(Minghui.org) ¡Saludos, respetado Shifu! ¡Saludos, compañeros practicantes!

Al recordar mis 12 años de cultivación, sentí profundamente la compasión infinita y la esmerada salvación de nuestro venerado Shifu. Estos sentimientos son indescriptibles; lo único que puedo hacer es ser más diligente, seguir las enseñanzas de Shifu y hacer bien las tres cosas.

Primera parte: Mirando hacia dentro en mi trabajo

Mi trabajo es capacitar a quienes vienen a aprender a hacer pasteles. Sin embargo, los estudiantes provienen de diversos orígenes, y algunos tienen muy mal comportamiento y malos hábitos. Intenté usar reglas más estrictas para controlarlos o alzar la voz para regañarlos, pero no sirvió de nada.

En ese momento de confusión y frustración, recordé la enseñanza del Shifu:

“Sea lo que sea que experimenten durante la cultivación -sea bueno o malo- es bueno, ya que esto sólo ocurre porque ustedes se están cultivando” (Al Fahui de ChicagoEscrituras esenciales para mayor avance (III)).

De hecho, si simplemente se considerara todo como "mala suerte" o culpa ajena, no sería diferente de una persona común y habría perdido la oportunidad de mejorar en mi cultivación. Empecé a comprender que la situación caótica que experimentaba no era accidental. Así que me tranquilicé, dejé de culpar a los demás y, en cambio, comencé a mirar hacia dentro. Una vez que lo hice, encontré muchos apegos. Por ejemplo, el apego a la fama y la vanidad. Anhelaba que mi formación fuera exitosa. Aunque parte de eso provenía de ser responsable, también se mezclaba con el deseo de aprobación y elogios de los estudiantes. Quería que pensaran en mí como una Maestra "capaz" y "competente". Ese anhelo de aplausos era, en sí mismo, vanidad.

Luego, vi mi apego a guardar las apariencias y a mi orgullo. Cuando los estudiantes me desafiaban o se negaban a cooperar, me sentía humillada, como si mi autoridad hubiera sido socavada. Ese intenso sentimiento de ser "injustamente tratada" provenía de un orgullo sensible y rígido. Me apegaba a la dignidad de ser jefe, pero olvidaba la serenidad que debe mostrar un cultivador.

Entonces vi mi apego al miedo y al egoísmo. Me preocupaba que, si las cosas se salían de control, mis superiores cuestionarían mis capacidades, lo que podría afectar mi futuro. Esta preocupación por el beneficio personal me hacía vacilante y temerosa, impidiéndome actuar con verdadera rectitud.

Una vez que encontré la raíz de mis aflicciones, desprendí estos apegos humanos. Ya no buscaba el elogio ni la obediencia de mis alumnos; solo me preguntaba si había cumplido bien con mi deber de enseñarles y guiarlos. Al despojarme de mi vanidad, pude afrontar su desobediencia con mayor calma y paciencia. Al abandonar la actitud de superioridad de "jefe", comencé a comunicarme con ellos con sinceridad, de igual a igual. También dejé de preocuparme por lo que mis supervisores pensaran de mí, concentrándome solo en lo que debía hacer en ese momento.

Después de cambiar mi mentalidad, empezaron a suceder cosas asombrosas sin hacer mucho ruido. En las dos siguientes sesiones de capacitación, el ambiente en el aula se volvió más armonioso que nunca; las interacciones se volvieron positivas; incluso los estudiantes más "difíciles" se concentraron mejor que antes.

No fue porque usara habilidades de gestión astutas, sino porque había cambiado de actitud. Los estudiantes ya no sentían la ansiedad, el juicio y la hostilidad que solían emanar de mí, así que sus defensas se disolvieron naturalmente.

Me di cuenta de que todo y todos los que nos rodean, todas las reacciones y comportamientos, son reflejos de nuestro estado interior. Por ejemplo, el bajo rendimiento de los estudiantes era, de hecho, un reflejo de mis propios apegos. Cuando me cultivé para eliminar mis apegos, el entorno externo también cambió.

Al recordar esta experiencia, mi corazón se llena de una gratitud infinita: gratitud por la guía de Shifu, e incluso gratitud hacia aquellos estudiantes que, en forma de adversidad, me ayudaron a mejorar en la cultivación.

Segunda parte: Encontrar respuestas en el Fa en medio de los conflictos

Una mañana, abrí la puerta de la tienda como de costumbre. Pero en lugar de los saludos habituales, me encontré con un silencio repentino. Varios compañeros que habían estado charlando en un rincón se dispersaron de repente; aún se oían tenues susurros en el aire, y el hecho de que evitaran deliberadamente mi mirada creaba una imagen silenciosa, pero impactante. Incluso sin oír la conversación, sabía de qué estaban hablando: mi sueldo era más alto que el suyo y el jefe me trataba diferente.

