(Minghui.org) Antes de empezar a practicar Falun Dafa, padecía de bronquitis, artritis, nefritis, ooforitis, inflamación corneal, opresión en el pecho y dolores de cabeza. Durante años tomé medicamentos y me puse inyecciones.
Nuestra casa estaba al lado de la oficina del gobierno municipal, donde teníamos una pequeña tienda. En 1996, un funcionario municipal vino a comprar algo. Cuando vio que estaba muy enferma, me dijo: "¿Por qué no practica Falun Dafa?". Me dijo que el cáncer de su esposa había desaparecido después de que ella comenzó a practicar. Le pregunté: "¿Qué es Falun Dafa?". Me explicó que era una disciplina espiritual de autocultivación de mente y cuerpo. Más tarde me trajo una copia del libro Zhuan Falun y yo inmediatamente comencé a leerlo. Me quedé despierta toda la noche y terminé de leerlo. Las lágrimas corrían por mi rostro mientras pensaba: "Quiero practicar Falun Dafa y regresar a mi verdadero origen". En ese momento, todo el dolor de mis enfermedades desapareció.
Mi esposo tenía un fuerte deseo de fama y fortuna. Después de que comenzó la persecución a Falun Dafa en julio de 1999, hizo todo lo posible para impedirme estudiar el Fa y hacer los ejercicios. Si veía mis libros de Falun Dafa, los rompía; cuando otros practicantes venían a nuestra casa, los maldecía; si me veía haciendo los ejercicios, me golpeaba. Una mañana, mientras hacía los ejercicios en la terraza, me golpeó en la cara, luego me agarró del pelo y me estrelló la cabeza contra la pared y el suelo. Me sangraba la cabeza, me sangraban las piernas y se me rompieron las costillas. Pero por mucho que me golpeara, no sentía dolor, sabía que Shifu soportaba el sufrimiento por mí.
Desde entonces, el comportamiento de mi esposo solo empeoró. Tuvo aventuras con tres mujeres y salía a beber todas las noches. Cuando tenía conflictos con esas mujeres, venía a casa y me pegaba para descargar su ira. Mis vecinos tuvieron que rescatarme varias veces. Después, llamaba a mis tres hermanas y las insultaba. Al final, ellas bloquearon sus llamadas. Nadie se atrevía a venir a verme.
Una vez invitó a unos amigos a nuestra casa a beber. Cuando se marcharon, cerró la puerta y me pegó violentamente. Me golpeó con una pala de hierro y rompió el mango por la mitad. Luego me tiró botellas de cerveza vacías, una tetera y platos. Incluso empuñó un cuchillo. Me escondí en una pequeña habitación junto a la estufa y él acuchilló la puerta con el cuchillo. Tuve que llamar a mis vecinos para que me rescataran.
Mi esposo me pegaba y me echaba de casa al menos tres noches a la semana. Después de irme, cerraba las puertas con llave y mis hijos no se atrevían a abrirlas hasta que él se despejaba por la mañana. En las noches de tormenta, me escondía bajo los aleros de alguna casa; cuando nevaba, buscaba refugio donde podía. Pegaba materiales para aclarar la verdad dondequiera que iba: en postes telefónicos, paredes, tiendas y vehículos. Pintaba con spray frases como "Falun Dafa es bueno", "Verdad, Benevolencia y Tolerancia es bueno" y "Restaurar la inocencia de Shifu". Algunos mensajes permanecieron allí durante años.
A veces me mudaba y alquilaba un lugar. En la mañana y en la noche, salía y distribuía materiales. Los ponía en tiendas, en autos, en cestas de bicicletas o en las puertas de las casas. Después de que se publicaron los Nueve comentarios sobre el Partido Comunista, también los distribuí.
Cada vez que me golpeaba, escribía cartas para aclarar la verdad y las dejaba en su cama, junto con copias de los Nueve comentarios y otros folletos. Él sabía que Falun Dafa es bueno, pero temía los problemas y no aceptaba la verdad. Por la noche, cuando salía a distribuir materiales, a veces me perseguían matones. Cada vez, la compasiva protección de Shifu me mantenía a salvo.
Fui tres veces a Beijing para apelar por justicia para Dafa. Una vez fuimos cinco practicantes con cartas y folletos. Cuando llegamos a la oficina de apelaciones en Beijing, nos rodeó la policía. Cuando nos preguntaron de dónde éramos, nos quedamos en silencio, así que empezaron a golpearnos. Le dije a Shifu en mi mente: "Shifu, ni siquiera podemos entrar en la oficina. ¿Qué debemos hacer?". En ese momento, unas cuantas personas rompieron el cordón policial y nos preguntaron: "¿Para qué están aquí?". Respondí: "Somos peticionarios de Falun Dafa". Uno de ellos gritó a la policía: "¡Déjenlos entrar!". Entramos corriendo en la oficina de apelaciones y entregamos nuestros materiales y cartas. Tuvimos éxito gracias a la ayuda de Shifu.
