(Minghui.org) Comencé a practicar Falun Dafa cuando terminé la escuela primaria. Durante todos estos años, los practicantes veteranos me ayudaron y alentaron, pero me dejé llevar por la fama de la gente común, el interés propio y el sentimentalismo, y no pude salir de esa situación.
La pandemia de COVID en 2019 me despertó. Sentí profundamente que la rectificación del Fa estaba a punto de terminar. Me pregunté: ¿realmente iba a perder esta oportunidad que es difícil de conseguir? Me recuperé y aproveché mi licencia de maternidad de seis meses, después de dar a luz a mi segundo hijo para estudiar Zhuan Falun y hacer los ejercicios con la mente tranquila. Me esforcé mucho por ser diligente. Si me distraía mientras leía el Fa, volvía a leer esa sección.
Sentí verdaderamente que había puesto todo mi corazón en el estudio del Fa. Shifu me ayudó y me iluminé respecto de muchos principios. Suspiré y me pregunté: ¿Por qué no había visto antes estos principios del Fa? Estaba inmersa en el Fa y era verdaderamente feliz. Tan pronto como abrí el libro y comencé a leer, me sentí como el ser más afortunado del mundo.
Sin embargo, me encontré con interferencias. Mi suegra, preocupada porque la práctica de Falun Dafa pudiera afectar el futuro de mis hijos, comenzó a oponerse a mi cultivación, y se opuso, aún más, a que yo guiara a mis hijos a estudiar el Fa.
Aunque en ese momento vivíamos con mis suegros, decidí mudarme a mi propia casa con mis hijos. Sin embargo, mi suegra lloró y le dijo a mi suegro y a toda su familia que me presionaran. Mi marido, que nunca se había peleado conmigo en nuestros diez años de matrimonio, actuó como una persona diferente. Me trató con frialdad y habló de divorcio.
A mi hijo mayor le diagnosticaron TDAH y no podía relajarse ni un minuto a menos que mirara televisión. Cuando di a luz a mi segundo hijo, miraba televisión o jugaba videojuegos durante horas, lo que le hacía parpadear y se le llenaban los ojos de lágrimas involuntariamente.
Después de que nos mudamos a nuestra casa, quité todos los aparatos electrónicos y dejé que mi hijo estudiara el Fa, hiciera los ejercicios de Falun Dafa, jugara al ajedrez y leyera libros sobre cultura tradicional. Seguí trabajando, haciendo las tareas domésticas, cocinando y cuidando a mi hija pequeña. Cuando me sentía abrumada, me sentaba en el baño y lloraba, luego me levantaba y continuaba trabajando.
Mi marido no me ayudó en absoluto. Una noche, bebió hasta pasada la medianoche mientras el bebé lloraba. Perdí los estribos y discutimos. Él se puso furioso y destrozó todos los teléfonos móviles de la casa. Incluso fue a la cocina y agarró un cuchillo. Mi matrimonio estaba al borde de la ruptura y mi ira y mis quejas reprimidas se desbordaron como una avalancha.
En los diez años anteriores, había pagado las deudas de mi suegra, comprado una casa y un auto para mi familia, criado a mis hijos y ayudado a mi familia, pero parecía que este era el final.
Comprendí que estaba apegada al sentimentalismo y que quería una vida feliz y armoniosa como la de una persona común. Seguí estudiando el Fa, enviando pensamientos rectos, mirando hacia dentro y discutiendo la situación con otros practicantes. Decidí tratar mis tribulaciones familiares con pensamientos rectos.
Razoné con mi marido y mis suegros. Les dije que era muy firme en la práctica de Dafa, pero que no renunciaría a mi matrimonio. Les expliqué que los principios de Falun Dafa podrían ayudar a guiar y educar a mis hijos e inculcarles buenos valores.
Las tribulaciones se intensifican
Pero las tribulaciones siguieron llegando. El Partido Comunista Chino (PCCh) inició su campaña “Reducción a cero”. La policía llamó a mi puerta y me siguió durante cuatro meses. Intentaron repetidamente entrar en mi casa y arrestarme. Cuando no lo lograron, me siguieron y acosaron en mi lugar de trabajo y hablaron con mi gerente. Un año después, mi nombre apareció en la lista de despidos de la empresa.
Durante el año anterior al despido, me convertí en vicepresidente sólo de título. La oficina pasó de estar llena a estar desierta. Aunque no tenía poder, mis responsabilidades laborales seguían ahí. Las áreas que antes gestionaba se convirtieron en trabajos que todos me asignaban. Sabía que ahí era donde debía mejorar. Tenía apego a salvar las apariencias, interés propio y un deseo de ser un líder que daba órdenes a los demás y quería escuchar elogios.
