(Minghui.org) Estoy agradecida con Shifu Li Hongzhi por su cuidado a lo largo de innumerables vidas y que me haya permitido obtener Dafa en esta existencia. Esto me ha despertado de la confusión del mundo mundano, permitiéndome comprender el verdadero propósito de la vida y emprender el camino de regreso a mi ser original. Vivir con sinceridad e integridad, en paz y con autodisciplina en este reino humano.

Dafa amplió mi mente y mi corazón

Perdí a mi padre cuando era joven y crecí en la pobreza, lo que forjó mi carácter recto y obstinado: competitivo, combativo e intolerante con la injusticia.

Después de graduarme de la escuela de enfermería a los diecinueve años, fui asignada a un hospital municipal. Trabajé con diligencia y seriedad, logrando notables éxitos a lo largo de los años, como ganar el primer lugar en concursos de oratoria y en la competencia de habilidades de enfermería del hospital.

Sin embargo, también presencié las duras realidades del mundo: mis compañeros de clase fueron transferidos a departamentos menos exigentes, cambiaron de carrera o continuaron sus estudios, mientras yo permanecía en un área ocupada y agotadora. En ese entonces, los hospitales operaban bajo un sistema colectivo en el que el salario era el mismo sin importar la carga de trabajo.

La experiencia más dolorosa fue participar en una competencia de habilidades de enfermería a nivel estatal en 1996. Los diez primeros debían avanzar automáticamente, pero otra persona y yo fuimos excluidas sin razón aparente. La excusa fue que nuestro hospital tenía demasiados clasificados y debían dar oportunidad a otros hospitales.

Honestamente, no sabía cómo adular, congraciarme o jugar al intercambio de favores, y me negaba a aprender. Me sentí resentida. Sabía perfectamente que en esta sociedad el trabajo duro por sí solo no lleva a ningún lado. Cada vez que algo salía mal, me llenaba de rencor y no veía esperanza en el futuro.

En el invierno de 1998, conocí Dafa. Comprendí el principio de “sin pérdida, no hay ganancia”, la importancia de transformar el karma y que la fama, la riqueza, el amor, el odio y todas las luchas del mundo al final no significan nada. Sentí que una puerta se abría en mi corazón. Me enfoqué en hacer bien lo que debía hacer, y dejé de preocuparme por la fama, la fortuna y los sentimientos.

En el año 2000, fui seleccionada como “Enfermera Destacada del Año” en el hospital, pero mi honor fue revocado y la medalla retirada porque practicaba Falun Dafa. Cuando eligieron al jefe de enfermeras, ni siquiera fui considerada para la selección inicial.

Muchos sintieron lástima por mí y decían: “Si no practicaras Falun Dafa, ya serías jefa de enfermeras. ¿Acaso eres menos capaz que ellas?” Yo solo sonreía y seguía trabajando como siempre. Algunos decían que me había desilusionado del mundo, pero sé que fue Dafa quien amplió mi mente y me hizo indiferente a las ganancias y pérdidas. ¡La fama y la fortuna no se comparan con la oportunidad de obtener Dafa en esta vida!

Mi reputación de honestidad

En un hospital, es común proporcionar jeringas, sueros o suministros cuando un amigo o familiar los necesita. Antes de la reforma del seguro médico, era normal tomar medicamentos para uno mismo del fondo público de los pacientes.

Después de estudiar el Fa, comprendí el principio de “sin pérdida no hay ganancia”, y dejé de hacerlo. A veces ocurrían errores en el trabajo; si un medicamento se dañaba, sin importar su costo, lo reponía con mi propio dinero. No permitiría que un paciente sufriera pérdidas.

En dos ocasiones, un paciente entregó a cada miembro del departamento una tarjeta de compras de 200 yuanes. ¿Qué debía hacer? Devolverlas parecía inapropiado, así que fui a la oficina de admisión y aboné el depósito hospitalario del paciente. Al entregar el recibo a la familia, les dije: “Practico Falun Dafa y no puedo aceptar este dinero, pero trataré al paciente como si fuera de mi familia”. La familia se conmovió profundamente y dijo: “Eres realmente una buena discípula de tu Shifu”.

Una vez, la pariente de un paciente de larga estancia conversaba en la oficina y luego dijo que le faltaban quinientos yuanes de su bolso. Todos estábamos perplejos, pero la jefa de enfermeras me dijo: “Ella sospecha de ti, porque eras la única en la habitación”. Fue una gran humillación.

La jefa respondió le respondió a la familia: “Pongo mi reputación en juego: ¡ella nunca te robaría! ¡Ni siquiera acepta dinero cuando se lo ofrecen! ¡Ni un paquete de hisopos se lleva del hospital! ¿Cómo te robaría?” Al principio sentí resentimiento por la falsa acusación, pero recordando las enseñanzas de Shifu, lo tomé como una oportunidad para elevar mi xinxing. Actué como si nada hubiera pasado y seguí tratándola con amabilidad.