Mi primera reacción fue una mezcla de resentimiento y enojo. Pensé en todas las horas extra y el duro trabajo que había invertido, en todas esas noches desvelándome para resolver un problema. ¿Por qué tenía que soportar estas acusaciones invisibles? Un fuerte impulso surgió en mi interior para explicar, defenderme e incluso confrontarlas. Pero la razón me decía que cualquier defensa externa podía fácilmente convertir el conflicto silencioso en una confrontación abierta.

Me pregunté: ¿Por qué me incomodaban los chismes de mis compañeros? A primera vista, parecía que me enojaba que me juzgaran injustamente. Pero al mirarlo más a fondo, descubrí que mi inquietud provenía en realidad del miedo: miedo a quedar aislada, miedo a que las buenas relaciones que tanto me había esforzado por construir se destruyeran. Interiorizando aún más, había una sutil "inseguridad" en el trabajo: ¿De verdad merecía este trato especial? ¿El reconocimiento del jefe era solo casual?

Decidí no centrarme más en cómo "corregir" las opiniones de mis compañeros, sino en rectificar mi propia mentalidad. Primero, revalué mi trabajo. Enumeré los proyectos que había liderado durante el último año, las sugerencias de mejora que había hecho y los comentarios positivos de los clientes. No era para compararme con los demás, sino para tener claro que mi salario se basaba en contribuciones reales, no en favoritismos. Esta comprensión me dio gradualmente paz interior y confianza.

En segundo lugar, intenté afrontar el conflicto con la humildad y la compasión de una cultivadora, en lugar de la actitud defensiva de una persona común. En el pasado, podría haber mostrado inconscientemente un sentido de superioridad. Ahora, aprendí a apreciar sinceramente las fortalezas únicas de cada colega; por ejemplo, la hermana Li tenía una capacidad de comunicación inigualable con los clientes, y Zhang era extremadamente eficiente en la ejecución. Cuando reconocí genuinamente sus fortalezas y expresé mi agradecimiento durante la cooperación, mi actitud se volvió humilde de forma natural.

Lo más importante es que dejé de verme como una víctima. Ya no me veía como alguien aislada. En el trabajo, tomé la iniciativa de compartir información y participar activamente en el trabajo en equipo, como si esos chismes nunca hubieran ocurrido. Ya no evitaba sus miradas por culpa. En cambio, podía interactuar con todos con calma y naturalidad.

Unas dos semanas después, durante la pausa del almuerzo, Zhang se sentó voluntariamente a mi lado y empezó a charlar sobre un proyecto reciente. Sonrió y dijo: «Contigo en el equipo, todo fue mucho más fluido». En ese momento, supe que el hielo había empezado a derretirse.

¿Se deshicieron por completo de su resentimiento por mi salario? No lo sé, ni me preocupa más. Porque para mí, ese episodio ya se había convertido en una valiosa oportunidad de cultivación. Comprendí que el mundo exterior es como un espejo que refleja nuestro estado interior. Cuando mi corazón está lleno de conflictos, el mundo exterior estará lleno de enfrentamientos; pero cuando mi corazón está en calma, el mundo exterior difícilmente puede causar verdaderas olas.

Tercera parte: Mejorando mi xinxing y aclarando la verdad

Una vez, mientras estudiaba el Fa, un incidente desagradable con un colega me perturbaba la mente constantemente. Ese incidente se repetía una y otra vez en mi cabeza, impidiéndome calmarme y concentrarme en el estudio del Fa.

Justo en ese momento, leí la sección Elevar el xinxing Shifu dijo:

“Dado que la cualidad innata de esta persona es comparativamente buena y su xinxing es muy alto, su gong también asciende muy rápidamente. Cuando alcanza la posición donde se encuentra su xinxing, su gong también ha crecido hasta aquí, y si quiere que crezca nuevamente, entonces los conflictos se vuelven prominentes y se le hace necesario continuar elevando su xinxing” (Cuarta LecciónZhuan Falun).

De repente, mi mente tembló. Las dos palabras «xinxing» (gong) parecieron destacarse en tres dimensiones, densas, oscuras y grandes, como si llenaran todo mi campo de visión. En ese instante, las palabras fueron tan inmensas que quedé completamente impactada. Mi cuerpo se estremeció involuntariamente y mi corazón se iluminó: ¡comprendí que era Shifu quien me iluminaba con compasión, pidiéndome que elevara mi xinxing!

