(Minghui.org) Hace muchos años participé en un proyecto de esclarecimiento de la verdad. Afrontamos enormes presiones y dificultades. Justo cuando estábamos a punto de hacer grandes avances, otro practicante, Lei, se unió a nosotros y estaba en posición de tomar decisiones importantes.

Lei tenía una visión muy diferente del proyecto. Su forma de hacer las cosas era completamente diferente a la nuestra. En lugar de que las cosas avanzaran como esperábamos, su participación fue muy perturbadora y lo complicó todo.

Cuando intentábamos comunicarnos con Lei, nos ridiculizaba. No discutimos con él. En cambio, intentamos aguantar y cooperar. En una fase importante, cuando nos faltaban mano de obra y recursos, tuvimos que suspender el proyecto, lo que finalmente llevó a cerrarlo.

Cuando reflexionamos sobre por qué fracasó el proyecto, Lei nos echó la culpa y dijo que habíamos hecho un mal trabajo antes de que él se incorporara. Hablamos entre nosotros y decidimos que, para no agravar el conflicto, no debíamos discutir con él ni intentar explicar la situación a otros practicantes. Nos mantuvimos alejados de Lei y soportamos las críticas y los comentarios negativos de todos.

Después de que me detuvieran, muchos años después, un policía me dijo: "Escuché que tuviste algunos conflictos con Lei". Recordé aquel incidente, pero no pensé que hubiera hecho nada malo, ya que nunca dije nada negativo sobre Lei en todo el proceso.

Después de ser liberado, repetí el incidente una y otra vez en mi mente e intenté recordar todos los detalles. Pero seguía sin ver qué había hecho mal. Le pedí a Shifu que me diera una pista. Entonces recordé el verso "El que tiene la razón es él El que está equivocado soy yo" del poema Quién tiene razón, quién no de Hong Yin III.

Al principio, seguía pensando que no estaba equivocado, incluso con la insinuación de Shifu. Lloré al pensar en todo lo que había soportado durante años. Pero al mismo tiempo, también sabía que si Shifu decía que estaba equivocado, debía haber hecho algo mal. Después de calmarme, acepté el hecho de que estaba equivocado y estaba dispuesto a afrontarlo.

Un día, mientras estudiaba el Fa, leí:

“Las presiones que vienen de afuera de los Dafa dizi son pruebas, son oportunidades para avanzar diligentemente; los conflictos y presiones que vienen de adentro de los Dafa dizi igualmente son pruebas, son oportunidades para avanzar diligentemente” (Saludos al Fahui europeo).

Inmediatamente lo comprendí. Al recordar el incidente, me di cuenta que había cometido muchos errores y vi que había muchas oportunidades en las que pude haber manejado mejor la situación. Dejé atrás mi resentimiento hacia Lei y le agradecí sinceramente que me hubiera ayudado a mejorar.

Lo que más aprendí del incidente fue que no debemos juzgar las cosas basándonos en el concepto que tiene la gente de lo que está bien y lo que está mal. Siempre que haya un conflicto, debemos mirar más allá e intentar encontrar activamente formas de trabajar unos con otros para alcanzar nuestro objetivo común de salvar a la gente. No importa si tengo razón o no. La clave está en cómo mejoro en medio de los conflictos.

Cuando decidimos si algo está bien o mal, lo hacemos desde el estándar de un nivel particular. Pero cuando miramos las cosas desde un nivel superior, podemos descubrir que nuestro entendimiento previo de lo que está bien frente a lo que está mal es totalmente incorrecto. Si insistimos en nuestra "razón", eso en sí mismo es incorrecto, porque significa que permanecemos en el mismo nivel y no estamos mejorando. Ahora ya no pienso que ese proyecto fuera un fracaso total, sino una oportunidad de cultivación.