(Minghui.org) Me arrestaron el 5 de septiembre de 2005, y me condenaron a tres años y medio de prisión por creer en Falun Dafa. Tras ser puesto en libertad en abril de 2009, me enteré de que mi esposa y mi hijo de 10 años llevaban años desaparecidos. Lo había perdido todo, ya que también me despidieron del trabajo.
Superando mi apego a la lujuria
Más tarde trabajé en un hospital, y mis amigos y compañeros quisieron encontrarme pareja. Me presentaron a muchas mujeres. Algunas eran divorciadas, otras solteras e incluso una era la hija de un practicante de Dafa. Las rechacé a todas.
Ni siquiera podía mantenerme a mí mismo, así que ¿cómo iba a asumir la responsabilidad de mantener a una nueva familia? Además, ya estaba casado y tenía un hijo. ¿Cómo iba a volver a casarme? He practicado Falun Dafa desde marzo de 1995, y los principios del Fa sostienen requisitos estrictos al respecto. No podía violar las enseñanzas del Maestro Li y hacer cosas que me hicieran perder mi virtud.
Este problema me surgió porque todavía tenía el deseo de la lujuria. Miré en mi interior y encontré el apego a querer formar una familia, con una bonita esposa y unos niños encantadores. Mirando más profundamente, descubrí que tenía miedo a la soledad y que anhelaba una vida feliz. Éstos eran, precisamente, los apegos que tenía que eliminar. Cuanto más me tranquilizaba en este aspecto, menos mujeres me presentaban. Hasta que, al final, nadie volvió a mencionar el asunto.
Un día, cuando estaba de guardia en el hospital, una mujer joven se presentó y me dio un sobre rojo. Me dijo que era una felicitación de Año Nuevo y un agradecimiento. Era una de las pacientes del hospital y, por cierto, era muy guapa. Rechacé su ofrecimiento y le expliqué por qué no podía aceptarlo. Así que no insistió, pero me invitó a cenar. Entonces, decliné la invitación. Cuando volví a casa, alguien llamó a mi puerta. La abrí, y la vi allí, de pie. Como esta vez, venía con las manos vacías, la dejé entrar.
Me ayudó a fregar el suelo, a ordenar la habitación y a encontrar un carpintero que me arreglara la puerta del armario. Aunque sentía gratitud y tenía una buena impresión de ella, me sentía inquieto. Nada es casualidad.
Pensé para mis adentros: "Soy un hombre que vive solo en una casa, y una mujer me ayuda a limpiarla, lo cual era exactamente lo que necesitaba. Pero, la gente podría pensar que es mi esposa. ¡Qué vergüenza!". ¿No era esta mi lujuria en acción? Es cierto, que me hacía sentir bien, pero ¿no es, exactamente, la lujuria lo que el Maestro quiere que elimine? Entonces decidí comenzar a enviar pensamientos rectos para deshacerme de estos pensamientos sucios, y purificarme. Al mismo tiempo, empecé a evitarla. Con un corazón firme y un comportamiento correcto, acabó desapareciendo de mi vista y nunca volvió.
Me probaron, de este modo, muchas veces. No obstante, siguiendo los principios de Dafa y manteniendo mi xinxing a la altura, pasé una prueba tras otra. Después de salir del trabajo, estudiaba el Fa, hacía los ejercicios, enviaba pensamientos rectos y salía a contarle a la gente la verdad sobre la persecución. Mi vida se volvió tan satisfactoria como significativa. Estuve así más de tres años, hasta que me llegaron noticias de mi esposa y mi hijo.
Mi Esposa y mi hijo regresan
En febrero de 2013, me enteré de que mi mujer y mi hijo estaban en Beijing. Y de que mi mujer padecía una enfermedad mental. Un amigo tomó la decisión de hacer cargo de ellos, hace años.
Aunque deseaba ir a Beijing para traerlos de vuelta, las autoridades habían manipulado mi documento de identidad, y no podía tomar el tren. Y un taxi hasta Beijing era demasiado caro. Cuando le pedí ayuda a mis padres, me sugirieron que se lo comentara mejor a mis hermanos y a mi hermana. Entonces, mis dos hermanos y mi hermana, que son más jóvenes que yo, tomaron el tren a Beijing y se encontraron con mi mujer y mi hijo.