En ese momento, comprendí: ¿Acaso este conflicto frente a mí no era precisamente una prueba? Un cultivador debe cultivarse de verdad, y eso significa encontrar sus propias deficiencias en medio de los conflictos. Dado que Shifu ya me había dado esa pista, ¿qué más había que no pudiera soltar? Al pensar en esto, mi corazón se aclaró. El resentimiento y la irritación que me agobiaban se disolvieron de repente. En su lugar surgió una sensación de tranquilidad, calma y gratitud. Ya no le guardaba resentimiento a ese colega y, en cambio, desarrollé una genuina buena voluntad hacia él. Dado que el conflicto parecía ayudarme a elevar mi xinxing, debía usar los pensamientos benevolentes de un practicante de Dafa para disolverlo.

Más tarde tomé la iniciativa de hablar con ese colega. Sabía que había oído hablar de mi práctica de Falun Dafa, así que aproveché la oportunidad para hablarle de Dafa. Le di materiales de aclaración de la verdad, ayudándole a entender qué es realmente Falun Dafa, e incluso le mostré las enseñanzas de Shifu. Después de leerlas, se sintió visiblemente conmovido. Mi sinceridad y bondad lo conmovieron poco a poco; no solo dejó de resistirse, sino que incluso empezó a decir a los demás que yo era "una persona realmente buena".

Aprovechando la oportunidad, lo convencí de que se retirara del PCCh y sus organizaciones afiliadas, y aceptó de inmediato. A medida que nuestra amistad se profundizaba, a principios de 2024, incluso me dijo por iniciativa propia: «Quiero aprender las cinco series de ejercicios». Me alegré mucho y le di el video instructivo. Empezó a aprender los movimientos y a leer con atención el ejemplar de Zhuan Falun que le di. Al verlo pasar de su resistencia y vacilación iniciales a una aceptación gradual y, finalmente, a la disposición a estudiar y practicar, sentí verdaderamente la infinita compasión de Dafa y entendí mejor los denodados esfuerzos de Shifu.

A través de este incidente, llegué a un entendimiento más profundo: todo lo que encontramos en la cultivación no es accidental. Los conflictos parecen ayudarnos a mejorar nuestro xinxing; todos son buenas oportunidades para cultivar. Si me hubiera aferrado a mi resentimiento o enojo personal, podría haberme perdido todo esto. Pero al mirar hacia dentro, dejar atrás el enojo y tratar a mi colega desde la perspectiva de un discípulo de Dafa, no solo mejoré mi xinxing, sino que también le ayudé a comprender la verdad. ¿No es esta precisamente la grandeza y la santidad de Dafa?

A lo largo de los años, siempre he seguido los principios de Verdad, Benevolencia y Tolerancia en mi vida diaria, trabajando con diligencia, tratando a los demás con bondad y cumpliendo con mi trabajo concienzudamente. Poco a poco, me gané el respeto de mis colegas y amigos. La gente a mi alrededor suele decir: «Tienes muy buena relación con todos; eres una persona realmente buena». Cada vez que escucho eso, sonrío y respondo: «Porque practico Falun Dafa; nuestro Shifu nos enseña a hacerlo». Al escuchar eso, suelen mostrar comprensión y admiración.

Cultivar Dafa es realmente un proceso de elevación del alma. No solo ha cambiado mi temperamento y mentalidad, sino que también me ha permitido mantener la bondad en medio de los conflictos y dejar atrás el resentimiento. Más importante aún, al salvar vidas, sentí la alegría de ver cómo se salvan. Cada acto de dejar ir es una elevación; cada acto de bondad es una manifestación de compasión.

Cuarta parte: Mi prueba ante la fama y las ganancias

En septiembre de 2023, gané el segundo lugar en la categoría Yum Cha en la competencia nacional de chefs celebrada en Sídney. En septiembre de este año, volví a subir al escenario en Sídney para participar en la competencia de certificación de chefs de la Asociación Mundial de Chefs. Esta vez, recibí la medalla más alta en la categoría Yum Cha. Poco después de que terminaran las dos competencias, varios hoteles y restaurantes me contactaron con ofertas de trabajo lucrativas. Pero no lo dudé ni un segundo: las rechacé todas cortésmente. Porque tenía muy claro que todo mi arduo trabajo a lo largo de los años no era para obtener fama ni riqueza. Comprendí profundamente que todo lo que había logrado, mis logros y honores, provenía completamente de Falun Dafa. Dafa me dio una segunda vida; también me dio sabiduría y capacidad. Las habilidades que he adquirido y los logros que obtuve deben dedicarse a Dafa.

