(Minghui.org) Los practicantes de Falun Dafa están dispuestos a enfrentarse a la persecución del Partido Comunista Chino (PCCh) para salvar las almas de la gente contándoles la verdad sobre Falun Dafa (también llamado Falun Gong). Deseo compartir varias historias de personas que cambiaron para mejor porque aceptaron la verdad cuando una practicante les habló de la bondad de Falun Dafa.
El afortunado encuentro de una campesina con Dafa
Tengo 72 años y empecé a practicar Falun Dafa en 2004. Crecí en una zona rural y mi salud era muy precaria debido al duro trabajo al que me enfrentaba a diario. Mi primer esposo falleció prematuramente. Mi hijo mayor sirvió en el ejército durante tres años y fue destinado a trabajar en una pequeña ciudad. Al ver que mi salud empeoraba rápidamente, me ayudó a trasladarme a la ciudad para recibir un mejor tratamiento médico.
Me llevó al hospital, donde me diagnosticaron colecistitis, hepatomegalia, gastroptosis, osteoporosis y una baja inmunidad. El médico dijo que todas estas dolencias estaban relacionadas con mi aparato digestivo. Por lo tanto, no creyó oportuno ingresarme en un hospital, sino que me dio medicamentos para tomar en casa y me indicó el régimen que debía seguir.
Desde entonces, tomaba medicinas todos los días y no podía comer nada sólido. Comía sobre todo gachas. Adelgacé cada vez más y mi peso bajó de 60 a 36 kg (132 a 79 libras). En aquel momento, sentí que no sólo estaba sufriendo mucho, sino que también estaba haciendo daño a mi familia. No quería seguir viviendo.
Mi destino dio un giro en el momento en que empecé a desesperar. Me presentaron a un funcionario jubilado y nos casamos en 2004. Un día, un amigo de mi esposo, practicante de Falun Dafa, vino a vernos. Me preguntó si conocía Falun Dafa y le dije que no. Me dijo: "Falun Dafa es maravilloso. Enseña a la gente a ser buenas personas, cura enfermedades y es muy bueno para la salud. Yo tuve muchas enfermedades en el pasado y me recuperé de todas ellas después de practicar Falun Dafa".
Se me iluminaron los ojos y pregunté: "¿En serio? Por favor, ¡dime cómo hacer los ejercicios!". Me contestó: "Mañana te daré un libro. Puedes leerlo primero".
Al día siguiente, me trajo el libro Zhuan Falun, el libro principal de Falun Dafa. Cuando pasé la primera página, vi la foto de Shifu. Sentí como si estuviera viendo a un pariente que hacía mucho tiempo que no veía, y las lágrimas cubrieron mi rostro.
La segunda noche después de empezar a leer Zhuan Falun, tuve diarrea y pasé toda la noche en el baño. También tenía 42 grados de fiebre. El amigo de mi esposo me explicó: "Shifu está cuidando de ti y limpiando tu cuerpo". Sentí que esta vez era diferente, porque antes, cuando tenía diarrea, me sentía muy débil y tenía que guardar cama. Pero esta vez tenía mucha energía.
Me sentí muy feliz y también sorprendida. Todavía, ni siquiera había practicado oficialmente Falun Dafa, sólo había leído unas pocas páginas de Zhuan Falun. Sin embargo, Shifu ya estaba cuidando de mí y limpiando mi cuerpo, tal como se describe en el libro.
Mi esposo practicaba Dafa antes de que el PCCh iniciara su persecución en julio de 1999. Pero tras el inicio de la persecución, todos sus libros de Falun Dafa fueron confiscados ilegalmente y dejó de practicar. Volvió a enfermar y el tratamiento médico no le ayudó. Practicábamos los ejercicios juntos. En aquella época, yo no sabía lo que era la cultivación. Sólo estaba agradecida a Shifu por curarme y por darme una nueva vida.
Entonces oí una voz que decía:
“Transmitir gong hacia niveles altos, piensen todos, ¿de qué se trata? ¿No es justamente salvar a la gente? Entonces, salvar a la gente significa el xiulian verdadero, ya no es solo eliminar enfermedades y fortalecer el cuerpo (Primera Lección, Zhuan Falun).
Miré detrás de mí y a mi alrededor, pero no vi a nadie. Más tarde, leí este pasaje en Zhuan Falun, y sólo entonces me di cuenta de que era Shifu quién me estaba iluminando. Me estaba diciendo que la cultivación no sólo consiste en librarse de las enfermedades y mantenerse en forma.
Mi esposo es machista. Controlaba todo nuestro dinero y no me daba nada para gastar, lo que me enfadaba mucho. Pero como practicaba Dafa, no podía discutir con él ni pelear. La ira me ahogaba por dentro, y por las noches derramaba lágrimas en la cama, bajo las sábanas.
