(Minghui.org) Tengo 67 años y conocí Falun Dafa en 1995. Aunque empecé a practicar hace mucho tiempo, no me cultivaba de verdad. Ni siquiera pude terminar de leer Zhuan Falun por completo en todos esos años.

No fue hasta 2010 que finalmente desperté y comencé a practicar seriamente. Me gustaría compartir cuatro historias increíbles que ilustran el extraordinario poder de Dafa.

Más allá del tiempo y el espacio

Después de estudiar el Fa con otros practicantes, fui en mi bicicleta eléctrica a recoger material informativo sobre Falun Dafa. Normalmente, tardaría 50 minutos ida y vuelta, pero aquel día lo hice en 5 minutos.

Al volver tan pronto, los demás me preguntaron por qué no había recogido los materiales. Les dije que ya lo había hecho. Se sorprendieron de que volviera tan pronto y pensaron que debía de haber viajado por otra dimensión.

Un largo viaje con poca batería

Mi mujer, también practicante, y yo íbamos a ir en nuestra bicicleta eléctrica para colgar carteles de esclarecimiento de la verdad. Antes de salir de casa, nos dimos cuenta de que la batería estaba baja, pero no tuvimos tiempo de cargarla.

Me preocupaba no poder recorrer los 16 km de ida y vuelta. Sin embargo, mi mujer no se preocupó y dijo que estábamos haciendo lo más recto y que el Maestro Li (fundador de Falun Dafa) nos protegería.

Colgamos los carteles sin problemas, y cuando volvimos aún había suficiente batería. ¡Dafa es increíble! Gracias, Maestro.

El hervidor de agua que no se incendió

Una noche estaba hirviendo agua y me ocupé de otras cosas antes de irme a la cama. Me desperté a media noche y sentí un olor a quemado.

Entré en la cocina y vi que el hervidor estaba rojo de tanto calor. El humo era sofocante, pero no se había prendido fuego.

Me asusto de solo pensarlo. Pero no ocurrió ningún peligro, gracias a la protección del Maestro y al poder de Dafa.

Extraer una llave rota

Trabajo como conserje en un hospital provincial. Una mañana, mientras limpiaba la sala de resonancia magnética, rompí sin querer la llave de la puerta con el mango de la fregona. La otra parte de la llave estaba atascada dentro de la cerradura.

Estaba preocupado porque ya era casi la hora de abrir y muchos pacientes tenían turnos. Empecé a sudar y pedí ayuda a los demás conserjes. Algunos no pudieron ayudarme, mientras que otros intentaron sacar la llave rota con una aguja.

Nada funcionaba, así que pedí ayuda al Maestro: "Por favor, ayúdame a sacar la llave rota para que puedan entrar los pacientes".

Entonces ocurrió algo extraño. El cilindro de la cerradura empezó a girar cuando le clavé una aguja. Dio una vuelta completa y liberó la llave rota. Saqué fácilmente la llave y abrí la puerta. Los pacientes pudieron entrar como estaba previsto.

Se me caían las lágrimas, pues no había palabras para expresar mi gratitud al Maestro.

Doy las gracias al Maestro por protegerme e inspirarme en mi camino de cultivación. Haré bien las tres cosas y despertaré a más gente.

Por favor, tengan la amabilidad de señalar cualquier cosa inapropiada.