(Minghui.org) Comencé a practicar Falun Dafa en 1998 a la edad de 46 años. En esa época, padecía diversas dolencias, especialmente una hernia discal, que me comprimía el nervio ciático y me provocaba un dolor severo en la cadera y en la pierna. No me operé por miedo a quedarme inválida si la operación iba mal. Mi cuerpo siempre se inclinaba hacia el lado izquierdo y me costaba ponerme en pie, sentarme o tumbarme. Por lo que tuve que jubilarme anticipadamente. Los problemas de salud y el estrés financiero hacían mi vida muy miserable. Lloraba todos los días.

Cuando mi marido y yo estábamos desesperados, alguien nos habló sobre Falun Dafa y nos dijo que tenía efectos milagrosos para la salud. Tenía mis dudas sobre cómo Shifu podía cuidarme cuando tenía a tantos practicantes a los que proteger. Mi esposo, que tenía una mala salud, sugirió que lo probáramos ya que era gratuito.

Convirtiéndome en practicante de Falun Dafa

Al principio, mi marido me llevó en triciclo al sitio de práctica de Falun Dafa en el parque Taoranting de Beijing. Un asistente nos sugirió que podíamos ir a un sitio de práctica que estaba más cerca de nuestra casa. Al día siguiente, fuimos a un lugar cercano y mi esposo hizo los ejercicios con el grupo, yo los observaba desde la barrera porqué no podía ponerme en pie. Esos practicantes nos explicaron que la cultivación también incluía la lectura de libros, entonces nos unimos a un grupo de estudio del Fa.

Un practicante anciano me dijo que el dolor remitiría si dejaba que las cosas siguieran su curso. Pero yo no entendía cómo podía ignorar el dolor cuando estaba ahí. Después de practicar los ejercicios durante un rato, mi estado parecía no mejorar y estuve a punto de dejarlo. Entonces, el dolor se hizo tan intenso que comencé a tomar medicación. Pero cuánta más medicinas tomaba más aumentaba el dolor. Me sentí impotente y lloré. Le supliqué ayuda a Shifu.

Dije: “!Shifu! quiero cultivarme. Mi capacidad de iluminación es pobre. Desconozco el significado de “dejar que las cosas sigan su curso”. El dolor es insoportable y nadie podía ayudarme. ¿Qué podía hacer?”. En ese momento, me vino la duda de por qué yo no podía hacer los ejercicios si todos los del lugar de práctica sí que podían.

Después de practicar Falun Dafa durante bastante tiempo mi estado de salud no mejoraba, pero comencé a entender que mi dolor era resultado de la eliminación de ye. Me tranquilicé y decidí seguir practicando. Cada día iba al sitio de práctica en bicicleta. De camino al sitio, no me dolía ni la espalda ni las piernas y podía sentarme erguida como una persona sana. Pero el dolor comenzaba cuando bajaba de la bicicleta. Soporté el dolor y seguí haciendo los ejercicios. Poco a poco, pude olvidarme del dolor.

Identificando los apegos

Viendo la mejoría en mi xinxing, Shifu me aconsejó durante un sueño. Dijo que aún tenía apegos, aunque sabía que el dolor no era debido a la enfermedad. Sabía que Shifu quería que mirara adentro para buscar mis apegos. No obstante, no sabía cuales eran mis apegos ni cómo buscarlos. Cuando me puse nerviosa, mi esposo me aconsejó que no me obsesionara ni me quedara atascada. Estaba en lo cierto, por lo que cada mañana hicimos los ejercicios. No sólo estudiaba el Fa en casa, sino que también nos unimos al grupo de estudio del Fa. Poco a poco, mi xinxing mejoró.

Mis pruebas aún no habían terminado. Un día, tuvimos una fuga en una tubería de agua de casa. Yo era la que arreglaba las cosas en casa, pero en ese momento era incapaz de mantenerme erguida. Le rogué a Shifu que me ayudara a detener temporalmente el dolor para poder hacer las reparaciones rápidamente. En cuanto tuve este pensamiento, el dolor de caderas y piernas desapareció y pude ponerme en pie. Estaba muy emocionada y, después de las reparaciones, caminé por la casa de un lado a otro con alegría. Pero después volvió el dolor.

A partir de esta experiencia, comprendí que Falun Dafa es un qigong extraordinario y que Shifu es un Maestro extraordinario. Esto me animó a creer firmemente en Shifu, en Dafa y a persistir en la cultivación.

Un día, de repente, me di cuenta de que no me dolía ni la espalda ni las piernas y que sólo era capaz de mantener el cuerpo erguido cuando montaba en bicicleta. Me pregunté si montar en bicicleta podría ser un accesorio de comodidad. Así que decidí llegar al lugar de la práctica a pie. El primer día me detuve dos o tres veces a mitad de camino debido al dolor. Cuando llegué al lugar me dolían mucho la espalda y las piernas, pero enseguida me uní al grupo para hacer los ejercicios. De camino a casa, no tuve que hacer ninguna pausa y pude subir al sexto piso sin problemas. ¡Qué diferencia tan significativa! Por fin identifiqué este apego y me deshice de él.

Todas mis enfermedades desaparecen

Todos los días iba caminando a hacer los ejercicios, pero seguía sin poder hacer el cuarto ejercicio (Circulación celestial Falun) porque no podía agacharme. Volví a pedir ayuda a Shifu. Entonces ocurrió otro milagro: pude agacharme y hacer el ejercicio. Por supuesto, al principio no hice el ejercicio perfecto, pero fue mejorando cada vez más. Todos se alegraron por mí cuando terminé los ejercicios. Sabía que Shifu había soportado el dolor por mí. Muchas gracias a Shifu.

Aunque yo era una practicante nueva y no entendía bien el Fa, recordaba firmemente lo que dijo Shifu:

“Los cultivadores verdaderos no tienen enfermedades...” (Exponiendo el Fa para los asistentes de Falun Dafa en Changchun, Explicando el contenido de Falun Dafa).

Este entendimiento me ayudó a atravesar muchas tribulaciones de ye de enfermedad.

Después de seguir haciendo los ejercicios en el lugar de la práctica, todas mis enfermedades desaparecieron por completo y podía caminar ligeramente. Falun Dafa me dio una nueva vida. Ahora, ya tengo 71 años y mucha gente comenta que aparento 50 años. Tengo la cara sonrosada y la espalda recta. Soy esbelta y tengo un aspecto elegante. Para mucha gente que me conoce, mis grandes cambios son una prueba de los extraordinarios milagros de Falun Dafa.