(Minghui.org) Yo era una niña cuando empecé a cultivar Falun Dafa. A lo largo de los años, me encontré con conflictos que me dieron la oportunidad de mejorarme, pero nunca nada tan abrumador que se sintiera como un callejón sin salida. Sin embargo, la reciente campaña "Reducción a cero" del régimen comunista fue una gran prueba de xinxing para mí. Gracias a la ayuda de Shifu y el poder del Fa, superé el obstáculo negando los arreglos de las viejas fuerzas, mejorándome a través del estudio del Fa, y aclarando la verdad sobre Falun Dafa (también llamado Falun Gong).
Firmeza en la fe
Me agarró completamente desprevenida cuando mi supervisor me llamó a su oficina y me exigió que firmara las tres declaraciones de garantía para renunciar a mi fe en Dafa. No supe qué hacer ni se me ocurrió qué decirle. Solo sabía que no lo firmaría pasara lo que pasara. Como necesitaba la firma de todos para la campaña "Reducción a cero", siguió presionándome durante los días siguientes e incluso amenazó con despedirme. No sabía qué hacer ni cómo responder.
"Debería aclarar la verdad a mi supervisor y a la alta dirección", pensé. Pero no tenía ni idea de cómo dirigirme a ellos. ¿Me escucharían? ¿Me entenderían? ¿Desde qué ángulo debería aclarar la verdad? Ya había hablado miles de veces de salvar a los seres conscientes, pero en aquel momento no sabía qué decir ni qué hacer. El enfrentamiento se prolongó. Mi supervisor se impacientaba cada vez más conmigo: no entendía por qué era tan testaruda. Yo, por mi parte, no podía explicarme con claridad, lo que le disgustaba aún más.
Todos los días reflexionaba largo y tendido con la esperanza de encontrar una buena manera de aclarar la verdad a los superiores del trabajo, incluido mi supervisor. Sé hacer las cosas, pero no soy buena con las palabras. Rara vez aclaro la verdad en persona debido a mi horario de trabajo. En cambio, distribuyo folletos de aclaración de la verdad por la noche después de estudiar el Fa. ¿Qué debía hacer? ¿Cómo iba a salvar a la gente del trabajo? Me arrepentía de no haber practicado mucho esto y ahora ni siquiera sabía cómo o por dónde empezar.
Aclarando la verdad a mis supervisores
Shifu vio mi sincero deseo de salvarlos y me dio una idea: "Siempre puedes escribirlo si no puedes decírselo en persona". Esto me recordó: "Cierto. Comparado con expresarme verbalmente, soy mucho mejor escribiendo. Puedo escribir una carta aclaratoria de la verdad. Esto también podría servir".
Con la ayuda de Shifu y de otros practicantes, empecé a redactar una carta para mis jefes. Conté cómo empecé a cultivar Dafa y cómo me cambió para mejor en muchos aspectos. Expliqué qué es Falun Dafa y cómo enseña a la gente a comportarse según los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia y a convertirse en buenas personas. Hablé del único propósito de la existencia del Partido Comunista Chino (PCCh) y de los innumerables males imperdonables que cometió. Concluí la carta sugiriendo que quien la recibiera distinguiera realmente el bien del mal, no se dejara engañar por el PCCh y eligiera un futuro brillante para sí mismo y para su familia.
Después de enviar copias del borrador final a tres administradores diferentes de mi empresa, mi supervisor dejó de insistir en el asunto. Reforcé mi estudio del Fa, leyendo Zhuan Falun, el libro principal de Falun Dafa, siempre que tenía tiempo. Con la guía de Shifu, mejoré rápidamente y me iluminé a los principios más altos del Fa. Me volví más lúcida, tenía pensamientos rectos más fuertes y vi una dirección clara en mi cultivación.
Suspendida del trabajo
Al cabo de unos días, recibí un mensaje de mi supervisor pidiéndome que fuera a verlo a su despacho. "Todo lo decide Shifu", reforcé mis pensamientos rectos. "Me ocuparé de esto con dignidad y rectitud". Mi supervisor y algunos otros ejecutivos me esperaban cuando llegué.
"¿Todavía no vas a firmar la declaración?", me preguntó mi supervisor. "¿Es imposible que cambies de opinión? Hice todo lo que pude y me esforcé al máximo. No queremos que pierdas tu trabajo y esperábamos que firmaras la declaración. Pero eres tan testaruda que no nos has dejado otra opción". El funcionario de la Comisión Central de Asuntos Políticos y Jurídicos espera un informe y tendremos que mencionarte, ya que es nuestra obligación".
