(Minghui.org) Cuando se publicó el artículo de Shifu “Mantente alejado del mal peligroso” en agosto de 2023, un practicante de Falun Dafa dijo: “Este artículo habla de un practicante en particular”. Entiendo que no es probable que Shifu publique un artículo que aborde el problema de un pequeño grupo de practicantes. Debe haberse convertido en un problema entre los practicantes en general.

Me alarmé profundamente después de leer el artículo varias veces, ya que Shifu dijo: “¡Shifu no te debe!” y “Shifu no te debe nada” (“Mantente alejado del mal peligroso ).

Todo verdadero practicante de Dafa sabe que Shifu ha sacrificado tanto para salvarnos a nosotros y a los seres conscientes, pero nunca ha pedido nada a cambio. Decidí tomar papel y pluma y escribir mis experiencias de cultivación. Espero que esto sirva como testimonio de cómo Shifu nos cuida y guía compasivamente en cada paso del camino.

Sufrí muchas enfermedades antes de empezar a cultivarme en Dafa

Mi madre prefería a los niños antes que a las niñas, por eso nunca le agradé mucho, pero mi padre me quería. Cuando yo tenía un año, mi padre fue clasificado como “de derecha” por el régimen comunista y fue perseguido. Fue encarcelado y murió en prisión un par de años después. Al ser implicada por mi padre, mi madre se refugió en el campo. Se llevó a mi hermano, pero me dejó al cuidado de una niñera que tenía 13 años. La niñera, que aún era muy joven, no sabía cómo cuidar de una niña pequeña sin supervisión. Cuando sufrí un edema grave o retención de líquidos, me dejó para que muriese en el hospital.

Fue una de nuestras amables vecinas quien me sacó del hospital, llevándome a su casa cuidando de mi hasta que me recuperé. Ella era una persona de bajos recursos y a menudo no teníamos lo suficiente para comer. Yo era pequeña y delgada. Poco antes de cumplir cuatro años, la vecina se mudó y me llevaron con mi madre. Desde el primer día que viví bajo su techo, todas las tareas de la casa recaían sobre mis hombros. Limpiaba, cocinaba y lavaba la ropa a mano. Mis dedos se ponían rojos y duros al refregar en el agua helada durante el invierno. Mi madre me criticaba constantemente y me hacía pasar un mal rato. Me pegaba y me regañaba, descargando su resentimiento hacia mi padre en mí.

Debido a mi desnutrición, estaba débil y enferma. Sufría de inflamación del revestimiento del estómago, insuficiencia hormonal de la tiroides, síndrome de fatiga crónica, dolor en las articulaciones, así como espolones óseos en el cuello, el pecho y la columna vertebral. Después de casarme y dar a luz, sufrí más afecciones, como fiebre posparto, migrañas, cardiopatias y múltiples tumores en el útero, los senos y los ganglios linfáticos. No tenía nada en mi cuerpo que funcionara correctamente. Además, era muy alérgica a los antibióticos y me desmayaba tan solo por el olor de estos. No podía ir al hospital y me daba ansiedad ir sola a cualquier lado. Una vez me desmayé en un autobús. Mi hijo, que todavía era un niño en ese momento, me llevó a una clínica y me salvó la vida. Desde ese incidente, dejé de usar el transporte público sola.

Las muchas enfermedades me causaron tanto dolor y angustia que perdí la voluntad de vivir. Probé distintos tipos de qigong con la esperanza de mejorar mi salud, pero todo empeoró. Cuando ya no pude seguir trabajando, me enviaron a casa de baja médica y estaba esperando la muerte.