Mi mujer no podía coger el tren debido al estado en que se hallaba. Además, ningún taxista se mostraba dispuesto a llevarla. Entonces mi hermano llamó a un amigo para que fuera a recogerlos en Beijing. Mi hermano se gastó más de 10.000 yuanes en traer de vuelta a mi mujer y a mi hijo. Su amigo hizo una primera parada en el hospital psiquiátrico local, donde ingresaron a mi mujer y le diagnosticaron esquizofrenia. Así que no tuve más remedio que dejarla allí para que la atendieran, y llevarme a mi hijo a casa.
Haciendo frente a la enfermedad de mi esposa
Visitaba a mi mujer todos los días. Se comportaba de forma hostil al punto de que, a menudo, me increpaba e insultaba. Sentía rencor y me lamentaba por haberla traído de vuelta. Cuando volvía a casa y estudiaba el Fa, me iluminaba a que no debía sentir resentimiento, sino tratar de comprenderla. Su enfermedad se debía a que el Partido Comunista Chino me estaba persiguiendo. Así que debía tratarla con bondad. Hiciera lo que me hiciera, no podía generar pensamientos negativos.
No dejaba de visitarla y le llevaba frutas, pasteles e incluso sus comidas favoritas. A veces me increpaba, cosa que me avergonzaba. Aunque mi deseo de que nos reencontráramos algún día era muy fuerte, y cada vez que la visitaba me sentía esperanzado, volvía a casa decepcionado e incluso arrepintiéndome de haber ido. Cuando estudiaba el Fa, caía en la cuenta de que me equivocaba y no debía sentir resentimiento. Así que enviaba pensamientos rectos para disolver estos pensamientos negativos.
De vez en cuando, alguien intentaba persuadirme para que me divorciara. Hasta mi mujer repetía que quería divorciarse. Pero yo nunca transigí. Poco a poco, a medida que me fui tranquilizando, las palabras y los actos de mi mujer dejaron de ejercer tanta influencia en mí. Le agradecí mucho que me ayudara a mejorar mi xinxing. Cada vez que iba a visitarla y le llevaba su comida, sentía que en el fondo de su corazón perduraba una actitud cariñosa. Esperaba que se recuperara pronto y volviera a casa.
El hospital envió un automóvil a recogerme el 13 de abril de 2020, advirtiéndome de que la condición de mi esposa había empeorado. Cuando llegué, me dijeron que sufría una tuberculosis pulmonar grave. Había que trasladarla a un hospital de tuberculosos, para que le administraran tratamiento. Entonces, la llevé, me quedé con ella y la cuidé de todo corazón. Como no podía comer sola, le di de comer; como no podía usar el baño sola, la ayudé. Después de atenderla bien, me tomaba mi tiempo para estudiar el Fa, hacer los ejercicios, enviar pensamientos rectos y aclararle la verdad a la gente. Cuando hacía buen tiempo, la llevaba afuera para que se sentara al sol. Le dieron de alta del hospital tres meses después.
En casa, se negaba a tomar la medicina. Y volvió a enfermar poco después. Entonces, la llevé de vuelta al hospital. Pese a que toda la semana le llevaba comida, seguía increpándome de vez en cuando. Cuando lo hacía, guardaba silencio y pensaba para mis adentros: “¿Por qué me estará tratando así? ¿Puede ser que no esté cumpliendo con los principios de Dafa?”. Así que miré hacia adentro y corregí mis pensamientos negativos. A medida que mi estado de ánimo se volvía cada vez más pacífico, su condición mejoraba.
Ahora, algunos compañeros de trabajo cuando encuentran conflictos familiares me toman como ejemplo, y sus problemas se resuelven.
En la cultura tradicional china, el cabeza de familia es el esposo. Debe tener una voluntad fuerte y no dejarse derrotar cuando se encuentra con dificultades. Debe mantener a la familia y tratar a su esposa con bondad. Al mismo tiempo, la esposa cuida de su esposo, educa a los niños, y es gentil y virtuosa. ¡Los discípulos de Falun Dafa tienen la misión de dejar las referencias del futuro!
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