Mientras lo escuchaba hablar de su plan, supe que los responsables de la empresa seguían sin entender del todo la verdad. Cuando les pregunté si todos habían leído la carta que les envié, todos me confirmaron que sí. Un ejecutivo comentó que todos sabían que yo era una buena persona, que de eso no había duda, pero que practicar Falun Dafa era contrario a la ley. Le expliqué que quien infringía la ley era el PCCh. Les dije que practicar Falun Dafa es legal en China y les rogué que no se pusieran del lado del malvado Partido.
Un subjefe levantó la voz: "Si el PCCh dice que lo que haces es ilegal, entonces es ilegal. Si dicen que eres un criminal, entonces eres un criminal. Te tratan injustamente y la persecución no tiene base legal, ¿y qué? Sigues viviendo en una sociedad gobernada por el PCCh. El Partido paga mi sueldo, así que trabajo para el Partido y haré lo que el PCCh me diga que haga". Intenté explicarle algo más, pero me cortó y no quiso oír nada más.
Me suspendieron del trabajo y solo tenía unos días para decidir entre firmar la declaración o perder mi empleo. Si no firmaba la declaración para renunciar a mi fe, intervendría la policía y tendría que pasar por el proceso judicial. "¿Es esta realmente tu intención?", le pregunté. "¿Es esto realmente lo que eliges hacer?". El subjefe dijo fríamente: "Sí, esto es lo que elegimos hacer; hemos tomado nuestra decisión". Sabía que no podía decir nada más, así que me fui.
Después de entregar mi placa a Recursos Humanos, pasé por delante del despacho del subjefe. A través de una espesa nube de humo azul, lo vi desplomado en su silla con la cabeza gacha, fumando un cigarrillo. Levantó la vista y parecía tener pensamientos pesados en la cabeza. La mirada que me dirigió me entristeció y se me saltaron las lágrimas: "Soy un inútil. Espero que otros practicantes que sepan aclarar mejor la verdad puedan salvarte".
Tomé mis cosas y me dispuse a marcharme. Algunos de mis compañeros más cercanos se entristecieron al verme marchar. Me llamaron tonta y sintieron pena por mí. Lloraron y me dijeron que no me olvidara de ellos.
Todo está bajo el control de Shifu
Mantuve la calma y la entereza hasta que llegué a casa. Entonces, no pude evitar que las lágrimas corrieran por mi rostro. Todas mis ideas humanas y pensamientos negativos se mezclaron. Me entristeció que algunos amigos íntimos del trabajo no vinieran a despedirse por miedo a verse implicados. La amistad se abandonaba tan rápidamente por el interés propio. Me sentía discriminada: era injusto el trato que recibía por el mero hecho de querer ser una buena persona. Me enfadaba y me amargaba que los superiores del trabajo no supieran distinguir el bien del mal. Fue una vergüenza que se pusieran del lado del PCCh. Me sentí impotente al perder mi trabajo y mi única fuente de ingresos. Fue humillante que me echaran delante de toda la empresa. Todo sucedió muy deprisa, y surgieron todo tipo de emociones y pensamientos.
No estoy casada y vivo sola. Dependía de mi sueldo para cubrir todos mis gastos. Ahora solo esperaba que me despidieran y me quitaran todo aquello de lo que dependía. Todo mi mundo se derrumbaba. "¿Qué voy a hacer? Ya tengo 40 años y no tengo ninguna otra habilidad. Aunque buscara un trabajo de media jornada, nadie me tendría en cuenta. ¿Cómo voy a mantenerme?". Cuanto más pensaba en ello, más indefensa y desesperada me sentía. Mis gritos eran cada vez más fuertes.
De repente recapacité: "¿Quién soy? Soy una practicante de Dafa. Tengo un Shifu. Shifu siempre me observa y me protege. Solo Shifu puede decidir lo que me pase. ¿Por qué estoy llorando?". Dejé de llorar y dije: "Voy a estudiar el Fa".
Shifu dijo:
"El Fa puede revelar todos los apegos, el Fa puede erradicar todas las perversidades, el Fa puede exponer y eliminar todas las mentiras y el Fa puede fortalecer los pensamientos rectos" (Eliminen la interferencia, Escrituras esenciales para mayor avance II).
Ya no tenía otros pensamientos y me concentré en estudiar el Fa con una mente tranquila y clara. Cada pasaje que leía era aplicable al problema en cuestión, como si Shifu me dijera qué hacer, cómo cultivarme y en qué trabajar. Conseguí calmar mi mente, pero mi corazón seguía apesadumbrado, preocupado por mi sustento.
Esa noche, en la cama, no podía conciliar el sueño. Las nociones y los apegos humanos agitaban todo tipo de pensamientos humanos. Cuando estaba medio dormida y medio despierta, vi a Shifu. Como una niña pequeña, me senté junto a Shifu, llorando. "Quieren despedirme. ¿Qué voy a hacer, Shifu?". Empecé a llorar histéricamente. Shifu me miró con inmensa compasión y me consoló: "No pasa nada. No pasa nada. Todo está bajo el control de Shifu. Todo está bien".