Dafa me dio una nueva oportunidad de vida

Un día de mayo de 1999, mi marido y mi hijo me llevaron a dar un paseo para tomar un poco de aire fresco. Un grupo de personas estaba haciendo algunos ejercicios, acompañados de una hermosa música relajante. Le pregunté a una mujer que estaba allí: “¿Alguien como yo puede aprender este ejercicio?”. Ella me miró a mí y a mi silla de ruedas y me preguntó si podía permanecer de pie un rato. “¿Cuánto tiempo tengo que estar de pie?”, pregunté. Ella dijo que aproximadamente una hora. Me desanimé y exclamé: “¿Tengo que estar de pie durante una hora entera?”.

Ella sonrió y me dijo que no me preocupara, diciendo: “Hay cuatro series de ejercicios de pie. La más corta dura solo nueve minutos y la más larga media hora. Pero hacen maravillas para curar enfermedades y mantenerse en forma”. Le pregunté que cuánto costaba, ya que el dinero era mi mayor preocupación.

Estaba de baja médica por enfermedad sin cobrar y mi marido acababa de ser despedido. Perdimos nuestra única fuente de ingresos y luchábamos para llegar a fin de mes. Los tres vivíamos básicamente de patatas regaladas por amigos y familiares. Fue un gran alivio cuando me dijo que era gratis aprender los ejercicios. Me dio el horario en que se reunían por la mañana y por la tarde.

Me enseñó el tercer y cuarto ejercicio allí mismo. Estaba tan débil que temblaba todo el tiempo. Mi marido, preocupado por si me desmayaba, me decía que me lo tomara con calma. Yo le tranquilicé diciéndole con entusiasmo: “No te preocupes. ¡Me siento genial!”. Después de terminar los ejercicios, todo mi cuerpo se sentía ligero. Esa noche dormí mejor que en décadas.

Unos días después, el asistente del sitio de practica de ejercicios nos notificó que habían recibido las cintas de vídeo de Shifu enseñando el Fa en un seminario de nueve días en la ciudad de Guangzhou, y animó a todo el mundo a verlas con el grupo. Decidí unirme. El lugar estaba a veinte minutos de distancia, pero me llevó más de una hora caminar hasta allí. Cuando llegué, ya había mucha gente dentro, así que me quedé de pie junto a la puerta y observé.

Mi salud mejoró rápidamente a medida que Shifu purificaba mi cuerpo. En tres semanas todas mis enfermedades habían desaparecido.

Reconectando con Dafa

Menos de dos meses después de que me uní al sitio de ejercicios grupales, el Partido Comunista Chino (PCCh) lanzó la persecución nacional contra Falun Dafa. Sin otros practicantes con quienes estudiar el Fa y hacer los ejercicios, me encontraba sola. Aunque creía que Shifu y Dafa son buenos, no había comprendido completamente que Dafa es una verdadera vía de cultivación y que Shifu está aquí para ofrecer salvación. Solo lo veía como otra práctica de qigong para la curación y el bienestar. Pensé: “El gobierno prohibió la práctica, así que tal vez debería dejar de hacerlo”. Dejé de practicar durante casi una década antes de reconectarme con Dafa en octubre de 2008.

Mientras viajaba de regreso a mi ciudad natal en la provincia de Shandong, vi desde las ventanas del tren en movimiento grandes mensajes en las paredes de las casas rurales que decían “Falun Dafa es bueno”. Unos días después, mi prima me visitó y me contó su historia de cómo recuperó la salud gracias a la práctica de Falun Dafa. Me sorprendió: “¿Dafa todavía existe?”.

Me llevó a ver a una practicante recién liberada que había sido encarcelada por su creencia. Aprendí por primera vez que Dafa se ha difundido fuera de China y se practica en todo el mundo, y que los practicantes han estado aclarando la verdad y enviando pensamientos rectos para ayudar a Shifu a rectificar el Fa . Me emocioné mucho al escuchar todo esto y se me hizo un nudo en la garganta. Estaba tan feliz: “¡Dafa todavía está aquí!”. Tomé una piedra y escribí las fórmulas de los pensamientos rectos en la tierra una y otra vez hasta que las memoricé.

