(Minghui.org) Vivo en un pequeño pueblo en la montaña. En la zona vive poca gente, y la mayoría conoce Falun Dafa. Saben qué residentes practican Falun Dafa y dónde nos reunimos para leer las enseñanzas. Casi todos los hogares tienen un calendario Minghui y materiales de Dafa que los practicantes les regalaron.

El verano pasado me llevaron a un mercado agrícola en un triciclo taxi eléctrico. Le pregunté al conductor, Ming, si había oído hablar de renunciar las organizaciones del Partido Comunista Chino (PCCh).

Me contestó: "Sí, hay muchos practicantes en esta zona y me lo contaron. No pasé mucho tiempo en la escuela, así que no me afilié a ninguna organización del PCCh".

Explicó que por su propia experiencia y la de otras personas sabía que el PCCh era terrible y que Falun Dafa era bueno. Mientras íbamos por una carretera principal, Ming saludaba a todos los conductores que se acercaban diciendo: "¡Falun Dafa es genial!". Lo hizo durante todo el camino hasta el mercado.

"Sabes, pronunciar esta frase me hace sentir muy bien", dijo. "No creo que nadie más se atreva a hacerlo [por la persecución]. Pero yo no soy practicante, así que las autoridades no pueden hacerme nada".

Ming se enteró de que era practicante. Como trabajaba en turno de noche cada dos días, me llevaba en coche siempre que me veía. "No hace falta que me pagues", decía a menudo. "Somos amigos".

Pero yo insistía en pagarle: "No puedo aprovecharme de ti".

Me saludaba cuando me veía caminar. Si ya tenía un cliente, me recogía a la vuelta y me llevaba al trabajo. Siempre le pagaba la tarifa normal. Me alegraba por él por lo que decía en apoyo de Dafa.