(Minghui.org) Algunos miembros de mi familia comenzaron a practicar Falun Dafa en 1997. Influenciado por el ambiente de cultivación de la familia, yo también empecé a practicar Falun Dafa. A lo largo de dos décadas de cultivación, he tenido momentos de diligencia y otros de aflojamiento. Estoy agradecido por la misericordia de Shifu que me ha guiado hasta hoy.

Me gustaría compartir con los practicantes jóvenes mis experiencias de cultivación y mis percepciones personales. Quiero ser más diligente durante la fase final de la rectificación del Fa.

Imposible ser diligente sin dejar el móvil

Desde la infancia, tuve problemas similares al TDAH: falta de concentración y una conciencia principal débil. Al crecer, no presté atención a cultivar estos problemas. No entendía realmente la grandeza de la oportunidad de cultivación y el significado extraordinario de ser un practicante de Dafa. Aunque estudiaba el Fa, no me cultivaba sólidamente y actuaba como una persona común en algunos aspectos.

Después de graduarme de la universidad y entrar en el mundo laboral, mi teléfono móvil se convirtió en un compañero constante. La amplia gama de información en mi teléfono contaminó gravemente mi mente.

Shifu dijo:

“Sea mirar la televisión, la computadora, no importa qué cosa sea, cuando lo miras, entra. Cuanto más se llenan el cerebro humano y el cuerpo con cosas no buenas, más controlarán estas cosas tu comportamiento. Tus palabras, tu forma de pensar, tus actitudes al conocer cosas, todo es afectado” (Enseñando el Fa en el Fahui de Nueva York 2010).

Diversos juegos de ordenador, películas y vídeos cortos están llenos de elementos de materialismo, deseos y competición, que promueven la pereza y la indulgencia a la vez que evocan el anhelo de una vida mejor. Debido a mi falta de diligencia en la cultivación y a una conciencia principal débil, me resultaba difícil controlarme. No utilizar el teléfono me hacía sentir aburrido e incómodo, como un adicto a las drogas. Todos los días perdía mucho tiempo con el teléfono.

Cuestiones persistentes como la irritabilidad, el apego a la fama y la ganancia, la lujuria y la competitividad eran difíciles de eliminar. Incluso durante el estudio del Fa, haciendo los ejercicios y enviando pensamientos rectos, no podía calmar mi mente completamente.

Perdí la cuenta de cuántas veces tomé la decisión de dejar el teléfono, pero no pude resistirme a tomarlo de nuevo, ver material inapropiado e instalar y desinstalar repetidamente diferentes juegos. Mi cultivación en ese aspecto permaneció estancada. Me costaba seguir el ritmo del estudio del Fa y me daba pereza hacer los ejercicios por la mañana. Mi horario de sueño se volvió caótico y me sentía mental y físicamente agotado.

Con la guía compasiva de Shifu y la persuasión de mi madre, intenté dejar el teléfono y empecé a estudiar el Fa y a hacer los ejercicios por las mañanas con regularidad. Poco a poco me di cuenta de la importancia de mirar hacia adentro, y mi comprensión del Fa se profundizó. Fortalecí mi conciencia principal para controlarme de verdad, negar por completo la persecución de las viejas fuerzas y eliminar los factores negativos que me imponían.

Un día, me di cuenta de que la estrategia de persecución de las viejas fuerzas contra los jóvenes discípulos de Dafa era muy parecida a "hervir una rana". Las viejas fuerzas fortalecían nuestros diversos apegos a través de teléfonos celulares u otras formas de entretenimiento, alimentando tendencias de búsqueda de comodidad, miedo al aburrimiento, búsqueda de placer y renuencia a soportar dificultades. Todas estas emociones nos desvían de la cultivación y obstaculizan nuestra diligencia en la cultivación y la salvación de los seres conscientes.

Estar apegado a jugar con el teléfono móvil es verdaderamente un "veneno" para los cultivadores y una herramienta que las viejas fuerzas utilizan para destruir a los practicantes de Dafa. Espero que los practicantes jóvenes puedan reconocer claramente el peligro de ese apego.

Dejar ir la ganancia personal

A principios de 2021 empecé a trabajar en el sector inmobiliario, en el que nunca me había involucrado. Debido a las dificultades económicas que nuestra familia atravesaba desde hacía tiempo y a que yo había llegado a la edad en que había que plantearse el matrimonio y la compra de una casa, tenía el deseo de vender más propiedades y ganar más comisiones. Sobre todo cuando me enteré de que un colega había conseguido un gran negocio y había ganado decenas de miles o incluso cientos de miles en comisiones. En apariencia no me afectaba, pero en mi mente se agitaban pensamientos sobre cómo conseguir grandes operaciones y ganar más dinero. Sentí una sustancia densa y dura que me oprimía el pecho y me dificultaba la respiración.