Le pedí a mi prima y a la practicante que me ayudaran a conseguir los libros de Dafa para poder llevarlos a casa. Pero me dijeron que eso no sería posible, ya que la policía había estado deteniendo y registrando a todos los pasajeros de mediana edad en la estación de tren y había confiscado muchos libros de Dafa. Preocupada por mi seguridad, mi prima me desaconsejó hacerlo. Le dije: “Tengo que llevarme los libros a casa”. Con los libros en mi bolso, hice un gran desvío por las provincias circundantes y finalmente llegué a casa sin haber enfrentado ningún problema. Shifu debe haberme protegido porque mi corazón era recto.

Busqué con entusiasmo a los practicantes que conocía y, después de buscar un poco, finalmente me puse en contacto con los de mi zona. Para ponerme al día con el progreso de la rectificación del Fa, establecí un centro de producción de materiales y comencé a hacer volantes y folletos de aclaración de la verdad. Motivada por mi gratitud hacia Shifu, quería que todos supieran la verdad sobre Falun Dafa: es una vía de cultivación recta de la escuela Buda y no es en absoluto lo que dice la propaganda del PCCh. Me ocupé de hacer y distribuir volantes y folletos, pero no sabía la importancia de estudiar el Fa y cultivar el corazón. Estudiaba una lección de Zhuan Falun con el grupo cada semana y pasaba el resto de mi tiempo imprimiendo y haciendo volantes.

Una de las boquillas del cabezal de impresión estaba obstruida, así que desarmé la impresora y limpié todo a fondo, pero aun así no funcionaba. No lo vi como un recordatorio de Shifu de necesitar estudiar el Fa. Shifu me dio más pistas durante los meses siguientes, pero yo no era consciente de la verdad. No miré hacia dentro para examinarme, ya que no sabía lo que implica la verdadera cultivación. Y no tenía ni idea de que el peligro se acercaba.

Validando el Fa en el centro de detención 

Sin darme cuenta de la brecha que tenia en mi cultivación, me arrestaron y me encerraron en un centro de detención. Pensé: “Bueno, de todos modos, estoy aquí, así que mejor veo lo que hacen otros practicantes”. Pero solo me permitieron interactuar con las dos reclusas asignados para vigilarme y me aislaron de otras practicantes. Desesperada por recibir algún tipo de orientación, pedí ayuda: “¿Qué debo hacer, Shifu?”.

Una mañana, oí a alguien gritar: “Falun Dafa es bueno, Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno”. Pensé: “Ah, esto es lo que hacen otros practicantes para validar el Fa. Yo puedo hacer lo mismo”. Me subí al alféizar de la ventana, me agarré del marco de metal y grité lo mismo. Las dos reclusas me agarraron y me sacaron de allí mientras yo seguía gritando.

Como consecuencia de ello, me mantuvieron incomunicada durante una semana, sin permitirme higienizarme ni cepillarme los dientes. Me daban una botellita de agua cada día. También dormía sobre una losa de cemento con una manta tan fina como una telaraña y me vigilaban las veinticuatro horas del día. El primer día vi a una reclusa echar algo en mi comida, así que no la toqué. Entonces pensé: “Soy una practicante de Dafa. ¿Cómo podría desperdiciar comida? Lo que sea que pongan ahí no va a funcionar en mí”. Comía lo que me daban y estaba bien. Incluso las reclusas tenían curiosidad de por qué no tenía ningún efecto en mí.

Un día, una reclusa informó: “Han admitido a otra [practicante de] Dafa”. Me pareció gracioso que llamaran “Dafa” a los practicantes. Entonces me di cuenta de que mis palabras y mis acciones no sólo me representan a mí, sino que representan al Fa y a todos los practicantes. Tenía que hacerlo bien y no manchar la reputación de Dafa y de Shifu.

