(Minghui.org) Fui encarcelada en la Prisión de Mujeres de la provincia de Liaoning por segunda vez en 2017 por practicar Falun Dafa. Esta prisión es conocida por torturar a las practicantes de Dafa que permanecen firmes en su fe. Me dije que, sin importar lo que sucediera, no renunciaría en absoluto a Dafa, incluso si eso significara perder la vida. Estaba decidida a seguir a Shifu y recorrer el camino dispuesto por Shifu para mí.

Seguí recitando el Fa para fortalecer mis pensamientos rectos. También envié pensamientos rectos para eliminar el mal y miré hacia dentro para rectificarme.

Shifu dijo:

“'Ellos mismos tienen que transitar este camino'. Bajo las tribulaciones diabólicas forzadas por las viejas fuerzas es aún más difícil caminar rectamente; especialmente los Dafa dizi de China continental, cada pensamiento, cada intención durante la diabólica persecución son todos muy cruciales” (Qué es un Dafa dizi, Colección de enseñanzas del Fa, volumen XI).

De hecho, cuando mi forma de pensar no se ajustaba al Fa, la persecución que enfrenté se intensificó. Pero cuando mis pensamientos se basaban en el Fa, la gente con la que me encontraba era amable y amigable.

En mi primer día en prisión, una guardia me dijo: “Aquí te dictamos lo que haces y te obligamos a cumplir”.

Respondí: "Sólo puedes obligarme a permanecer en prisión, pero no puedes controlar mi mente".

Ella inmediatamente respondió: "¿Quién quiere cambiar de opinión?". Su actitud arrogante había desaparecido y supe que había disuelto el mal que la estaba manipulando, gracias a la ayuda de Shifu.

Las reclusas asignadas para transformar a las practicantes tuvieron que trabajar duro para complacer a las guardias de la prisión. Estas reclusas tenían que quedarse despiertas hasta tarde para monitorear y torturar a las practicantes, porque sus recompensas y sentencias reducidas dependían del número de practicantes que “transformaban”. Al mismo tiempo, todavía tenían que terminar su cuota diaria de trabajo esclavo. Estaban bajo mucha presión y sabía que podrían agredirme físicamente si decía algo que sacara a relucir su naturaleza demoníaca.

Una de las reclusas me dijo que una practicante fue brutalmente golpeada debido a algo que había dicho. la practicante había dicho: “No es mi culpa que tengas que quedarte despierta hasta tarde para vigilarme. La guardia te obligó a hacer esto” y “No me transformaría incluso si me pusieras un cuchillo en el cuello”.

Pensé en lo que esta practicante había dicho. En la superficie parecía como si hubiera resistido la persecución, pero en realidad lo había reconocido.

Sabía que no era una coincidencia haber escuchado esta historia y creí que era una pista de Shifu de que debía ser racional y manejar todo con sabiduría. Cuando las reclusas intentaron lavarme el cerebro, me concentré en enviar pensamientos rectos y recitar el Fa en mi mente. Evité responder sus preguntas directamente y en su lugar di respuestas basadas en historias tradicionales chinas.

Una colaboradora dijo: “Tenemos que quedarnos despiertas con ustedes todas las noches y todavía tenemos que trabajar por las mañanas. ¿Qué tienes que decir sobre esto?".

Respondí: “En la novela Viaje al Oeste, el Demonio de Hueso Blanco se apoderó del Monje Tang y sus dos discípulos, y los duendes en la cueva los colgaron a los tres de un árbol. Fue un trabajo duro para los duendes”.

Esta historia pretendía decirles que cuanto más trabajaban por el mal, más pecadores se volvían. Sólo una persona respondió: "Entonces somos los duendes", mientras que el resto permaneció en silencio. A partir de entonces nunca más me culparon por el trabajo que hicieron.

Cuando las colaboradoras intentaron amenazarme con firmar las declaraciones de renuncia a mi fe, les conté una historia del Período de Primavera y Otoño, y del Período de los Reinos Combatientes en la historia de China sobre cuatro historiadores en el Estado de Qi. Los tres primeros fueron asesinados porque escribieron una línea para registrar la verdadera historia. El cuarto historiador escribió las mismas palabras, sabiendo que lo matarían por hacerlo. Después de contar esta historia, las reclusas supieron que no cambiaría de opinión sobre mi práctica y dejaron de ordenarme que firmara las declaraciones.

Fue físicamente muy exigente para algunas de las colaboradoras quedarse despiertas hasta tarde vigilándome y todavía tener que levantarse temprano en la mañana para trabajar en el taller clandestino, especialmente aquellas con mala salud.

Una vez, una guardia dispuso que dos reclusas me vigilaran por la noche. Una tenía unos 60 años y padecía hipertensión y la otra tenía una pierna lesionada. Las guardias arreglaron esto deliberadamente para tratar de aprovechar mi amabilidad, ya que algunas practicantes de hecho aceptaron firmar una declaración renunciando a su fe porque sentían lástima por las reclusas. Una reclusa me dijo que una practicante muy firme finalmente renunció a su fe después de que una colaboradora se desmayara frente a ella. En mi opinión, esta practicante no tenía una buena comprensión de la cultivación del período de la rectificación del Fa y las viejas fuerzas explotaron sus emociones humanas. No dejé que esto me pasara a mí.

Una guardia venía a verme todas las mañanas cuando ella llegaba al trabajo y me preguntaba: "¿Ya has decidido [renunciar a Dafa]?". Un día, respondí con calma: “Privaste a las reclusas de sus derechos básicos, por lo que no tuvieron más remedio que ayudarte a montar esta ridícula farsa de transformar a los practicantes de Falun Dafa. Al mismo tiempo, aprovechaste la amabilidad de las practicantes. Diste tu vida a la propaganda del Partido Comunista Chino”.

No estaba segura de cómo reaccionaría. Ella se levantó de un salto inmediatamente y gritó: “Esta vez has ido demasiado lejos. ¡Te voy a atar! Me esposó a un tubo de calefacción. No me conmoví y mantuve la calma.

Más tarde, una guardia hizo que una reclusa me leyera escrituras budistas hasta la 1 de la mañana todas las mañanas, en otro intento de transformarme. Una noche, las dos colaboradoras que me vigilaban se quedaron dormidas alrededor de las 11 de la noche. De repente, el director de la división de administración de la prisión irrumpió en la habitación y despertó a la guardia de turno. El director regañó a la guardia y le preguntó por qué la reclusa no podía leerme escrituras budistas durante el día. Ordenó a la guardia que me dejara regresar a mi celda.

Una reclusa me dijo más tarde que nunca había visto a nadie de la administración penitenciaria venir a inspeccionar por la noche. Sabía que fue Shifu quien terminó mi sesión de transformación y resolvió la tribulación.

A partir de entonces hice lo mejor que pude para esclarecer la verdad y ayudar a la gente en la prisión a renunciar al PCCh y sus organizaciones afiliadas, incluidas las reclusas que intentaron transformarme.

Al reflexionar sobre mi tiempo en prisión, recuerdo que mientras mis pensamientos sigan siendo rectos, Shifu me ayudará. No hay palabras que puedan expresar mi gratitud hacia Shifu. Con la rectificación del Fa acercándose al final, apreciaré el tiempo para estudiar y asimilarme al Fa, mirar hacia adentro y salvar a más personas.