(Minghui.org) Después de que mi madre se lesionara la espalda, no podía levantarse de la cama. Tengo cuatro hermanas y un hermano menores. Mi segunda hermana y yo nos mudamos con nuestra madre para cuidarla. Nuestros otros hermanos venían a verla cuando tenían tiempo.
He tenido misofobia (un miedo extremo a la suciedad y los gérmenes) desde que era joven, así que le pedí a Shifu que me ayudara a deshacerme de este miedo. Como mi madre desarrolló incontinencia, tuve que limpiar sus heces y orina. Nunca antes había limpiado excrementos humanos, ni siquiera de mis hijos, así que me sentía mal y tenía ganas de vomitar cada vez que veía la orina y las heces. Me dije que, como discípula de Dafa, debía dejar de lado mis nociones humanas sobre la higiene en el mundo humano.
Utilizaba papel higiénico para limpiar las heces de mi madre y luego la limpiaba. No olía nada y tampoco me sentía sucia. No podría haber hecho esto antes de empezar a cultivar Falun Dafa. Estoy agradecida a Shifu por haberme quitado el miedo intenso a la suciedad.
No caer en la tentación
Cuidaba muy bien de mi madre y hacía todo lo posible por mantenerla limpia todos los días. Al no poder moverse, a menudo mostraba momentos de frustración, pero dijera lo que dijera, no discutía con ella. En lugar de eso, le contaba cuentos tradicionales y le hacía compañía para que se sintiera mejor. Mi madre y mi segunda hermana estaban muy conmovidas y decían que yo era amable y paciente.
Un día, mi tercera hermana llamó por teléfono y, durante la llamada, mi madre no paraba de elogiar a mi segunda hermana por limpiarla y cuidarla bien, aunque era yo quien limpiaba sus heces y orina todos los días. Al oír su conversación, al principio me sentí incómoda, pero enseguida recordé que, siendo discípula de Dafa, no debía caer en la tentación de sentirme poco apreciada. Shifu debió de haber dispuesto esta oportunidad para que me quitara el apego a querer ser elogiada.
Inmediatamente después de aquella prueba, vino otra. Un día, mi segunda hermana dijo: "Nuestra hermana menor trajo seis pollos de nuestro pueblo natal, y los hemos repartido entre dos familias, pero no entre la tuya". Aunque no dije nada, me sentí un poco disgustada. Acababa de agasajar a las familias de mi cuarta y mi segunda hermana con una buena cena y, sin embargo, ni siquiera se habían ofrecido a darme un pollo. Sin embargo, enseguida me di cuenta de que era una buena oportunidad para purgar mi egoísmo y que, en cambio, debía alegrarme.
Dos días después, mi segunda hermana me dijo que la tercera me había enviado por paquete postal dos edredones grandes, pero que ahora querían convertir los dos grandes en tres edredones más pequeños para que nuestra segunda hermana, nuestro hermano pequeño y nuestra madre tuvieran uno cada uno. Esta vez, mi mente no se inmutó en absoluto. Cuando pude quitarme el apego a la pérdida y a la ganancia, mi segunda hermana hizo una manta preciosa especialmente para mí.
Contar los hechos a los familiares
Mi madre había seguido una religión durante más de 20 años, pero se oponía a que yo practicara Falun Dafa. Mi segunda hermana también había hecho algunos comentarios negativos sobre Dafa antes, y no quería escuchar los hechos sobre Dafa. Le rogué a Shifu que me ayudara a salvarlas.
Tanto mi madre como mi segunda hermana tenían mal carácter. Discutían todos los días. Un día, volvieron a discutir y mi segunda hermana gritó: "Ya no quiero seguir tu religión. Has sido creyente durante más de 20 años y no has cambiado nada. Aprenderé Falun Gong de mi hermana. Mira cuánto ha cambiado, y nunca se pelea con la gente como tú". Al oír esto, mi madre se puso furiosa.
Le dije a mi madre: "Mi hermana es adulta y debería ser capaz de distinguir entre lo bueno y lo malo. Déjala que decida lo que quiere creer. No la obligues a seguir tu religión. Admito que el ser divino en el que crees es bueno". Mi madre replicó: "Discuto con la gente porque están equivocados". Le dije: "Aunque se equivoquen, no tienen fe. Tú eres una persona de fe; ¿por qué no miras en tu interior para encontrar tus defectos? Shifu nos dice que cuando encontramos problemas, primero debemos mirar dentro de nosotros incondicionalmente porque tenemos fe".
Recité uno de los poemas de Shifu:
“Quién tiene razón, quién no
Cultivador practicante
Busca tú mismo los errores
Elimina todo tipo de corazones humanos
No te quedes atrás en grandes pruebas, pequeñas pruebas, no pienses en caer
El que tiene la razón es él
El que está equivocado soy yo
¿Por qué contienden?”
("Quién tiene razón, quién no", Hong Yin III).
Continué: "Nosotros, los discípulos de Dafa, cultivamos nuestras mentes. Seguimos los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia en todo momento, tanto si otros nos observan como si no".
Le conté que un día mi marido y yo caminábamos por un tramo de carretera que estaba muy embarrado, así que ambos utilizamos papel para limpiarnos los zapatos. Como el camino estaba tan sucio, yo tiré el papel sucio al suelo después de limpiarme los zapatos, pero mi marido se llevó su papel sucio a una papelera que había lejos. Inmediatamente me di cuenta de que mi marido, que no era practicante, se comportó mejor que yo en ese momento. Cultivamos nuestro corazón. Los seres divinos pueden ver todo lo que hacemos incluso cuando no hay nadie presente.
Mi madre rara vez me escuchaba en el pasado, pero esta vez me pidió que le contara más cosas. Al final, me dijo: "Soy creyente desde hace más de 20 años, y nadie me ha contado estas cosas excepto tú". Yo sabía que una vez que su corazón fuera tocado, ella cambiaría para mejor.
Antes, mi hermana discutía a menudo con su marido e incluso le reñía por cosas triviales. Le dije que maldecir es inmoral. Si quería evitar pelearse con su marido, primero debía cambiar ella y ser una buena persona. Me preguntó cuándo la consideraría mejor. Le respondí: "Cuando puedas considerar a tu suegra como tu madre, entonces serás considerada mejor persona".
Tanto mi madre como mi segunda hermana han cambiado ahora, y rara vez se pelean. Mi hermana recita todos los días "Falun Dafa es bueno, Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno".
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Categoría: Mejorándose uno mismo