(Minghui.org) ¡Saludos, Shifu! ¡Saludos, compañeros practicantes!
Empecé a practicar en 1998, cuando tenía 35 años. Durante los últimos 20 años de cultivación, he afrontado muchos desafíos. Con el cuidado compasivo de Shifu y su apoyo, y mi firme creencia en Shifu y en el Fa, he superado una dificultad tras otra. Me gustaría contar mis experiencias de cultivación.
Empecé a practicar Falun Dafa porque sufría de un tipo de anemia que no tenía tratamiento: estaba débil y me desmayaba frecuentemente. Mi médico me sugirió que me aplicara inyecciones de hierro, pero yo prefería los remedios naturales. Un día leí un libro que decía que la práctica del qigong podía curar las enfermedades, así que decidí intentar.
En febrero de 1998, vi una pancarta cerca de mi casa: «Clases gratuitas de Falun Dafa». La primera noche del seminario de nueve días, me sentí abrumada por la emoción al escuchar las enseñanzas de Shifu. Pensé: «¿No es esto lo que he estado buscando?». ¡Encontré las respuestas al sentido de la vida!
Desde que tenía 25 años, a menudo me preguntaba cuál era el propósito de la vida al ver a la gente sufriendo. ¡Finalmente tuve la suerte de cultivarme! ¡Shifu me dio una nueva vida!
Cuando leí por primera vez Zhuan Falun, el libro principal de Falun Dafa, sentí una energía poderosa. Las palabras en las páginas se hacían más grandes y claras, ¡y sentí que Zhuan Falun era un libro celestial! Ya no necesité gafas para leer. Con frecuencia veía pequeños y redondos Falun girando por el rabillo de mis ojos.
Los practicantes establecieron un lugar para hacer los ejercicios cerca de mi casa. Todas las mañanas hacíamos los ejercicios juntos y por las noches estudiábamos el Fa en casa de un practicante. A través del estudio grupal, mejoré rápidamente y me di cuenta que se trataba de cultivación genuina.
En agosto de 1998, tuve la inolvidable experiencia de ver a Shifu y escucharlo enseñar en persona. La misericordia de Shifu llenaba toda la sala de conferencias. La sensación era magnífica e indescriptible. Esto fortaleció mi confianza y profundizó mi compromiso con la cultivación.
Entendiendo la seriedad de la cultivación
A través del estudio del Fa, me di cuenta de que la cultivación en Dafa es seria, y necesito hacer las tres cosas bien cada día.
En los primeros años de mi práctica, continuaba trabajando y estaba bastante ocupada. Una mañana, me desperté y vi que apenas eran las cuatro. Quise dormir un poco más, pero me di cuenta de que la puerta, que había cerrado la noche anterior, ¡estaba abierta! De repente, comprendí que Shifu quería que me levantara a hacer los ejercicios. Durante los días siguientes ocurrió lo mismo: la puerta se abría a las cuatro de la mañana.
Una vez, mientras caminaba y tenía pensamientos negativos sobre una compañera practicante, tropecé de repente y me caí. Esto sucedió varias veces cuando tenía malos pensamientos; comprendí que era un recordatorio de que debía mantener pensamientos rectos en todo momento.
Salvando a los predestinados
Después de que comenzó la persecución el 20 de julio de 1999, empecé a hablar a las personas sobre Falun Dafa y a aclarar la verdad sobre la persecución. Hablé con residentes locales de diversos orígenes étnicos y con turistas de todo el mundo.
Conocí a una anciana de Australia que se veía muy interesada cuando le expliqué la verdad sobre la persecución. Tomó algunos materiales de información, se sentó en una banca cercana y observó cómo hacíamos los ejercicios. También hablé con una joven de Nueva York que estaba muy interesada en practicar Falun Dafa. Le hablé de la persecución y le dije que había muchos practicantes en Nueva York y que podía contactarlos y aprender más sobre Falun Dafa.
Cada vez que alguien de la zona expresaba su interés por aprender los ejercicios, le pedía su información de contacto para avisarle de las próximas clases de nueve días. Un día conocí a una joven china que hacía ejercicio en el parque. Me dijo que era la primera vez que escuchaba hablar sobre Falun Dafa. Me escuchó atentamente mientras le explicaba de qué se trataba Falun Dafa.
Poco después de que comenzó la persecución, tuve algunas experiencias extraordinarias que profundizaron mi entendimiento de que todos los seres están esperando la salvación y yo debo ayudarlos. Un día vi a un monje, saqué rápidamente de mi bolsa una tarjeta de aclaración de la verdad y se la di. La aceptó. Más tarde, en un autobús, noté a una monja y le ofrecí una tarjeta, que ella aceptó con gusto. Cuando bajé del autobús, vi a un monje anciano. Le ofrecí un ejemplar del libro Zhuan Falun y lo aceptó.
Mientras esperaba el autobús en una zona desolada, vi a un grupo de siete u ocho monjes con túnicas amarillas que caminaban hacia mí. Saqué rápidamente unas cuantas tarjetas de aclaración de la verdad y se las di a cada uno. Las aceptaron de buen ánimo.
Eliminando mis apegos
En junio de 2019, algunas personas me sugirieron que asistiera a un curso patrocinado por el gobierno: un programa de 16 días y recibiría mil dólares cuando lo terminara.
Asistí los tres primeros días. En la mañana del cuarto día, no podía levantarme de la cama. Me dolían mucho los muslos. No podía darme la vuelta y cualquier movimiento me causaba un dolor insoportable, que casi me hacía llorar. Estaba asustada y me pregunté si estaba paralizada.
