(Minghui.org) Uno de los aspectos más importantes de nuestras vidas es cómo nos comunicamos con los demás. Muchos problemas interpersonales que tenemos hoy en día ocurren porque no sabemos cómo comunicarnos de forma efectiva y compasiva. En lugar de escuchar y comprender las necesidades del otro, buscamos respuestas a nuestras propias preguntas. Esto impide una comunicación genuina y constructiva.
Recientemente presencié varias situaciones que me ayudaron a reflexionar sobre este tema, y me gustaría contarles dos de ellas.
Un día, durante un intercambio de experiencias con otros practicantes, una amiga mía (alias: Sara) habló de sus dificultades. Había estado atravesando muchos desafíos y hablaba con sentimientos encontrados: hablaba de su carrera, sus quejas personales y su soledad.
Pero otra practicante, Lili (alias), la interrumpía constantemente con preguntas inconexas. Lili quería saber cada detalle de la vida de Sara. En lugar de permitirle contar su historia, Lili la interrumpía repetidamente y obligaba a Sara a responder preguntas que quizá no hubiera querido responder. Quedó claro que Lili no intentaba comprender realmente lo que Sara estaba pasando, sino que buscaba información. Sara perdió el hilo, y lo que podría haber sido una conversación sincera se convirtió en un intercambio forzado. Pensé: «Esto está muy mal. ¿Por qué tanta curiosidad? ¿Acaso Lili no se da cuenta de que está incomodando a Sara y le impide hablar libremente?».
En otro caso, una practicante llamada Aylar (alias) me contó que visitó a una amiga que tenía dificultades. Al principio, pensó que estaba allí para ayudar, pero pronto se dio cuenta de que su verdadera motivación era la curiosidad. Se encontró más interesada en quién entraba y salía de la casa de su amiga y en lo que sucedía allí que en ofrecerle apoyo genuino.
Mirando hacia dentro y descubriendo mi propio apego a la curiosidad
Después de presenciar estas situaciones, me pregunté: «¿Por qué veo esto? No soy una persona curiosa, ¿verdad?».
Pero al reflexionar, me di cuenta de que tenía el mismo problema; simplemente se escondía bajo lo que yo creía que era "cariño".
Cuando mi hija me contaba una historia sobre sus amigas, la interrumpía constantemente con preguntas. Apenas había pronunciado unas pocas frases cuando empecé: "¿Cómo se llamaba tu amiga? ¿Por qué dijo eso? ¿Quiénes son sus familiares? ¿Cuántos eran? ¿Adónde fuiste después?", etc.
Pensé que estaba siendo protectora y cariñosa, pero en realidad, estaba siendo entrometida. Mi hija se sintió incómoda, hizo una pausa y luego dijo con dificultad: "Mamá, ya soy adulta. Estoy casada y soy responsable de una familia. Ni siquiera mi esposo me hace tantas preguntas".
Intenté excusarme diciendo: "Solo estoy preocupada como tu madre". Pero en el fondo, me di cuenta de que en realidad era mi apego oculto, mi curiosidad, lo que me impulsaba.
La curiosidad y su impacto en la comunicación
La curiosidad innecesaria puede ser un serio obstáculo en las relaciones humanas. En lugar de darle al orador la libertad de compartir lo que quiera decir, lo sobrecargamos con presión psicológica y lo incomodamos.
La mejor manera es simplemente escuchar con el corazón abierto, sin juzgar ni hacer preguntas inquisitivas. Cuando escuchamos activamente, respetamos los sentimientos del orador. Mediante el contacto visual, la atención y la presencia, le hacemos saber que lo valoramos y lo comprendemos. Esto no solo fortalece la confianza, sino que también profundiza las relaciones.
Cambiando mi mentalidad
Shifu dijo:
“El xiulian genuino requiere cultivarse hacia dentro del corazón, cultivarse hacia el interior, buscar hacia el interior; no hay búsqueda externa” (Novena Lección , Zhuan Falun).
Estas palabras me impactaron profundamente. Me di cuenta de que el comportamiento de los demás reflejaba el mío. Los juzgaba, pero ignoraba mis propias deficiencias. Una vez que reconocí este apego, decidí cambiar mi mentalidad.
Me dije: “Cuando mi hija hable, le dejaré decir lo que quiera. No necesito saberlo todo. Lo que ella crea correcto compartir, eso es suficiente. Mi función es simplemente escuchar, sin preguntas innecesarias.” El resultado fue extraordinario. Hace poco, mi hija compartió sus sentimientos conmigo y yo simplemente la escuché. Al final, me dijo: “Mamá, hoy te portaste muy bien. Pude terminar lo que quería decir sin sentirme presionada. Has cambiado de verdad”.
En ese momento, vi claramente que dejar ir la curiosidad no solo me beneficia a mí, sino también a quienes me rodean. Mi hija ahora se siente más cómoda hablando conmigo y nuestra relación se ha vuelto más cálida y cercana.
Elevándome al dejar ir
Shifu dijo:
“Al dejar los apegos, tu nivel también se eleva” (Novena Lección, Zhuan Falun).
Las palabras de Shifu son como una lámpara brillante que me guía hacia adelante. Me recuerdan que la cultivación se trata de examinar constantemente mi corazón, dejar ir los apegos y vivir verdaderamente con Verdad-Benevolencia-Tolerancia.
Estoy infinitamente agradecida a nuestro compasivo y preciado Shifu por mostrarnos este camino claro.
Los artículos en los que los cultivadores comparten sus entendimientos generalmente reflejan la percepción de un individuo en un momento determinado en función de su estado de cultivación, y se ofrecen con el espíritu de permitir la elevación mutua.
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Categoría: Cultivación