Una noche, mientras pintaba un eslogan con spray, de repente oí: "¿Ya terminó?". Mi esposo estaba detrás de mí. Pensé para mí misma: "Si me golpea o me insulta, que así sea". Pero cuando llegamos a casa, no dijo nada y se fue a dormir. Eso también fue un arreglo compasivo de Shifu.
Como mi esposo se oponía tan firmemente, no me atrevía a llevar los materiales a casa. Los guardaba en mi dormitorio del trabajo y salía durante las pausas para comer o después del trabajo a distribuirlos. Cada vez antes de salir, enviaba un pensamiento recto: "Estoy salvando a los seres conscientes. Nadie puede verme. Shifu, por favor, ayúdame a entregarlos a aquellos con relaciones predestinadas, para que puedan ser salvados". Solía distribuir folletos en los campus universitarios y siempre llevaba la mayor cantidad que podía. Durante más de 20 años, nadie me obstaculizó.
Una vez estaba colocando un folleto en la cesta de una bicicleta cuando un guardia de seguridad me vio. Me preguntó: "¿Está repartiendo estos folletos?». Le respondí: "Sí. Son muy valiosos, pueden salvar vidas. No los destruya". Él dijo: "De acuerdo, los leeré. Váyase". Entonces me fui a repartirlos a otros lugares.
Yo trabajaba como jefa de saneamiento en un barrio. Una vez puse unos folletos en los buzones, pero un policía los vio y ordenó a los residentes que los devolvieran. También pidió al administrador de la comunidad que revisara las cámaras de vigilancia. El administrador me reconoció y me llamó. Le expliqué con calma la belleza de Dafa, su popularidad, sus beneficios para la salud y sus principios. Él dijo: "Ya explicó muchas cosas. Llévese estos folletos".
"No venga a trabajar durante unos días hasta que me ocupe de la policía". Al día siguiente, me dijo que el asunto estaba resuelto y que podía regresar. Llevó al policía a cenar y se aseguró de que no agravara la situación.
Estos tiempos extremadamente difíciles duraron unos diez años. A menudo sentía que la vida era un sufrimiento sin fin, y mi resentimiento hacia mi esposo llegó al límite. Aún no sabía cómo mirar hacia mi interior y cultivar mi xinxing. Pero Shifu utilizó la boca de mi esposo para darme una pista: "No importa lo que piense de mí, la protegí del daño". Cuando lo pensé, me di cuenta de que lo que decía era cierto. Los funcionarios locales, que acosaban a los practicantes, vinieron a mi casa. Les dije: "Por favor, váyanse, no dejen que mi esposo los vea". Mi esposo escuchó y salió a insultar a los funcionarios. También ordenó a su hermano que abofeteara a uno de ellos.
Esa noche, se emborrachó y entró furioso en la casa del secretario del municipio. Lo amenazó: "¿Cómo se atreven a intimidarnos a mí y a mi esposa? Usted también tiene esposa e hijos. Si vuelve a hacer eso, ¡Los arrastraré a todos conmigo!". El secretario del municipio llamó a la policía, pero cuando llegó el jefe de policía, reconoció a mi esposo y solo le dijo: "Sr. Liu, ¿qué hace aquí? Está borracho otra vez. Vaya a casa". A partir de entonces, nadie se atrevió a acosarme de nuevo.
Como estaban demoliendo su casa y la iban a reubicar, trajimos a mi anciana suegra a vivir con nosotros. Con el tiempo, enfermó gravemente y no podía levantarse de la cama. La alimenté, le cambié los pañales y la mantuve limpia durante seis años. Tenía más de 90 años cuando falleció tranquilamente.
Mi esposo quedó profundamente conmovido por esto. Les decía a los demás: "Mi esposa trató a mi mamá mejor que nadie, incluso mejor que su propia hija. ¡Lo que hizo fue extraordinario!".
Él cambió por completamente. Empezó a hacerse cargo de todas las tareas domésticas, me cocinaba comida blanda porque tenía los dientes mal y siempre preparaba las mejores comidas. Los días de viento o lluvia, insistía en llevarme en auto o mandaba a nuestro hijo a que me llevara.
Gracias a los arreglos de Shifu, la amargura entre nosotros se disipó. Nuestro hogar, que antes era frío y hostil, se convirtió en un lugar cálido y armonioso.
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