Decidí gritar siempre “Falun Dafa es bueno” cuando salía de mi celda. Los guardias intervinieron para detenerme y me castigaron con todo tipo de medios. Me rociaron con gas pimienta y me golpearon con picanas eléctricas. Me levantaron las manos por detrás y las esposaron a la barandilla superior de la litera, dejando que mi dedo gordo del pie apenas tocara el suelo. Si me movía un poco, un dolor insoportable me atravesaba el hombro y la espalda y las esposas se hundían más en mi carne. Me dejaron así durante largos períodos.

Para distraerme del dolor, canté canciones escritas por practicantes de Dafa. Canté una tras otra, hasta que pude recordarlas. Las canciones resonaron en la celda y muchas reclusas lloraron. Una comentó: “Esto es tan triste. Ella canta tan hermosamente incluso cuando soporta tanto dolor. Los practicantes de Dafa son buenas personas que enfrentan un trato injusto. ¿En qué se ha convertido el mundo?”. Mientras cantaba, pensé: “¡Shifu! Me apegaré a sus enseñanzas y nunca claudicaré”.

Una vez, después de gritar “Falun Dafa es bueno”, un guardia me puso una picana eléctrica, pero se dio cuenta de que la batería estaba agotada. Cambió a otra, pero también estaba agotada. Sacó una tercera, que también estaba apagada. Estaba furioso, pero no pudo hacer nada. Gritó: “Hoy es tu día de suerte” y salió enfadado. Desde entonces, nadie interfirió cuando grité: “Falun Dafa es bueno”.

Ayudando a una guardia a aprender la verdad sobre Dafa

Al ver que las palizas y la tortura no iban a cambiar mi corazón, los guardias cambiaron de táctica y utilizaron una estrategia diferente. Mi familia recibió una llamada telefónica dos meses después de mi arresto y les dijeron que me visitaran. De camino a la celda después de la visita, una guardia dijo: “Su hijo es un niño muy bueno. Es inteligente y tiene mucho talento. ¿Ha pensado en su futuro? Si no renuncia a su creencia en Falun Dafa, puede comprometerlo, incluso en su carrera y matrimonio. Incluso si no piensa en usted, al menos debería pensar en su hijo. No le he sugerido que renuncie a su creencia y se “transforme” desde que llegó aquí, pero por el bien de su familia, debería pensar en ello”.

Respondí: “No me declararé culpable porque no soy culpable de ningún crimen. Los practicantes de Dafa son buenas personas, ¿en qué se supone que debemos "transformarnos”? Puede que mi hijo esté resentido conmigo ahora, pero un día estará orgulloso de que su madre se mantuvo firme en su fe. Si él quisiera que me transformara en contra de mi conciencia sólo para salvar su trabajo, entonces ¿por qué querría un hijo así? Si tú fueras él, ¿querrías eso?”. La guardia sacudió la cabeza. Le conté cómo comencé a cultivarme en Dafa y mejoré mi carácter, y cómo Dafa se ha difundido por todo el mundo. Ella escuchó sin decir nada. Poco después de nuestra conversación, presentó una solicitud y fue transferida de la división especial donde se retenía a los practicantes de Dafa.

Tratando a las reclusas con compasión

La mayoría de las reclusas de la división especial habían recibido formación sobre cómo controlar y maltratar a las practicantes. Para conseguir que les redujeran la pena, obedecían ciegamente las órdenes y golpeaban y castigaban sin descanso a las practicantes.

Una vez me llamaron a la oficina porque no cumplí las reglas. No me presenté como una “presa”, así que me hicieron quedarme afuera de la oficina. Un grupo de reclusas estaba limpiando el pasillo, así que grité: “Falun Dafa es bueno, Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno”. Una reclusa se abalanzó sobre mí y me derribó. Seguí gritando mientras ella me agarraba las manos, me las retorcía y me arrastraba escaleras hacia arriba, maldiciéndome todo el tiempo.

