(Minghui.org) Soy camionero de trayectos largos. He viajado a Lhasa, Shigatse y otros lugares del Tíbet desde 2013 aproximadamente. 

En aquel entonces tenía unos 50 años. Tenía todo tipo de problemas de salud crónicos, como latidos cardíacos prematuros, taquicardia y estreñimiento severo. Me sentía miserable. Pero tenía la responsabilidad de mantener a mi familia, así que tenía que hacer esos viajes.

Agonizante mal de altura

La meseta tibetana se conoce comúnmente como el "techo del mundo", donde la altitud promedio es de 4.000 a 5.000 metros. Es difícil sobrellevar las duras condiciones del lugar, como la escasez de aire, la extrema radiación solar y la enorme variación de temperatura entre el día y la noche.

Muchos recién llegados a la región sufren mal de altura. Los síntomas incluyen latidos irregulares del corazón, desmayos, dolores de cabeza, mareos y dificultad para respirar. En casos graves se puede desarrollar un edema pulmonar o cerebral. A menudo veía a gente desmayarse de repente mientras trabajaba. Muchos conductores experimentados llevan botellas de oxígeno y medicamentos en sus viajes ante la posibilidad de sufrir este grave riesgo para la salud.

Generalmente van dos conductores en el camión para turnarse la conducción y evitar la fatiga. La mayoría de los conductores tienen entre 30 y 40 años. Era raro ver a conductores de 50 años como yo. Aunque tomé todas las precauciones necesarias y varios medicamentos y utilicé oxígeno, mis dolores de cabeza fueron bastante fuertes. No pude permanecer acostado, dormir ni comer, y tuve el estómago inflamado y me dolió mucho. Tuve estreñimiento, pero no me atrevía a esforzarme, por miedo a que la falta de flujo sanguíneo al cerebro me causara un desmayo y la muerte. El viaje fue angustioso y a menudo me sentí al borde de la muerte.

Segundo viaje al Tíbet fácil gracias a las conferencias de Shifu

Un compañero camionero me recomendó practicar Falun Dafa en 2014. Me dio un CD con las conferencias de Shifu, el fundador de esta maravillosa práctica de cultivación. Cuando conduje de nuevo al Tíbet, escuché las conferencias de Shifu, y no tenía dolor de cabeza. Estaba asombrado; no sólo eso, también tenía buen apetito y podía comer como de costumbre.

En una parada de camiones, me di cuenta que muchos compañeros camioneros estaban tomando medicinas y usando oxígeno. Me pregunté por qué yo no estaba enfermo como ellos. ¿Será porque estaba escuchando las conferencias de Falun Dafa? ¡Fue asombroso!

Otra cosa milagrosa me hizo creer aún más en la cultivación de Dafa. Nos aconsejaron caminar y movernos despacio y no hacer esfuerzos al defecar por miedo a sufrir consecuencias, que podían ser graves. En una de las paradas de descanso, me di cuenta que ya no tenía problemas para defecar: ¡el estreñimiento que me había atormentado durante muchos años se había resuelto!

Mi alegría fue indescriptible. No podía creer que Dafa fuera tan asombroso. De regreso a casa, mientras escuchaba las enseñanzas de Fa de Shifu, no pude evitar llorar; eran lágrimas de felicidad y gratitud. Desde ese momento empecé a practicar Falun Dafa. Siempre que mis compañeros camioneros van al Tíbet, les cuento mi historia sobre el poder curativo de Dafa.