De repente me desperté y pensé: "Todo está bajo el control de Shifu. ¿No significa eso que Shifu lo decide todo? Entonces todo lo que tengo, mi trabajo, mi sueldo, si me despiden o no, cómo me gano la vida, ¿no lo decide todo Shifu? ¿Cómo podría una persona común y corriente tener autoridad para despedirme? ¿Cómo podría una persona cualquiera organizar mi vida?".
"Por otro lado, ¿quién había organizado todo lo que estaba viviendo? No podía ser Shifu. ¿Cómo pudo Shifu ponerme en tal situación? Deben ser las viejas fuerzas. ¿No fue todo esto arreglado por las viejas fuerzas? Yo había estado caminando por el camino arreglado por las viejas fuerzas sin saberlo. Soy la discípula de Shifu. No puedo cumplir con los arreglos de las viejas fuerzas. No reconozco nada de lo que las viejas fuerzas han dispuesto".
"Mi trabajo y mi salario fueron dados por Shifu para que yo validara el Fa y salvara a los seres conscientes. Las viejas fuerzas quieren que me despidan, pero no tienen voz en esto. Yo solo escucho a Shifu. Si Shifu quiere que yo tenga este trabajo, entonces el trabajo sigue siendo mío. Si Shifu no quiere que siga trabajando allí, entonces Shifu tiene un plan diferente para mí. Tengo que liberarme de mis apegos y dejarme llevar por lo que Shifu haya planeado para mí". Al instante me sentí mejor y se disiparon mis preocupaciones y mi tristeza. Me decidí a seguir únicamente los arreglos de Shifu.
Mejorándome a mí misma
Se me hizo claro que todo este calvario fue arreglado por las viejas fuerzas y que debía negarlo y eliminarlo todo. Estudié el Fa continuamente y trabajé en mejorarme a mí misma guiada por Shifu y el Fa. Ahora tenía una mejor idea de dónde estaba mi nivel de xinxing: mis reacciones eran una representación real de mi nivel de xinxing. Cuando pensé que iba a perder todo aquello de lo que dependía mi vida, todo lo que me establecía en la sociedad, y cuando mi fama, mi interés personal y mi sentimentalismo se vieron amenazados, olvidé lo que realmente importaba.
Examinándome más detenidamente, me di cuenta de que en el fondo seguía queriendo "vivir una buena vida" entre la gente común. Quería estar cómoda y temía sufrir cualquier dificultad o tribulación. Quería que todo me saliera bien y que solo me llegaran "cosas buenas". Tenía miedo de vivir una vida dura, lo que significaba que no quería perder mi trabajo, mi sueldo y la estabilidad económica que me proporcionaba. No podía soportar la idea de que mis compañeros de trabajo se burlaran de mí y me miraran por encima del hombro. La posibilidad de quedar mal y no poder mantener la cabeza alta delante de los demás me mataba. Me preocupaba que amigos y familiares me juzgaran mal. Tenía miedo de que me detuvieran y me torturaran. Me aterrorizaba que me sacaran los órganos en vida. No quería morir y convertirme en otra víctima de la persecución.
Estaba apegada a muchas nociones humanas. Me aferraba a ellas con fuerza y no podía soltarlas. Así fue como me metí en una situación tan difícil. Al principio tenía mucho miedo de perder mi trabajo. Estaba destrozada, no sabía qué hacer y me derrumbé por completo. Casi deseé que la rectificación del Fa terminara en ese momento para no tener que pasar por esa agonía.
Cuando pensé en esto, me di cuenta de lo completa y absolutamente humana que seguía siendo. A pesar de cultivarme durante tantos años, todavía no había mejorado por encima del nivel humano, y mi forma de pensar seguía siendo muy parecida a la de un humano. No solo eso, yo misma me había causado todo este dolor. ¿No es triste? Estaba muy atrasada en la cultivación y tendría que esforzarme aún más para ponerme al día. Tenía que estudiar más el Fa y mejorarme lo más rápido posible.
Negar los arreglos de las viejas fuerzas
Volví a examinar la tribulación provocada por la campaña "Reducción a cero", cómo la había manejado hasta entonces y cómo se había conmovido mi corazón en el proceso. De repente me di cuenta de que todo era obra del PCCh y no tenía nada que ver conmigo. No lo reconocí lo bastante pronto y le seguí la corriente. Cuando mi supervisor me dijo que tenía que elegir entre ser despedida o firmar la declaración, sin dudarlo, dije que no firmaría la declaración. Pensé que estaba haciendo lo correcto: no abandonaría la cultivación de Dafa aunque me despidieran. Este pensamiento, aunque en aquel momento parecía un pensamiento recto, validaba los arreglos de las viejas fuerzas. ¿Por qué tenía que elegir entre las dos opciones que me habían presentado las viejas fuerzas? La campaña "Reducción a cero" era obra del mal y no tenía nada que ver conmigo. Soy discípula de Shifu y, por tanto, niego todo lo dispuesto por las viejas fuerzas. Solo Shifu puede decidir lo que me pase.