Cuando me fui a la cama esa noche, me dolía la nuca al tocar la almohada. Tenía un bulto del tamaño de un huevo de pascua. Me pareció extraño: “Un bulto tan grande. ¿Por qué no sentí dolor antes? Si las reclusas que me vigilan se enteran mañana, probablemente me llevarán a la clínica para que me pongan inyecciones”. Mis pensamientos vagaban mientras me quedaba dormida. El bulto se había reducido al tamaño de mi pulgar a la mañana siguiente.

Cuando me levanté en mitad de la noche para ir al baño un par de días después, la reclusa que me golpeó y me arrastró debía vigilarme, pero no la vi siguiéndome. Doblé una esquina y la encontré en lo alto de las escaleras, inconsciente. Corrí de vuelta y desperté a los guardias para que la llevaran a la clínica. Después de que se recuperó, su actitud cambió por completo. Apreció el hecho de que no le guardara rencor. Me dijo: “Ustedes son personas realmente buenas”. 

Protegida por Shifu

Un día, una guardia entró y me dijo que me llevaría a que me tomaran las huellas dactilares. Le pregunté por qué, a lo que me respondió: “Si no dejas tus huellas dactilares, nunca podrás salir de aquí”. Mientras bajábamos las escaleras, escuché una voz que decía: “¿Para qué necesitaría un practicante de Dafa dejar sus huellas digitales?”.

Le dije a la guardia inmediatamente: “Soy una practicante de Dafa. No voy a dejar mis huellas digitales”. La guardia me dejó ir sin decir nada. Era increíble cómo pude salirme con la mía tan fácilmente. Debió haber sido Shifu quien me dijo exactamente qué hacer.

Poco a poco fui madurando como cultivadora. Cada vez tenía más claridad mental y comprendí muchas cosas que antes no podía entender. Sabía que nunca podría mentir y renunciar a Dafa en contra de mi voluntad. Si lo hiciera, ni siquiera sería digna de ser un ser humano. Shifu purificó mi cuerpo, me dio una nueva oportunidad de vida e hizo todo lo posible por salvarme. Decidí que, sin importar lo que me hicieran, nunca traicionaría a Shifu. Falun Dafa es la verdadera cultivación y no es solo para curar enfermedades y mantenerse en forma. Mi fe en Shifu y en Dafa nunca flaqueó y pude sentir la protección de Shifu a cada paso del camino.

Cambiando tácticas

La segunda vez que me encarcelaron, las cosas parecían diferentes al principio. Los guardias y las reclusas no eran tan hostiles y las reglas eran menos restrictivas para los practicantes. Podía hacer compras en la tienda de la prisión sin tener que pedir permiso primero. También trabajé en el taller como otras reclusas desde el primer día.

Después de un tiempo, me di cuenta de que se trataba simplemente de una táctica diferente. Los guardias disfrazaban sus verdaderas intenciones y utilizaban un enfoque más suave antes de recurrir a la fuerza bruta. Independientemente del enfoque, su objetivo final era conseguir que los practicantes renunciaran a Dafa y se “transformaran”. Los que se resistían eran sometidos a la peor tortura. Un guardia les dijo a las reclusas: “Utilicen un tono suave pero el lenguaje más malicioso cuando les hablen. Golpéenlas si se atreven a resistirse. No tendrán que rendir cuentas”.

Los guardias solían recurrir en gran medida al castigo corporal para obligar a las practicantes a renunciar a su creencia. Lss practicantes eran obligadss a sentarse en pequeños taburetes durante más de doce horas al día, se les mantenía en régimen de aislamiento o se les golpeaba. Ahora los guardias se inclinaban más por el lavado de cerebro, la angustia mental y emocional y la guerra psicológica. Las practicantes debían recitar las reglas de la prisión por la mañana y realizar el entrenamiento militar por la tarde bajo el sol abrasador. Por la noche, se les obligaba a ver propaganda del PCCh o noticias que difamaban a Dafa.