Cuando me levanté por la mañana, vi una gran mano que sostenía un plato de madera marrón con un cuenco de arroz, y me lo ofreció. Entonces oí la voz de Shifu: "Estarás bien mientras tengas algo que comer". Inmediatamente me eché a llorar. Sabía que había hecho que Shifu se preocupara por mí. A partir de entonces, ya no me importó el dinero y fui feliz todos los días.
Me caí cuando tenía 70 años
En el verano del 2021 me caí cuando montaba en bicicleta. Estaba en el suelo y tardé un rato en darme cuenta de lo que había pasado. Inmediatamente pensé: "Estoy bien", y me levanté rápidamente. Empujé la bicicleta y me fui andando a casa. Entonces volví a sentirme mal y decidí acostarme en la cama. Al día siguiente, no podía levantarme. Tenía todo el cuerpo entumecido y no podía moverme.
Mis tres hijos estaban asustados, temían que me quedara paralítica. Insistieron en llevarme al hospital para que me examinaran. Les dije: "Soy practicante de Dafa y me pondré bien. El hospital no puede curar mi enfermedad y despilfarraremos vuestro dinero. Todos ustedes saben que he estado cultivándome durante muchos años y mi salud ha sido muy buena. No tuve cuidado y me caí. Puede que no sea malo que la gente sufra un poco. No se preocupen, en unos días estaré bien". Se fueron, pero seguían preocupados.
Conocía el principio de que hay que pasar por el sufrimiento para saldar las deudas de yeli, así que me limité a soportar el dolor físico. Estudiando el Fa, encontré muchos apegos malos y nociones humanas, y traté de desprenderme de ellos uno tras otro.
Pensé: "Soy una cultivadora. Tengo que ser capaz de soportar el dolor y las dificultades. No puedo quedarme en la cama". Al tercer día, me levanté de la cama para hacer los ejercicios de Dafa. Pero mis piernas no aguantaban mi peso, así que me apoyé en la cama e hice los ejercicios. Luego me agarré a un banco para caminar poco a poco. Al cabo de unos días, era capaz de cocinar y comer sin ayuda.
El domingo volvieron a venir mis hijos para verme, y también vino uno de mis suegros. En cuanto entraron en la habitación y me vieron de pie, se quedaron asombrados. Me dijeron: "¿Estás bien? Todos estábamos asustados porque no recibiste ningún tratamiento médico. ¿Cómo te has recuperado tan rápidamente? Falun Dafa es verdaderamente milagroso".
El joven que no quería que colgara
En los últimos años, empecé a comprar tarjetas telefónicas y a llamar a la gente para aclarar la verdad sobre Falun Dafa. Un día, contestó la llamada un joven. Después de decir unas palabras, me dijo: "Por fin te he encontrado. No hace falta que digas nada más. Ya he escuchado cuatro llamadas de este tipo y lo entiendo todo. Soy miembro del PCCh. Por favor, ayúdame a renunciar del PCCh". Le di un seudónimo y se puso muy contento.
Continué diciéndole cómo ayudar a sus familiares a renunciar al PCCh. Me dijo: "No cuelgues todavía. Voy a llamar a nuestro director y puedes pedirle que renuncie también". Le oí correr a llamar a una puerta y luego dijo: " Director, ¡venga a escuchar esta llamada! Le ayudará a renunciar al PCCh y a mantenerse a salvo durante las catástrofes". Pero su director no quiso y le dijo que le dejara en paz.
Volvió al teléfono y me dijo: "No cuelgues todavía. Hay alguien más". Luego dijo a alguien: "Ling, sal rápido y escucha el teléfono. Alguien te ayudará a mantenerte a salvo y evitar catástrofes".
Una chica se puso al teléfono y le dije: "Tienes mucha suerte de tener un compañero de trabajo tan bueno. Él también quiere que estés a salvo. Lo que me gustaría decirte hoy es que muchos chinos están renunciando ahora al PCCh, para alejarse de las catástrofes y estar a salvo. Esto se debe a que, cuando se unieron a él, hicieron el juramento de dedicar su vida al Partido y luchar por él el resto de su vida. Después de hacer tal juramento, significa que tu vida pertenece al Partido. Aunque olvides este juramento, el cielo no lo olvidará. Cuando el Cielo destruya al PCCh, las personas que hicieron el juramento sufrirán. Si ahora renuncias al PCCh, se abolirá este juramento venenoso, te liberarás de esta organización malvada y recibirás bendiciones del Cielo. Por eso todos debemos renunciar al PCCh. ¿Tiene sentido?".
"Sí", dijo: "renunciaré. Gracias". El joven también me dio las gracias. Le dije: "No hace falta que me des las gracias. Como practicantes de Falun Dafa, nuestro deseo es que todos los seres conscientes se salven. Deberías dar las gracias a nuestro Shifu, que te está salvando". Ambos dijeron juntos: "¡Gracias, Shifu!".
