(Minghui.org) Un coordinador de un proyecto y yo habíamos cooperado muy bien, sobre todo en la edición de tutoriales. Él se encargaba de editar el texto y yo de las imágenes. El coordinador consideraba que sus conocimientos de edición de fotos eran insuficientes.

Hace algún tiempo, este coordinador inició un nuevo proyecto. Me dijo que no requería mucho trabajo. Así que él continuaría editando el texto, y me pidió que me encargara de la edición gráfica. Acepté.

Tenía experiencia en edición gráfica. El primer trabajo era un tutorial que ya había editado anteriormente. Seleccioné rápidamente el material y completé la edición. Sin embargo, el coordinador pensó que el contenido del primer trabajo era demasiado complicado y me pidió que lo modificara de acuerdo a sus sugerencias. Entonces hice nuevas capturas de pantalla y volví a editar la página.

Pensé que lo había hecho bien, pero lo rechazó de nuevo. Esta vez, él mismo editó las imágenes e incluso cambió el tema del color. Pensé: hay plantillas que se supone que utilizamos para editar imágenes, ¿cómo pudo cambiarlas así tan a la ligera? Además, usó mi color menos favorito: el rojo.

Había evitado usar el rojo desde que Shifu dijo:

“... observen qué está poniendo el malvado Partido en los escenarios para las actuaciones: telones rojos, luces rojas, vestuarios rojos, escenografías rojas –vaya, todo el escenario está lleno de rojo. Si no son enormes linternas rojas, entonces son banderas rojas llenando el escenario”. (Exponiendo el Fa en San Francisco, 2005)

Le dije al coordinador que me parecía que el rojo se parecía a la sangre y le mencioné la parte de la conferencia de Shifu. Él respondió que el color rojo también se puede usar decorativo. Envió las dos versiones, la mía y la suya, a un coordinador de nivel superior y le explicó por qué había cambiado el color. Eligieron su versión.

Me di cuenta que no me resultaba fácil cambiar mis nociones humanas. Decidí ver el vídeo de la conferencia de Shifu impartida a los practicantes australianos. Después de verlo durante dos días, mis nociones cambiaron. Es decir, ya no estaba enfrascado en la cuestión del color. De hecho, me pareció que la flecha roja que había utilizado el coordinador del proyecto era llamativa.

Después de ese incidente, el coordinador me dio otro trabajo para editar. Dos días después de terminarla, cambió de opinión e hizo sus propias ediciones. Esta vez me tranquilicé y le dije: "Por favor, edite todos los futuros trabajos. No quiero que se desperdicie el tiempo". Me contestó: "Ok, se lo enviaré para que lo revise cuando termine de editarlo".

Me di cuenta que generalmente no tenía en cuenta mis sugerencias después de que yo revisara sus ediciones. Así que dejé de hacerle sugerencias. Me limité a decir "¡Bien!".

Cuando el proyecto quedó terminado, tuve que admitir que el coordinador había hecho un excelente trabajo. Me sentí muy contento por los resultados. Sin embargo, me di cuenta que entre más de 30 trabajos, ¡ninguno había sido hecho por mí! Me pregunté por qué. No dejaba de pensar en eso y no podía calmarme, ni siquiera cuando estaba estudiando el Fa, haciendo los ejercicios o enviando pensamientos rectos.

Descubrí que se trataba de mi apego a la envidia. Sabía que no debía permitir que este estado continuara. Debía eliminarlo.

No fue fácil. De vez en cuando aparecían sentimientos que me desequilibraban. Continué esforzándome por eliminar este apego. Al final, Shifu me ayudó. En la siguiente ocasión en que surgió el sentimiento de injusticia, inmediatamente apareció un pensamiento: "Está bien mientras el coordinador esté contento". Tan pronto como surgió este pensamiento, ¡shua! Sentí que mi cuerpo estaba extremadamente relajado y que mi corazón estaba lleno de felicidad y paz. ¡Gracias, Shifu!

No hay palabras para describir mi gratitud a Shifu. ¡Lo único que puedo hacer es seguir mejorando en mi cultivación!

Eliminando apegos cuando cooperaba con otros

En otro proyecto, el coordinador es alguien con un gran sentido de la responsabilidad. El trabajo implicaba revisar y mejorar constantemente. Yo cooperaba incondicionalmente, haciendo cambios en todo lo que me pedía hacer.

Por casualidad, encontré un artículo de intercambio de experiencias escrito por él. Era sobre el proyecto en el que yo participaba. Escribió: "Cuando dije: 'He hecho algunos cambios en la página', en realidad le dediqué tres horas enteras".

Al leer esto, me enfadé: "Solo le dedicó tres horas. Le dediqué mucho más tiempo. Incluso estuve haciendo cambios a la una de la madrugada de ese día".

Apenas surgió este pensamiento, me alarmé y pensé: "¿Qué me sucede? ¿Qué es lo que quiero? ¡Estoy envidioso! Tengo que deshacerme de este apego".

Eliminar un apego lleva tiempo. Cuando mi envidia volvía a aflorar, le hablaba al mal pensamiento con mucha severidad: "¿Qué quiere? Hay que hacerlo mejor. Si lo hiciera todo perfectamente, el coordinador del proyecto no tendría que dedicar su tiempo en hacer cambios". Sabía que estaba ocupado en otro gran proyecto. Así que tres horas era mucho tiempo para él. "Sigues enfadado. Deberías irte". Mi enfado desapareció.

Llevar a cabo un proyecto hasta el final requiere la cooperación de todos. Varios practicantes muy capaces han abandonado el proyecto en el que estoy participando actualmente. Contribuyeron mucho en el pasado, pero tuvieron que marcharse cuando nos acercábamos al final. Lo siento por ellos. Espero sinceramente que regresen y sigan prestando este valioso servicio a los compañeros practicantes de China continental.