Recité el poema de Shifu:

“Vivir sin expectativas,
morir sin arrepentimientos;
extinguiendo todo pensamiento excesivo,
cultivar el fo no es difícil”

(Sin existencia, Hong Yin).

Cuando afloraban los apegos, recitar las enseñanzas o poemas relacionados de Shifu siempre resultaba eficaz. Podía sentir vagamente que las sustancias impuras habían sido eliminadas capa por capa por Shifu.

El incidente más memorable relacionado con el apego al beneficio personal fue una firma reciente. Una mujer visitó la oficina de ventas con su hija y su yerno para ver las propiedades. La oficina de ventas exigía que, antes de cerrar un trato, se presentaran el nombre y el número de móvil del comprador o de sus familiares directos para su validación. La mujer me dijo que compraba la propiedad para su hijo. Desconociendo la realidad de la situación, presenté directamente el número de móvil de la mujer.

Después de firmar, me enteré de que en realidad era el yerno quien compraba la propiedad, y que el yerno y la hija de la mujer aún no estaban registrados oficialmente como casados. El yerno y la hija no tenían ninguna relación familiar formal, por lo que la venta era nula. El jefe de la empresa me informó de que, si quería asegurar la venta, tendría que falsificar un certificado de matrimonio para que los clientes engañaran a las autoridades. El jefe incluso me proporcionó la documentación y los contactos necesarios para solicitar el certificado falso. Me instó a ocuparme del asunto en los próximos días.

Tras pensarlo y luchar con mi conciencia, recordé que soy practicante de Falun Dafa, que cultiva Verdad-Benevolencia-Tolerancia. Aunque me supusiera una pérdida personal, debía adherirme a estos principios. No podía poner en peligro mi integridad, y no podía falsificar registros aunque ello supusiera perder la venta.

Dos días después, cuando el jefe preguntó por el certificado falso, le dije que no podía seguir adelante. Le expliqué que contradecía mis creencias y que podía afectar a los intereses de la empresa. Me mostré dispuesto a aceptar cualquier decisión que tomara la empresa al respecto.

El jefe respondió: "Ya no hace falta que te ocupes del certificado. Sólo tienes que enviar los materiales al jefe de equipo para que se encargue". Acepté. Sin embargo, al reflexionar sobre ello más tarde, me di cuenta de que mi respuesta no cumplía plenamente los requisitos de los principios de Dafa. El misericordioso Shifu dispuso inmediatamente una segunda oportunidad para que yo superara esta prueba.

Después de la pausa para comer, la jefa del equipo me dijo que le enviara inmediatamente los materiales del certificado. Le dije con tono resuelto: "Por favor, dile a la líder que renuncio a esa venta porque no quiero verme involucrado en la obtención de un certificado falso". Expresé con firmeza mi actitud. Sin embargo, cuando la empresa celebró su reunión de resumen de fin de mes, la venta seguía acreditándose a mi nombre. Cuando de verdad me atreví a desprenderme del apego al beneficio personal, en realidad no perdí nada. Pero sí mejoré mi xinxing.

Perseguido por violar el celibato

Durante mis prácticas antes de graduarme en la universidad, fui influenciado varias veces por compañeros para ver películas pornográficas. Al ver que muchos de mis compañeros de clase tenían novia durante sus pasantías, desarrollé el deseo de buscar una novia. Inconscientemente, había plantado la semilla del deseo sexual. Unos años más tarde, cambié de trabajo y tuve novia. Debido a mi negligencia a la hora de cultivarme y de rectificar realmente mi apego a la lujuria, cometí errores en las relaciones entre un hombre y una mujer.

Al cabo de algún tiempo, tuve signos de yeli de enfermedad en la pierna izquierda, similares a los de la ciática. El dolor punzante persistía y afectaba significativamente mi trabajo, mis paseos y mi sueño.

Shifu dijo:

“¿Qué es lo que las viejas fuerzas y el viejo cosmos ven como la cosa más grave? La lujuria, la actividad sexual fuera del matrimonio. Eso es lo que ellos ven como la cosa más seria” (Exponiendo el Fa en la ciudad de Los Ángeles).

Miré hacia mi interior y envié pensamientos rectos para anular completamente la persecución de las viejas fuerzas. Reconocí que, aunque no lo había hecho bien, me rectificaba continuamente dentro de Dafa. Las viejas fuerzas y los seres malvados no están calificados para probarme o perseguirme a mí, un practicante de Dafa. En cuanto al apego al deseo sexual, encontré dentro de mí un aferramiento a los deseos, una búsqueda del placer sensual y un apego al deseo de una vida mejor.

El misericordioso Shifu no se dio por vencido conmigo a pesar de que arrastraba estos apegos y malos pensamientos. A lo largo de mi cultivación, Shifu me ha iluminado, me ha ayudado a eliminar mi yeli y me ha guiado por el camino recto. Las palabras no pueden expresar mi gratitud a Shifu, sólo puedo hacer las tres cosas bien, y cultivarme sólidamente en la fase final de la rectificación del Fa.