Regresé del nivel gerencial al trabajo de primera línea y tomé en serio el trabajo que me asignaron. No me tentaban las relaciones entre las personas. Me mantenía ocupada y, cuando no había trabajo, me sentaba en mi pequeña oficina a estudiar, memorizar el Fa y enviar pensamientos rectos. Todos los días, de camino al trabajo, recitaba el Fa y poemas de Hong Yin. Cuando me ocupaba de las tareas domésticas, escuchaba las grabaciones de las conferencias de Shifu.
La policía intensificó su acoso: se escondían en el pasillo trasero e intentaban arrestarme, me seguían de camino al trabajo o esperaban afuera de la entrada de la guardería de mis hijos. A veces, llegaban en medio de la noche e intentaban forzar la cerradura. El peligro se resolvió varias veces bajo la protección de Shifu. Todos los días, cuando conducía a casa desde el trabajo, veía a agentes de policía esperando junto a mi edificio de apartamentos. Había entre dos y tres policias, hasta siete u ocho.
En broma le dije a mi madre practicante: “Todas las mañanas debo tomar la decisión de abandonar el apego a la vida y la muerte”. Con la ayuda de practicantes locales que enviaron pensamientos rectos, logré negar el mal. Le dije a la policía que no participara en la persecución. Después de cuatro meses de insistencia, se alejaron.
Con la ayuda de mi madre y mi dedicación y persistencia en el cuidado de mis hijos, mis suegros fueron viendo poco a poco el progreso y los cambios en ellos: ¡mi situación familiar mejoró! El acoso policial tuvo un efecto positivo: mis compañeros de trabajo sabían que yo era practicante y comencé a aclararles los hechos. Cuando mi empresa pasó por una reorganización, ayudé a mis compañeros de trabajo a renunciar al PCCh y a sus organizaciones afiliadas.
Durante el período más difícil, lloré y pensé: “¿Por qué es tan difícil la cultivación?”. Entonces recordé lo que dijo Shifu:
“No es que el sendero de la cultivación sea penoso, pero el yeli de vida sobre vida lo bloquea; decidido a eliminar el ye y a cultivar el xinxing, obtendrá un cuerpo humano eterno y un fo será” (“Causa y efecto”, Hong Yin).
Me recordé que Shifu siempre está cuidándonos.
Después de que me despidieran, no tenía ingresos. Además, tenía que pagar la hipoteca de la casa que había comprado como inversión. Los escasos ingresos de mi marido no alcanzaban para cubrir todos nuestros gastos.
Para pagar nuestras deudas, tuve que vender rápidamente la casa a un precio inferior a su valor de mercado, y terminé perdiendo más de un millón de yuanes. Después, respiré profundamente: realmente estaba libre de deudas. No sentía las dificultades de vivir en la pobreza, pero tuve que renunciar a mi carrera de 15 años. Esto se debió a mi apego a "validarme a mí misma", pero no me di cuenta.
En mi camino de cultivación surgen requisitos más estrictos
Después de llegar a los Estados Unidos y participar en mi primer proyecto relacionado con Dafa, estaba tan emocionada que no podía expresarlo con palabras. Cada célula de mi cuerpo temblaba de emoción y felicidad.
Cuando me asignaron una tarea, me di cuenta de que era similar al trabajo que hacía en China. Sentí que mis muchos años de experiencia podían ser utilizados en proyectos de Dafa. Los demás pensaban que era difícil, pero para mí era fácil.
Yo les decía a los demás practicantes: “Sé cómo hacer esto. Si no saben algo, ¡pregúntenme!” Les conté todo lo que sabía, hasta el punto de que pensé que podrían pensar que estaba exagerando. Incluso llegué a decir: “Soy realmente buena. He logrado resultados realmente grandiosos, etc.”. Alardeaba, tenía una mentalidad de ostentación y un fuerte apego a demostrar mi valía, aunque no me daba cuenta. Sentía que estaba contribuyendo a Dafa, pero no me comportaba como una practicante.
Con el tiempo, desarrollé una brecha de cultivación con los demás practicantes. Nuestros conflictos de xinxing comenzaron a intensificarse y, al final, abandoné el proyecto.
Durante varios días, sufrí un dolor extremo, hasta el punto de no tener fuerzas para levantarme de la cama. No podía recordar ningún principio del Fa. Mi campo dimensional estaba lleno de pensamientos negativos. Me repetía estas palabras en mi mente: “¡Ten fe en Shifu y en Dafa! ¡Ten fe en Shifu y en Dafa!”.
