así que mi intención no era del todo pura. Con el tiempo, trabajé en rectificarme a través del Fa, acercándome a cada miembro de la familia con sinceridad y un corazón puro. Aunque mi esposo no decía nada, noté cambios positivos en él. Ahora, cuando vienen a verme personas que practican Dafa, las trata cordialmente. Mi suegro hace lo mismo. Antes, cuando los practicantes venían a buscarme, él los miraba fijamente y les hacía todo tipo de preguntas. Ahora simplemente los trata con amabilidad y no hace preguntas indiscretas.
Las familias de mis cuñadas renunciaron al PCCh y sus organizaciones afiliadas. La mayoría de los parientes de mis suegros también han conocido la verdad y han renunciado a las organizaciones del PCCh. Mi cuñada mayor me pidió que le consiguiera un ejemplar de Zhuan Falun. Cada vez que viene a visitarme, lee las nuevas conferencias de Shifu. A menudo le recuerda a su padre: «Papá, cuanto más escuches a mi cuñada y leas el Fa, mejor te irá».
Mi suegro también dijo: «Siento que las frases son buenas, así que simplemente las recito». Ya no cree en el PCCh.
Escribí esta parte de mi camino de cultivación para recordarme: Cultivar con diligencia como si acabara de empezar; no fallar en mi misión de ayudar a Shifu en la rectificación del Fa y en la salvación de los seres conscientes y recorrer la última etapa de mi camino de cultivación. ¡Gracias Shifu, por tu benevolente gracia salvadora!
Copyright © 1999-2025 Minghui.org. Todos los derechos reservados.
Categoría: Mejorándose uno mismo