Presos recitan el "mantra de las nueve palabras"
Fui arrestada y llevada a un centro de detención por practicar Dafa en 2011. Cuando me llevaron por primera vez a la celda, alguien me dijo en voz baja: "La jefa de esta celda es muy feroz. Insulta y golpea a la gente a voluntad, y obliga a los practicantes de Falun Dafa a hacer todo el trabajo sucio y agotador. Si no terminan el trabajo a tiempo, les castiga. Hay que tener cuidado".
La líder de la celda tenía unos 30 años y estaba detenida por vender drogas. Podía entrar y salir de la celda a su antojo y comer lo que quisiera. Pero parecía muy triste todo el día, porque se había enterado de que la iban a condenar a 12 años. Unos días más tarde, de repente, le subió la fiebre. Recibió tratamiento médico, pero no mejoró. No pudo dormir mucho durante dos días y dos noches.
Fui a hablar con ella. "Tengo un método", le dije: "pero depende de ti creerlo o no. Todo lo que tienes que hacer es recitar en silencio el mantra de las nueve palabras: 'Falun Dafa es bueno; Verdad, Benevolencia, Fortaleza es bueno'". Dijo que creía. Entonces le dije: "También deberías renunciar a las organizaciones del PCCh". Ella dijo: "Me uní a los Jóvenes Pioneros y a la Liga de la Juventud Comunista cuando era joven. Mi apellido es Zhang. Ayúdame a renunciar a ellas". La miré a los ojos y le dije: "La gente que trata a los practicantes de Dafa con amabilidad será bendecida; los que persiguen a los practicantes de Dafa se traen retribución a sí mismos". Ella asintió. Le dije: "Ya puedes empezar a recitar las nueve palabras en silencio".
A la mañana siguiente se levantó muy temprano. Vino a verme y me susurró: "¡Señora, me he recuperado! Es milagroso". Luego se marchó con una sonrisa en la cara. Cuando volvió, traía dos platos deliciosos. Cada uno tenía gachas de mijo, dos huevos, un palito de masa frita y dos verduras salteadas. Se quedó con un plato y me dio otro. En comparación, la comida del centro de detención eran sólo bollos al vapor y sopa de col congelada, la col tenía barro en la parte inferior.
A partir de entonces, hirvió una olla grande de agua todos los días y la puso delante de mí. Decía a todo el mundo: "Esto es agua hervida para los practicantes de Falun Dafa. Nadie más puede beberla".
Una semana después, un guardia entró con un papel y le dijo que hiciera las maletas y se fuera a casa, que estaba condenada a tres años de libertad vigilada. No se lo podía creer. Tomó el papel y lo leyó varias veces. Empezó a llorar de alegría y saltaba en círculos mientras abrazaba a una amiga suya que estaba en la celda. Lloró y dijo: "El día que me enteré de que me iban a condenar a 12 años, realmente no quería seguir viviendo. Hoy es una bendición del Cielo".
Le dije: "Hija mía, ¿te das cuenta de lo que ha pasado? Es porque entendiste la verdad y trataste bien a los practicantes de Dafa. Por eso, hoy has recibido bendiciones". Ella dijo: "¡Sí, sí!". Juntó las palmas de las manos y me dio las gracias. Le dije: "No hace falta que me des las gracias. Deberías agradecérselo a Shifu". Ella se apresuró a decir: "¡Gracias, Shifu! Gracias, Shifu" y se fue feliz para su casa.
En los dos días siguientes a su marcha, 19 de las 21 personas de nuestra celda renunciaron al PCCh.
Mis familiares recitan el "mantra de las nueve palabras" para sobrevivir a la pandemia
Cuando la pandemia estaba en su peor momento en China a finales de 2022, alrededor de las 10 de la noche, mi hijo mayor me llamó y me dijo: "Mamá, me siento muy mal". Le dije: "¿Has olvidado que en los momentos críticos hay que recitar el mantra de las nueve palabras?". Me contestó: "Se me ha olvidado. Empezaré a recitarlo ahora".
A la mañana siguiente, temprano, volvió a llamar: "Ya me he recuperado, pero mi mujer y mi hijo están enfermos". Le dije: "Explícales el mismo método que te expliqué a ti y todo irá bien". Un día después, ambos se habían recuperado.
Estaba preocupada por la familia de mi hermana y les llamé. Mi hermana me dijo que había contraído el virus y que estaba de pie en la habitación, porque no podía sentarse; y que había estado sin aliento toda la noche anterior. Rápidamente le dije: "¡Recitar el mantra de las nueve palabras puede salvarte la vida!".
Al día siguiente, mi hermana me llamó y me dijo: "He estado recitando toda la noche. Ahora estoy bien y puedo tumbarme a dormir".
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