Una practicante fue golpeada por las reclusas a plena luz del día por gritar “Falun Dafa es bueno”, y los guardias actuaron como si nada estuviera sucediendo. Grité “Falun Dafa es bueno” para llamar su atención y, como resultado, me quitaron el derecho de visita. Para protestar, grité “Falun Dafa es bueno” nuevamente y me golpearon hasta el borde de la muerte. Cuando me rociaron con gas pimienta, los guardias rociaron deliberadamente a las personas que me rodeaban. Cuando a otras reclusas les picaban los ojos y les ardían la boca y la nariz después de inhalar los vapores picantes, hicieron comentarios irrespetuosos y culparon a las practicantes de Dafa. Con estas tácticas, los guardias abrieron una brecha entre las reclusos y las practicantes.

 

Validando el Fa con intenciones puras

Por lo general, cuando las practicantes gritaban “Falun Dafa es bueno”, las golpeaban o torturaban. Sin embargo, una vez los guardias les dijeron a las reclusas que gritaran consignas de apoyo al PCCh cuando una practicante gritara esas palabras. Esta practicante no se inmutó y dijo: “Me detendré cuando griten y cuando se detengan, gritaré. No tengo apego a la competencia”. Debido a que renunció a su apego y no permitió que las acciones de los demás la conmovieran, la interferencia se detuvo. Los guardias se dieron por vencidos al día siguiente; sin importar dónde, cuándo o cuán fuerte gritara “Falun Dafa es bueno”, la dejaban en paz.

Al ver cómo se desarrollaba todo esto, reflexioné sobre mí y entendí que nuestros motivos son mucho más importantes que nuestras acciones cuando se trata de validar el Fa. ¿Realizamos determinadas acciones para el beneficio de los demás? ¿Tratamos de validarnos a nosotros mismos o al Fa? Ajusté mi mentalidad y comencé a gritar “Falun Dafa es bueno” con la intención de hacer el bien y validar el Fa desde lo más profundo de mi corazón.

No guardar resentimiento

Una vez, una reclusa me dobló el dedo índice tan atrás que se me quebró con un fuerte crujido del hueso y la articulación. Apreté los dientes y lo enderecé. Al día siguiente tenía todo el dedo hinchado, pero no le guardé rencor.

Dos años después, antes de que terminara mi condena, una reclusa vino a verme y me dijo: “Quería decirte que lo siento. No sé qué me pasó ese día, pero una fuerza demoníaca se apoderó de mí y te golpeé y te quebré el dedo. Al día siguiente estaba hinchado como un bollo al vapor. Sin embargo, me saludaste cálidamente con una sonrisa como si nada hubiera pasado. Muchos practicantes de Dafa me habían dicho antes que todos ustedes son buenas personas. No les creí y pensé que sólo lo decían. Pero ese día finalmente lo creí. Me demostraste que no devuelven el golpe cuando los golpean, ni los insultos cuando los insultan. Dafa es realmente increíble. ¿Te has dado cuenta? Desde ese momento no he puesto un dedo sobre otra practicante. En cambio, les digo a todos que no intimiden ni lastimen a las practicantes”.

A través de esto, aprendí que “Falun Dafa es bueno” no debería ser sólo una palabra que decimos, sino el estándar que nos esforzamos por alcanzar. Tal como dijo Shifu: 

“Estudia el Fa y obtén el Fa,
comparte en el aprendizaje y comparte en la cultivación,
haciéndolo todo de acuerdo con Él,
si puedes hacerlo así, cultivación será” (Cultivación sólida,  Hong Yin ).

También me demostró una vez más que Shifu vela por nosotros en todo momento. Cosas que siempre había considerado coincidencias fueron organizadas deliberadamente por Shifu para ayudarnos a mejorar.

 

No cooperar con el mal

Cuando recién ingresé en prisión, un guardia me dijo que tenía dos meses para estudiar y memorizar las reglas de la prisión para un examen que todos los reclusos debían aprobar. No me pareció correcto, ya que yo no era una delincuente ni había infringido ninguna ley; estaba allí simplemente por practicar mi fe.

