(Minghui.org) Cuando conocí a mi nuera Li, era educada y respetuosa. Me caía bien y la acepté con gusto en la familia. Sin embargo, una vez fijada la fecha de la boda, la actitud de Li cambió de repente. Empezó a exigir una cuantiosa dote y tomó el control absoluto de la instalación de su nuevo hogar sin consultarnos, a pesar de que lo habíamos pagado todo. Soporté este comportamiento, con la esperanza de que Li fuera más considerada cuando se establecieran.

Los primeros días después de la boda, invité a mi hijo y a mi nuera a cenar todos los días. Sin embargo, durante estas visitas, Li se quejaba con frecuencia de mi hijo e insistía en dominar las decisiones de la casa. Sus comentarios eran desagradables y difíciles de escuchar.

Más tarde, cuando se quedó embarazada, Li dejó su trabajo. Yo iba todos los días a su casa a cocinar, lavar la ropa y cuidarla. Justo antes del Año Nuevo Chino, me vi desbordada por las tareas y me perdí dos días de visita. Esto hizo que Li me guardara rencor. Más tarde, cuando fui al hospital a atenderla antes del parto, me recibió con frialdad. Me recordé que debía mantener la compostura y tolerar su comportamiento.

Cuando nació el niño, me trasladé a casa de mi hijo para ayudarles a cuidarlo. La madre de mi nuera también vino a ayudarme, pero me indicaba constantemente lo que tenía que hacer y a menudo hablaba con sarcasmo. Yo luchaba contra el resentimiento. Un día, tras recibir instrucciones para comprar los ingredientes del almuerzo, seguí sus indicaciones, pero me sentí profundamente irritada y en conflicto. Decidí que necesitaba un descanso y al día siguiente visité a un familiar enfermo para evitar la tensión en casa de mi hijo.

Mientras visitaba a mi pariente, vi cómo su hija la regañaba duramente e incluso tiraba cosas al suelo. Esto me chocó y empecé a preguntarme porqué las generaciones más jóvenes solían comportarse así. Cuando volví a casa de mi hijo, mi nuera me puso fruta medio podrida en la comida. Me obligué a comerla, pero decidí que no quería quedarme más tiempo con ellos. Al día siguiente, me marché con la excusa de que tenía que ayudar en la próxima boda de mi sobrina y me fui a casa de mi hermana. Allí vi cómo mi sobrina reprendía a mi hermana como si fuera una niña.

¿Por qué seguía encontrándome con situaciones así? Estos incidentes ocurrieron durante la ajetreada temporada de cosecha de otoño, lo que me dejaba poco tiempo para reflexionar y cultivarme de verdad. Me di cuenta de que debía de tener una brecha importante y de que había llegado el momento de mirar hacia dentro.

Al principio consideré que los conflictos entre nueras y suegras son habituales, pero Shifu me estaba mostrando ejemplos de hijas y madres peleadas, para ayudarme a pensar más profundamente. Por desgracia, en aquel momento no me había iluminado.

A través del estudio del Fa, obtuve una comprensión más clara: A causa de mi apego y sentimentalismo hacia mi hijo, ella se peleó con él y habló mal de él.

También identifiqué muchos apegos dentro de mí: falta de tolerancia, apego al beneficio personal, exultación, miedo, celos, resentimiento, competitividad e impaciencia. Estos apegos no formaban parte de mi verdadero yo, sino que eran obstáculos destinados a destruirme. Mi verdadero yo busca asimilarse a las cualidades de Verdad-Benevolencia-Tolerancia de Dafa. Necesitaba desintegrar por completo estos apegos y desarrollar empatía y compasión por la gente común.

Fui a casa de mi hijo para llevarle un regalo de cumpleaños a mi nieto. Para mi sorpresa, Li cocinó para mí y me sirvió, y su madre también me dio un regalo. Parecían personas completamente distintas. Durante el Festival del Medio Otoño, mi nuera me visitó con muchos regalos y mostró verdadera preocupación por mi bienestar. Se había restablecido la armonía en mi familia.