Me tranquilicé, pedí ayuda a Shifu y envié pensamientos rectos. Media hora después, aún no podía levantarme y el dolor en las piernas era insoportable.
Allí acostada, me recordé: «Soy una discípula de Dafa. Solo escucho a Shifu. No reconozco ni acepto nada más. Seguiré el camino establecido por Shifu. Él tiene el control. Las viejas fuerzas no tienen derecho a perseguirme, y no acepto sus arreglos». Estaba decidida a ir al lugar de práctica para hacer los ejercicios, así que me agarré de la barandilla que había junto a mi cama. Soportando el dolor, logré poner los pies en el suelo. Una vez que me estabilicé, cojeé lentamente hasta el lugar de práctica de los ejercicios para hacerlos con los demás practicantes.
Lo mismo ocurrió los días siguientes. Me costaba darme la vuelta o levantarme. Esto continuó durante algún tiempo y sentí como si hubiera perdido el control de mi cuerpo. Me di cuenta que se trataba de una prueba para ayudarme a mejorar, eliminar el yeli (karma) y pagar las deudas, ¡era algo bueno! Todos los días hacía los ejercicios, estudiaba el Fa, enviaba pensamientos rectos y miraba hacia mi interior, diciéndome que podía superar esta prueba.
Rápidamente llegó el momento de realizar el evento del 20 de julio para denunciar la persecución, así que compré un pasaje a Hong Kong para participar en el desfile. Estaba decidida a ir.
El día del desfile no podía levantarme sola, así que pedí ayuda a una compañera practicante. Me asignaron llevar una pequeña bandera que decía: «El Cielo destruirá al PCCh», que era exactamente lo que yo quería. Me preocupaba el dolor de piernas y si podría hacer el recorrido de tres horas. Mientras caminaba, no dejaba de enviar pensamientos rectos.
Shifu dijo:
“Difícil de soportar, se puede soportar; difícil de hacer, se puede hacer” (Novena lección, Zhuan Falun).
Seguí mirando en mi interior y me di cuenta que mi motivo para asistir al curso había sido la codicia: quería los 1000 dólares. Como cultivadora, comprendí que no debía apegarme al dinero. Después de ver mi apego, me disculpé sinceramente con Shifu. Mis piernas se curaron y volví a caminar sin dolor. Estoy profundamente agradecida por la compasión de Shifu.
Abandonando el sentimentalismo
En agosto de 2022, durante la pandemia, recibí una llamada de la residencia de ancianos para informarme que el nivel de azúcar en sangre de mi madre estaba peligrosamente alto y la habían llevado de urgencia al hospital. Yo soy la hija mayor, y mi madre, que tenía 82 años, y yo compartíamos un profundo vínculo. El médico nos dijo que debía ingresarla a observación y que solo le quedaban tres meses de vida. Yo no lo podía creer.
Trasladaron a mi madre a cuidados paliativos, y me preocupaba constantemente por lo que le gustaría comer, por si podía comer y cómo se sentía cada día.
Mientras estaba hospitalizada, parecía estar de buen humor, pero su dolor en el pie era insoportable y necesitaba analgésicos. Tenía fiebre y no podía comer. Mi mente estaba preocupada por su situación, y me resultó difícil tranquilizarme para estudiar el Fa, hacer los ejercicios o hacer las tres cosas. Durante la pandemia, solo permitían dos visitas a la vez, así que me pasé los días esperando en el hospital.
En noviembre, cuando empeoró la pandemia, empecé a sentirme mal y di positivo en Covid. Me di cuenta de que era un llamado de atención de Shifu. Reconocí mis errores y eliminé mi sentimentalismo.
En enero de 2023, antes de que falleciera mi madre, le leí Zhuan Falun, y confié en que ella tendría un buen futuro.
Después de la muerte de mi madre y de tres años de cierres por la pandemia, sentí que había aflojado en mi cultivación. Iba al lugar de práctica todos los días, pero no estaba tan animada en hacer las tres cosas, especialmente en aclararle la verdad a la gente.
A finales de noviembre de 2024, necesitaba utilizar mi computador para redactar un documento, pero de repente se bloqueó. Un técnico me informó que no tenía arreglo. Me tranquilicé, envié pensamientos rectos y miré hacia dentro. Descubrí mi apego y que había descuidado mi cultivación. Le dije al computador: «Todavía tienes una misión que cumplir: ayudar a Shifu en la Rectificación del Fa y salvar a los seres conscientes. Tendrás un buen futuro. Despierta». Poco después, ¡el computador pareció volver a la vida y empezó a funcionar de nuevo!
Conclusión
A medida que la cultivación de la rectificación del Fa se acerca a sus etapas finales, siento profundamente el peso de mi responsabilidad como practicante de Falun Dafa.
Shifu dijo:
“Asegúrense de no relajarse. No deben aflojar y no deben volverse apáticos” (Exponiendo el Fa en la ciudad de Los Ángeles).
¡Debo aprovechar la oportunidad de salvar a la gente y ser digna de la compasión de Shifu! Mejoremos juntos diligentemente y regresemos a nuestros verdaderos hogares con Shifu.
Las anteriores son mis experiencias basadas en mi limitada experiencia de cultivación. Por favor, corríjanme si hay algo que mejorar.
Gracias, Shifu. ¡Gracias, compañeros practicantes!
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