A lo largo de los años, en mi trabajo, nunca me he peleado con mis compañeros por intereses personales. No escojo las tareas; llego temprano y me voy tarde, haciendo discretamente más de lo debido. Mucha gente no lo entiende, y algunos incluso se burlan de mí en mi cara, llamándome "tonta". Pero en el fondo de mi corazón lo tengo claro: lo que hago no busca el elogio de nadie, sino que forma parte de la cultivación de mi xinxing. Entiendo que cada conflicto que enfrenta un cultivador es una oportunidad para mejorar su corazón y su mente.

Al volver al trabajo con mi último premio, noté cambios sutiles en las expresiones de mis compañeros. Algunos me miraban con admiración, mientras que otros me miraban con envidia.

No era la primera vez que me encontraba en una situación así. La vez anterior, mis compañeros me envidiaron, opté por ver hacia adentro sobre mis propios apegos, y al final todo se resolvió en armonía.

Sin embargo, esta vez, la prueba fue aún más dura. El recién llegado jefe de cocina era un hombre de mal carácter. Gritar y regañar a los empleados se había convertido en su rutina diaria. Además, era extremadamente arrogante y no toleraba que nadie fuera mejor que él. No podía aceptar que yo hubiera recibido un premio, así que, como supervisora, me convertí en su principal blanco de críticas. Sobre todo, porque mi ausencia durante la competición provocó retrasos en algunas tareas, aprovechó la oportunidad para criticarme por todos los medios posibles. En un solo día, me regañaron más que a nadie.

Al principio, no logré mantener mi xinxing. Ante su actitud irrazonable, no pude evitar discutir con él varias veces, e incluso mencioné mis premios a propósito para provocarlo. En ese momento, no actué con la tolerancia de una practicante, ni recordé mirar hacia dentro en todo momento.

Cuando me tranquilicé, me di cuenta de que el problema no estaba en los demás, sino en mí. Así que comencé a mirar hacia dentro incondicionalmente. Tras mirar dentro de mi profundamente, descubrí que aún existían muchos apegos: el apego a salvar las apariencias, el egoísmo, la búsqueda de fama, la mentalidad de ostentación, la competitividad, la mentalidad de menospreciar a los demás, el deseo de reconocimiento... Estos apegos podían estar ocultos en la vida diaria, pero una vez que surgían los conflictos, todos se revelaban. En la cultivación, estos apegos pueden aparecer, pero lo importante es reconocerlos y eliminarlos.

Después de varios días, mi mente se fue calmando poco a poco. Cuando el jefe de cocina me regañaba, ya no me enojaba ni discutía. En cambio, lo escuchaba en silencio, considerándolo una oportunidad para mejorar. Poco a poco, incluso pude enfrentarlo con serenidad, sin dejar que mis emociones se avivaran.

Inesperadamente, este cambio en mí también lo influenció. Un día, casi al final del trabajo, me llamó. Tras un momento de silencio, me dijo: «Siento mucho haberte regañado tantas veces últimamente. Como dijiste, los practicantes de Falun Dafa siguen los principios de Verdad, Benevolencia y Tolerancia; ahora lo he comprobado. No volveré a tratarte así. Yo también necesito cambiar mi mal carácter».

Al escuchar eso, mi corazón se calmó. Sabía que no era por mi propia habilidad, sino por la manifestación del poder de Dafa. Cuando realmente dejo ir los apegos y afronto las cosas desde la perspectiva de una cultivadora, los conflictos se resuelven con naturalidad.

Esta experiencia me hizo comprender aún más profundamente que la cultivación se da en los detalles cotidianos de la vida: en los conflictos y las tribulaciones podemos elevarnos constantemente. Si uno solo cultiva en condiciones favorables, eso no es verdadera cultivación. Solo manteniendo el xinxing en medio de la adversidad se puede mostrar la verdadera conducta de un cultivador genuino.

Conclusión

Al recordar mi camino hacia la obtención del Fa y la cultivación, siento que persistir en el estudio del Fa ha sido la clave para mi mejora continua y perfeccionamiento. Solo profundizando mi entendimiento del Fa puedo identificar mis apegos y eliminarlos uno por uno. Gracias a esta base del estudio del Fa, siempre puedo mantener fuerte mi conciencia principal. De vez en cuando, reviso mi camino de cultivación, utilizo el Fa para rectificarme y hago una recapitulación para asegurarme de que me cultive como al principio y me convierta en una Dafa dizi cualificada y genuina.

Lo anterior es mi opinión y entendimiento. Si hay algo inapropiado, por favor, corríjanme con compasión.

¡Gracias, Shifu! ¡Gracias, compañeros practicantes!

(Presentación seleccionada presentada en la Conferencia del FA de Australia de 2025)