(Minghui.org) Mi padre era analfabeto, introvertido, irritable, de mente estrecha, envidioso, desconfiado, y llevaba el ceño fruncido todo el día. En cambio, mi madre era trabajadora, honesta, magnánima, optimista y respetuosa con los demás. Este fue mi entorno familiar desde muy joven.
Constantemente observaba las palabras y expresiones de mi padre, temiendo que cualquier nimiedad pudiera disgustarle. A menudo reprendía a mi madre e incluso le tiraba cosas. Mi padre no hacía nada productivo y sólo vivía para crear caos. Mi madre tenía que soportar tanto los insultos de mi padre, como la carga de criarnos a los cuatro hermanos, lo que la dejaba exhausta y aquejada por enfermedades.
Como niña en ese ambiente, yo era infeliz y estaba llena de resentimiento. Resentía los malos tratos de mi padre hacia mi madre, su falta de afecto hacia nosotros y su incompetencia. Incluso deseaba su muerte prematura, creyendo que eso nos traería paz.
A menudo me lamentaba de mi destino y me preguntaba por qué había nacido en una familia llena de dolor. Temía por el sufrimiento de mi madre, y esta era mi mayor agonía. Anhelaba crecer pronto para encontrar un hombre bueno y honesto con quien casarme y llevarme a mi madre conmigo. Finalmente, cuando llegó el momento de casarme, mi abuela y mi tía me ayudaron a encontrar un hombre amable y honesto. Sin embargo, surgió un problema: en el fondo me desagradaba. Me molestaba su falta de altura y de atractivo, así como su supuesta falta de habilidades y logros. Pero debido a diversas presiones, me casé con él de mala gana.
Tenía una voluntad férrea y un don para el éxito, y estaba decidida a llegar siempre a lo más alto. Esto se extendió a mi carrera académica y profesional, convirtiéndome en una persona de éxito. Sin embargo, en las relaciones interpersonales, tenía problemas. Heredé el carácter irritable de mi padre, que no perdonaba cuando tenía la razón, guardaba rencor y era muy envidioso. Cuando veía a otras mujeres que se casaban con hombres guapos y de éxito, y vivían vidas de lujo, me molestaba no tener yo misma un marido capaz. Mantenía estos estándares de éxito y prominencia por encima de todo lo demás. Mi marido no cumplía esas altas expectativas, lo que me llevó a estar resentida con él, menospreciarlo, maldecirlo e incluso desear su muerte.
Durante ese tiempo, no sólo maltraté a mi marido, sino también a los miembros de mi familia. Pertenecíamos a una familia numerosa. Mi cuñada cocinaba para mí y si la comida estaba demasiado salada o insípida, me peleaba con ella. Ella me temía y estaba resentida conmigo, pero era incapaz de enfrentar mi comportamiento.
Cuando empecé a practicar Falun Dafa, vino a verme una vendedora de seguros. Mi cuñada le dijo: "Mi cuñada practica Falun Dafa ahora; si no, no me atrevería a decir esto. Antes, tenía miedo incluso de oír su voz, temiendo una reprimenda por cualquier leve error. Compré una pequeña olla eléctrica para cocer arroz y cocinaba en el cuarto de baño del piso de arriba para evitar comer con ella. Para ser sincera, no tenía miedo de mi marido, sino mucho miedo de ella".
Mi hija también dijo una vez: "Mamá, los demás te llaman tigresa o demonio, pero no se atreven a decírtelo a la cara por miedo a que les regañes". Antes de practicar Falun Dafa, vivía en un constante estado de resentimiento, sintiéndome prisionera de mis emociones, y sufría mucho. No podía comer ni dormir y, con el tiempo, este resentimiento acumulado me provocó diversos problemas de salud.
En la primavera de 1999, mientras buscaba soluciones médicas y me sentía perdida, tuve la suerte de recibir el libro Zhuan Falun y aprender las cinco series de ejercicios de Dafa. En sólo una semana, mi dolor físico desapareció por completo. A través del estudio de las enseñanzas comprendí que el sufrimiento y la enfermedad eran el resultado de mi yeli, y que mis acciones tienen consecuencias. Empecé a controlar mi comportamiento y a seguir los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia, tratando a todo el mundo con amabilidad, incluido mi marido. Al recordar mi comportamiento en el pasado, me sentí culpable y comprendí la carga que había impuesto a mi familia.
En cuanto a los intereses personales, me desapegué de ellos. En mis acciones tenía en cuenta primero a los demás, evitaba los conflictos y buscaba la armonía. Sufrí varios accidentes, pero no pedí indemnizaciones. Cuando iba de compras, no regateaba, y cuando nuestra casa ancestral fue heredada, no discutí con mi hermano menor por ella. Alquilé propiedades a precios reducidos durante la pandemia o en los periodos de construcción.
Experimenté una tremenda transformación al eliminar mis rasgos negativos. La gente encontraba este cambio increíble y difícil de comprender. Algunos se reían de mí, me llamaban tonta, pero yo me encogía de hombros. Otros se burlaban de la pérdida de mi juventud y libertad, pero yo lo afrontaba sin arrepentirme.
En este mundo en decadencia moral, donde el bien y el mal están desdibujados, es extraordinario que me las haya arreglado para mantenerme virtuosa e incorrupta, por encima del lodo y el estiércol. ¿Quién posee un poder tan inmenso para provocar tan profundo cambio, conduciendo a la gente lejos del camino equivocado y guiándolos hacia el recto? Orgullosamente proclamo que es mi compasivo y gran Shifu Li Hongzhi quien me sacó de lo profundo del infierno, me limpió, restauró mi salud y me guió hacia el camino de rectitud.
A medida que la rectificación del Fa de Shifu se acerca a su final, atesoraré cada día y cada momento otorgados por Su inmenso sacrificio. ¡Cultivaré diligentemente, cumpliré mi misión y retribuiré la inmensa gracia de mi misericordioso Shifu!
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