(Minghui.org) Comencé a practicar Falun Dafa en 2006. Poco después, me sentí muy emocionada al comprobar que muchas de mis enfermedades, como los fibromas uterinos, habían desaparecido. En los últimos 17 años de cultivo, he sufrido lesiones o me han salido ampollas en la cara. Pero gracias a Falun Dafa, siempre me recupero completamente, sin que me queden cicatrices.

El primer incidente fue en 2010. Quité el retrato de Mao Zedong, el antiguo presidente del Partido Comunista Chino, de casa de mi suegra sin decírselo. Mi marido se enfadó mucho y me dio un puñetazo en el ojo. Caí al suelo y me brotó sangre del ojo izquierdo. Entonces mi marido cogió una botella térmica y me la rompió en la cabeza. Los trozos de metal de la botella me cayeron encima. La sangre y el agua me corrían por la cara y me cubrían el cuerpo. Mis suegros estaban estupefactos. Le gritaron a mi marido que me llevara al hospital. Decidí volver a casa, sabiendo que podría recuperarme practicando Falun Dafa.

Una compañera practicante me invitó a su casa, para que pudiéramos estudiar las enseñanzas de Dafa y hacer los ejercicios juntas. A través de un intenso estudio y autorreflexión, identifiqué muchos de mis defectos. Algunos de ellos eran la falta de paciencia, la mentalidad competitiva y el trato dominante que daba a los demás. Estaba impregnada de la cultura de lucha del Partido Comunista. Las enseñanzas de Dafa nos dicen que la mente y el cuerpo están conectados. Cuando mejoré mi carácter, también mejoró mi salud. Bendecida con el poder de Dafa, mi ojo izquierdo se recuperó completamente en dos meses.

El 11 de enero de 2023, noté una pequeña ampolla blanca en la esquina de mi ojo derecho. Pocos días después, me picaba y se hinchó. Antes de darme cuenta, las ampollas me cubrían la frente. El lado derecho de mi cara estaba tan hinchado que no podía abrir el ojo. Las ampollas no sólo me desfiguraban la cara, sino que el dolor que me causaban era aún más insoportable, como si tuviera innumerables agujas de acero atravesándome la cabeza.

Mi hermana y mi hija me instaron a ir al hospital. Una vez más, decidí tomar otro camino. Mediante el estudio intensivo de las enseñanzas de Falun Dafa y la práctica de los ejercicios, ¡las ampollas desaparecieron sin dejar rastro! Me miré en el espejo: mi piel estaba fina y radiante, como si me hubieran concedido una cara nueva. Convencida del poder de Dafa, mi hija dejó de enfadarse conmigo y volvió a hablarme. Mi hermana me dijo que yo parecía otra persona.