Más adelante, el jefe del departamento vio a mi esposo comprar alcohol en la farmacia y le dijo: “¿Por qué no le pides a tu esposa que te traiga del hospital?” Él contestó: “No puedo contar con ella; ni siquiera lleva a casa un paquete de hisopos. ¿Cómo esperas que me traiga alcohol?” El jefe dijo: “La próxima vez pídemelo a mí”.

Posteriormente trabajé en logística. En el almacén había muchos artículos útiles, pero nunca tomé nada para mí. Entendía las enseñanzas del Fa sobre “sin pérdida no hay ganancia”: todo tiene un precio, si no en dinero, con virtud.

Durante el año, se vendieron cajas de embalaje por más de cien yuanes; entregué el dinero a la jefa. Ella no quería aceptarlo, pero le expliqué que pertenecía al departamento y no podía quedármelo.

Interactuando con relaciones familiares complejas

Mi familia era complicada. Mi madre fue la tercera esposa de mi padre, y tuvo a mi hermano y a mí. Cuando tenía ocho años, mi padre murió. Para mis medio hermanos, nuestra familia dejó de existir. Vivimos separados sin contacto ni ayuda económica.

Mi único hermano biológico nunca tuvo un trabajo estable. Tras divorciarse, vivía del pequeño subsidio de mi madre. Cuando demolieron nuestra casa, llevé a mi madre a vivir conmigo.

Mi excuñada, molesta por el tema de la vivienda, llegó a gritarle por teléfono. Pero cuando un familiar suyo enfermó, vino a pedirme ayuda, y la ayudé sin guardar rencor. Luego se sintió apenada y me dijo: “Si no fuera por tu hermano, me llevaría muy bien contigo y tu mamá”.

Asistí al matrimonio de mi sobrino en otra ciudad, le di regalos y lo felicité cuando tuvo un hijo. Cuando mi segundo hermano perdió dinero en su granja de peces, lo ayudé económicamente. Mis hermanos reconocieron que había hecho lo que ellos no pudieron.

Mi cuñada aún sentía remordimiento por no haber ayudado a mi esposo con un préstamo años atrás. Le dije: “Eso ya pasó; ahora estamos bien”. Les hablé sobre Falun Dafa y los ayudé a renunciar al Partido Comunista Chino.

A mi suegro, mi esposo y yo lo visitábamos cada semana, llevándole comida, ropa cálida, y lo cuidábamos en sus enfermedades. Mi esposo me elogió: “Cariño, cada vez que papá se enferma, eres tú quien corre y lo atiende. Cumples más tu deber filial que yo como hijo”.

Una vez, mi suegro cayó en el baño y se lesionó. Me quedé a su lado y le dije: “Papá, déjeme leerle el Fa; escucharlo aliviará su dolor”. Le leí Zhuan Falun. Escuchó todo el libro sin volver a quejarse. Mi tía también leyó conmigo y practicó los ejercicios.

En la primavera de 2023, mi suegro sufrió otro derrame cerebral. Debido a las restricciones por COVID, lo llevamos a casa y lo cuidé con esmero. Recuperó la conciencia y partió en paz diez días después. Mi esposo dijo: “Cariño, gracias por todo. Cumpliste su último deseo de morir en casa”.

Si no fuera por Falun Dafa y por las enseñanzas de Shifu de considerar a los demás primero, con mi carácter jamás habría llevado a casa a alguien al borde de la muerte. Dafa me transformó por completo.

Llevando la belleza de Dafa a los predestinados

Un día, una colega me pidió ayuda para colocar una sonda nasogástrica a una anciana postrada. Al principio la familia dudaba, pero lo hice correctamente y su actitud cambió. Quisieron pagarme, pero me negué. Comprendí que teníamos una conexión predestinada y les hablé de Falun Dafa.

Desde entonces confían en mí y me llaman cada vez que necesitan cambiar la sonda. Una vez, dos jóvenes familiares que estaban de visita en el Año Nuevo me llevaron en coche y les ayudé a renunciar al Partido.

Aunque esas visitas tomaban tiempo, el poder compartir la verdad y los valores de Verdad, Benevolencia y Tolerancia llenaba mi corazón de alegría.

He practicado Falun Dafa por más de veinte años, desde mis treinta hasta mis sesenta. Hoy gozo de buena salud, paz interior, felicidad, una familia armoniosa y estabilidad. No compito por fama ni beneficio, no me alteran las pérdidas o las críticas, y siempre miro hacia adentro ante los conflictos.

Haber encontrado Dafa en esta vida me permitió trascender mi antiguo yo, una persona común en busca de placeres mundanos, para convertirme en una practicante que encarna Verdad, Benevolencia y Tolerancia. Mi corazón rebosa de felicidad y gratitud hacia Shifu.