Dos meses después, cuando reunieron a unas 80 reclusas, entre los que me encontraba yo, para realizarles la prueba, traté de pensar rápidamente qué hacer. Llamaron a una practicante que estaba delante de mí. Se puso de pie y dijo: “Soy practicante de Falun Dafa. No recito las reglas de la prisión”. Sin decir nada, la guardia pasó a la siguiente persona. Cuando se acercó a mí, le dije con una sonrisa: “Falun Dafa es bueno, Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno”.

“Otra practicante de Dafa”, murmuró y se alejó.

Pronto se implementó una nueva política que exigía que al final de cada día de trabajo se seleccionara al azar al 20 por ciento de las reclusas para que las desnudaran y las registraran. Cuestioné el propósito de una práctica tan ofensiva, pero las guardias me restaron importancia y me dijeron que no lo tomara como algo personal.

Mientras lavaba los platos esa noche, una practicante pasó a mi lado y susurró: “Registrar desnudo a un practicante es un crimen contra los dioses y los budas”.

Sucedió que me seleccionaron al día siguiente. De manera digna y honesta, le dije a la guardia: “Me niego a que me hagan un registro corporal”. Cuando ella me preguntó por qué, le dije: “El registro corporal a un practicante de Dafa es un crimen contra los dioses y los budas”. Ella se burló y dijo que no creía en los dioses ni en los budas.

Continué: “El hecho de que no creas en seres superiores no significa que no sean reales. Me niego a seguir adelante con el registro porque sé que es un delito ofensivo y no quiero ponerte en esa situación. Desnudar a un practicante te traerá graves consecuencias”. Me dijo que me hiciera a un lado. Nunca más me pidieron que cumpliera con esa política.

Shifu dijo:

“Cuando llegue una tribulación, si tú, como discípulo, puedes mantener realmente una calma inalterable o poner tu corazón en cumplir con los diferentes requisitos de cada nivel, esto debería ser suficiente para que puedas pasarla exitosamente” (Dao y Fa,  Escrituras esenciales para mayor avance).

Creo que mientras el xinxing de un practicante de Dafa cumpla con los requisitos del nivel actual, muchas cosas se pueden resolver y ocurrirán milagros. Shifu podrá ayudar cuando él o ella ponga su fe completa en Shifu y en el Fa.

 

Epílogo

Algunos practicantes han aflojado en los últimos años, a medida que el ambiente en ciertas regiones de China se volvió menos hostil. Algunos consideran que el estudio del Fa y la aclaración de la verdad son un trabajo que deben completar y se limitan a hacer las cosas por inercia. Algunos se sienten satisfechos consigo mismos pensando que al menos no traicionaron a Shifu.

Me quedé en shock cuando leí por primera vez el artículo de Shifu “Mantente alejado del mal peligroso”. Shifu está haciendo todo el trabajo, pero algunos practicantes se atribuyen el mérito y se vuelven complacientes. Olvidan que es Shifu quien está salvando a los seres conscientes, pero la virtud nos es otorgada a nosotros. ¿Cómo se atreven algunos practicantes a ser tan ambiciosos y a atribuirse ese mérito? Qué enorme brecha están abriendo. Todo verdadero practicante debería saber cuánto ha hecho Shifu por los seres conscientes. Shifu nos dio una advertencia contundente una y otra vez y nos instó a no aflojar para que podamos regresar a nuestro verdadero hogar con Él. Solo si recorremos bien nuestro estrecho sendero de cultivación podemos ser dignos de los sacrificios de Shifu y no defraudar a los seres de nuestros propios mundos.

Quiero animar a todos a recorrer bien el último tramo de nuestro camino de cultivación y a no defraudar a Shifu. Debemos vivir a la altura de la compasión y salvación de Shifu para que podamos completar nuestra cultivación y regresar a casa con Él.

Gracias, Shifu.