Pasó mucho tiempo, pero yo seguía sin entender por qué sucedía esto. Sentía como si hubiera una enorme piedra en mi corazón. Seguía mirando hacia dentro. Cada vez que estudiaba el Fa, o me iluminaba con algunos principios, o leía artículos de los practicantes, revisaba cada detalle para ver cuál era mi problema. Tal como si estuviera pelando las capas de una cebolla, trataba de encontrar mis apegos.
Cuando leí un artículo que me envió un practicante, “Los practicantes de Falun Dafa a los ojos de un ser iluminado”, de repente comprendí: Sí, pensé que estaba trabajando muy duro en este proyecto; me quedé despierta toda la noche para escribir la propuesta; mi situación financiera era tan mala que me resultaba difícil comprar alimentos y tenía dificultades para pagar la gasolina. Pero aun así dije que no quería ninguna compensación. Resolví cada dificultad que encontré en el proceso confiando en mi “experiencia humana”, en lugar de buscar la sabiduría del Fa. Esto estaba muy lejos de tener fe en Shifu y Dafa.
Cuando me encontraba en conflicto con los practicantes en cuanto a mi xinxing, me sentía molesta y pensaba que me habían tratado mal. En apariencia, decía que lo que hacía era por Dafa, pero me molestaba porque sentía que había contribuido mucho, pero que me trataban injustamente. No miraba hacia dentro cuando me encontraba con conflictos, sino que utilizaba métodos comunes para tratar de resolver los problemas. Me llenaba de resentimiento cuando no pasaba las pruebas. Decía que tenía fe en Shifu y en Dafa, porque esperaba que Shifu me ayudara.
Cambios a través de la memorización del Fa
Durante varios años estuve en un estado de gran depresión. Me sentía rodeada por este yeli “parecido a una niebla” todos los días. Al principio no entendía por qué; simplemente me sentía atormentada. Todos los días pensaba: Otro día, ¿cuándo terminará la rectificación del Fa? ¿Cuándo terminará esta vida?
Mi marido empezó a preguntarme: “¿Por qué estás suspirando otra vez?”
Respondí: “Ah, no me había dado cuenta y no sé por qué”. Las montañas afuera eran tan hermosas y el sol era tan deslumbrante, pero parecía como si hubiera una barrera entre ellos y yo. Siempre me sentía deprimida. Cuando leía artículos de practicantes y hablaban de lo felices que eran porque estaban inmersos en el Fa, siempre me preguntaba por qué yo no era feliz.
Por sugerencia de otros practicantes, comencé a memorizar el Fa. Cuando intentaba memorizar, necesitaba concentrarme en cada párrafo sin distracciones. Después de un tiempo, a veces me sentía feliz porque estaba sumergida en el Fa, pero este sentimiento no duraba. La depresión regresaba al día siguiente.
Hace unas semanas, cuando estaba memorizando el Fa, sentí que la “niebla” se disipaba de repente. El proceso se sintió como las ondas en un lago, que partían de mí y se extendían en todas direcciones. Aunque sucedió muy rápido, la sensación era muy clara. Estaba un poco aturdida y no podía creerlo. Entonces comprendí que el benevolente Shifu estaba eliminando mi yeli.
Desde entonces, dejé de sentirme deprimida. Cuando salgo a caminar, siento el calor del sol. Finalmente sentí la felicidad de la que hablaban otros practicantes cuando decían que estaban inmersos en el Fa todos los días.
Poco a poco, los demás practicantes me pidieron que participara en proyectos para salvar a la gente. Desde la recolección de firmas hasta la distribución de volantes de Shen Yun y la colocación de carteles de Shen Yun en las puertas, aprovechaba el tiempo todos los fines de semana y los domingos salía a aclarar los hechos a la gente. Mis hijos y yo salíamos de casa los sábados, dos horas antes y repartíamos volantes y hablábamos con la gente sobre Falun Dafa antes de ir a estudiar el Fa.
Un practicante me sugirió que me uniera a un equipo que estaba haciendo videos y que yo debía producir videos sobre cómo cocinaba. ¡De esta manera, podría cuidar de mi familia y validar el Fa al mismo tiempo!
Me siento verdaderamente agradecida por la inmensa compasión de Shifu.
En este momento histórico final, tengo la preciosa oportunidad de salvar a la
gente, ¡y no quiero desaprovecharla!
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