(Minghui.org) He practicado Falun Dafa durante más de 20 años, y he luchado a lo largo del camino. Con la protección de Shifu y la iluminación constante, gradualmente me fui separando de las nociones humanas. Dafa me transformó.

Deja que el lado divino guíe el camino

Fui a Beijing para apelar por el derecho a practicar Dafa, en junio de 2000. Mientras viajaba en el tren, recitaba constantemente el Fa para llenarme de fuertes pensamientos rectos y suprimir mis nociones humanas.

Cuando llegué a la plaza de Tiananmen, me encontré con algunos practicantes que conocía. Varios de nosotros sosteníamos grandes pancartas que decían "Falun Dafa es bueno" y "Reestablezcan la inocencia de Shifu". Al unísono gritábamos los mensajes. Un grupo de agentes de civil nos vio y se acercó corriendo. Nos patearon y golpearon y luego nos llevaron a un estadio.

Habían llevado al estadio a muchos practicantes de Dafa. Había agentes y soldados armados patrullando la zona. Nos sentimos orgullosos de dar un paso al frente y defender a Dafa. No teníamos miedo. Por la noche, los practicantes recitaron al unísono las conferencias de Shifu. La escena era muy serena y espectacular. Las voces de miles de discípulos de Dafa eran extremadamente altas; los oficiales presentes parecían sorprendidos.

Más tarde, las autoridades nos dividieron en grupos y nos interrogaron uno por uno. La persona que me interrogó era un oficial mayor. Me negué a dar mi dirección o mi nombre. No importaba lo que me preguntara, yo seguía recitando mentalmente el Fa de Shifu sin distraerme con mis nociones humanas.

Podía sentir la presencia tanto de mi verdadero yo como de mi lado humano, y que mi lado divino estaba asumiendo un papel protagonista. En ese estado maravilloso y compasivo, sentí que estaba en un lugar elevado del universo y que había trascendido el mundo humano. Incluso el oficial que me interrogaba dijo que podía sentir la energía recta que emanaba de mí. Le expliqué la verdad sobre Dafa a él y a otras dos personas. Fueron muy receptivos y me liberaron. Sentí que ese día me había desprendido de muchas capas de mi yo humano.

Abandonar el yo y armonizarse con un solo cuerpo

A finales del año pasado, una practicante que vivía en mi barrio fue arrestada en su casa mientras recibía a docenas de practicantes en una reunión. El día antes de su audiencia en el tribunal, los practicantes locales me preguntaron si podían venir a mi casa para enviar pensamientos rectos para ella.

Aunque acepté, los pensamientos negativos y el miedo ocuparon mi mente. No podía concentrarme mientras hacía los ejercicios por la mañana. Intenté rechazar los malos pensamientos y no dejaba de recordarme: "No hemos violado ninguna ley al practicar Falun Dafa y no deberían perseguirnos". Me mantuve firme en ese pensamiento y las abrumadoras nociones negativas fueron suprimidas.

Más tarde, cuando envié pensamientos rectos junto a otros practicantes, sentí que Shifu eliminaba una vez más mis pensamientos negativos y mis obstinadas nociones humanas. Me liberé de mí yo y armonicé con el cuerpo único. Una vez más, me sentí bien siendo desinteresado.

Dejar ir el yo y apreciar la oportunidad de salvar a la gente

Una vez cedí mi asiento a una mujer de unos 70 años en un autobús. Me expresó su gratitud y empezamos a conversar. Me dijo que su hijo era policía. Le aclaré la verdad sobre Dafa y la animé a que renunciara al Partido Comunista Chino (PCCh) y a sus organizaciones asociadas. Aceptó renunciar a la Liga Juvenil. Mientras hablaba con ella, todos los pasajeros del autobús escuchaban en silencio. Sentí que me rodeaba un campo de energía sereno y benevolente.

Antes de bajar del autobús, le pedí que animara a su hijo a renunciar al PCCh y a proteger a los practicantes de Dafa. Me dio las gracias por contarle la información y me aseguró que hablaría de esto con su hijo.