Repasé los acontecimientos que condujeron a mi suspensión. Me di cuenta de que había estado siguiendo ciegamente los arreglos del mal todo el tiempo. Ahora lo veía por lo que era y lo negaba todo por completo. Las viejas fuerzas no solo intentaban destruirme a mí, sino también a los seres conscientes. Decidí seguir aclarando la verdad a mis jefes. En cuanto a mi trabajo, Shifu decidiría por mí; no tenía que preocuparme por ello. Solo tenía que concentrarme en lo que debía hacer y nada más.
Las cosas cambian
Justo cuando pensaba seguir aclarando la verdad a los superiores del trabajo, un compañero me envió un mensaje. Nuestro jefe y el subjefe que iban a despedirme habían sido trasladados. Este cambio repentino me tomó desprevenida: ¿de qué se trataba? Estaba a punto de aclararles la verdad. ¿Ya no están en la empresa? Pero luego pensé: "Si así debe ser, que así sea. Shifu tiene un plan para todo. Aclararé la verdad a los nuevos jefes".
Pronto me llamó un ejecutivo y me dijo que ya no iba a perder mi trabajo, pero que me pondrían un demérito. Me pidió que fuera a la oficina a firmar unos papeles. Las cosas dieron un giro de 180 grados. Sorprendentemente, yo estaba muy tranquila y no se me movió el corazón en absoluto, como si todo fuera como tenía que ser. Esto es una prueba de que todo lo decide Shifu y todo está bajo su control.
Era una buena noticia que pudiera conservar mi empleo, pero no debía alegrarme demasiado por ello todavía: no había hecho nada malo y era una buena empleada. Era muy trabajadora y fiable y siempre iba más allá del deber. Fueron los administradores de la empresa los que cumplieron con la campaña "Reducción a cero". Me suspendieron, amenazaron con despedirme, me retuvieron el sueldo e intentaron coaccionarme para que renegara de mi fe. Trajeron el desorden y perturbaron la pacífica rutina de mi vida, ¿y ahora me iban a despedir? No lo aceptaría. Sin embargo, esto me dio la oportunidad perfecta para aclarar de nuevo la verdad a los administradores. Esta vez no dijeron nada y ahí se acabó todo.
Escribí una carta de aclaración de la verdad al nuevo jefe y pedí que me readmitieran, sin condiciones, y que me indemnizaran íntegramente. Pedí al nuevo jefe que hiciera lo correcto y defendiera la justicia. Un compañero me ayudó a entregar la carta mientras esperaba pacientemente su respuesta.
Un día, mientras estudiaba el Fa, sonó mi teléfono. Era una notificación de ingreso: mi nómina había sido depositada electrónicamente y no faltaba ni un céntimo. Unos días después, me llamaron para pedirme que volviera al trabajo.
Cuando me enteré, surgieron todo tipo de emociones. Todo se desarrolló ante mis ojos como una película. Estaba llena de gratitud a Shifu por salvarme y protegerme compasivamente. Gracias a Shifu por arreglarlo todo para mí. Me quedé sin palabras para expresar mi gratitud y rompí a llorar. Gracias, Shifu, por tu infinita compasión.
Reflexiones finales
Recordando lo sucedido, comprendo mucho mejor las cosas que me confundieron en aquel momento. Dejé todo en manos de Shifu durante todo el incidente, incluso en los momentos más difíciles. ¿Por qué permitió entonces Shifu que se llevara a cabo el plan de las viejas fuerzas? Por fin lo comprendí: Shifu estaba utilizando el plan de las viejas fuerzas para ayudarme a mejorar y establecer mi virtud. La intención de Shifu era que yo madurara como cultivadora. A través de este incidente, mis compañeros y jefes también tuvieron la oportunidad de posicionarse y elegir su propio futuro.
Y lo que es más importante, descubrí algunas nociones y apegos humanos bien ocultos que de otro modo no tendría. Sin la ayuda de Shifu, no habría podido superar esta gran tribulación. Gracias Shifu.
Cultivaré sólidamente, continuaré mejorándome y no defraudaré a Shifu. Retribuiré a Shifu con mis pensamientos rectos y mis acciones rectas.
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Categoría: Mejorándose uno mismo