(Minghui.org) Recientemente contratamos a un abogado para representar a una practicante detenida, pero el resultado no fue el que esperábamos. Me gustaría compartir con ustedes lo que aprendimos.

Después de que la practicante fuera acusada, aunque encontramos a un miembro de su familia para representarla como defensor no letrado, también consideramos la posibilidad de contratar a un abogado de derechos humanos, dado el historial del juez de nombrar abogados para los practicantes y ordenarles que se declararan culpables.

Buscando un abogado

Nos pusimos en contacto con practicantes de otras ciudades que tenían experiencia en la contratación de abogados y les preguntamos si tenían alguna recomendación. Nos dieron algunos nombres, pero también nos dijeron que hacía mucho tiempo que no se ponían en contacto con esos abogados y que no estaban seguros de si seguían simpatizando con Falun Dafa.

Llamamos a un abogado que dijo que estaba disponible para reunirse en persona al día siguiente. Cuando nos reunimos, el abogado dijo muchas cosas positivas sobre los practicantes y que estaba dispuesto a viajar una larga distancia por nuestro caso. Una sola llamada fue suficiente. Añadió que no aceptaría el caso si no fuera por un practicante de Falun Dafa, ya que otra persona podría incluso negarse a pagar sus gastos de viaje.

Una practicante le contó cómo había sido perseguida. El abogado parecía muy conmovido y tenía lágrimas en los ojos. Contó que había conocido a una adivina hace muchos años, que le dijo que tenía una misión sagrada en este mundo. El abogado sentía que su misión era ayudar a los practicantes de Falun Dafa.

El abogado afirmó que fue uno de los primeros abogados en dar un paso al frente, para representar a los practicantes de Falun Dafa en China y que sólo se declararía inocente por nosotros. Algunos de los casos que llevó se publicaron en Minghui.org.

Después de la reunión, sentimos que el abogado tenía un fuerte sentido de justicia y decidimos contratarlo. Pero cuando le preguntamos por un contrato formal, el abogado dijo que no era necesario. Como no queríamos desafiarle, aceptamos. Así que, sin repasar con él las tareas concretas que queríamos que hiciera, le pagamos íntegramente. Resultó ser un gran error.

Revisión de los documentos del caso

Al día siguiente, el abogado fue al juzgado a revisar el caso de la practicante. Pero cuando vimos las fotos que había hecho (no se le permitía hacer fotocopias de los documentos, pero sí fotos), nos sorprendió ver que la mayoría de las fotos estaban muy borrosas y algunas tenían parte de la letra cortada. Un practicante se preguntó si el abogado se lo estaba tomando en serio y otros dijeron que quizá no sabía utilizar muy bien el móvil debido a su edad.

Habíamos oído que algunos abogados hacían un análisis jurídico de los documentos del caso, después de revisarlos, por ejemplo, cómo las autoridades violaron el procedimiento legal cuando detuvieron a los practicantes o fabricaron pruebas contra ellos, y luego ofrecían sugerencias sobre qué hacer a continuación. Pero este abogado nos dijo que el caso de la practicante era muy sencillo y que no había nada que destacar, así que no lo discutimos en profundidad con él.

Encuentro con la practicante

Poco después, el abogado fue a visitar a la practicante al centro de detención. Le pedimos que le llevara los nuevos artículos de Shifu o que se los leyera.

Después de la visita, le preguntamos al abogado si había leído los artículos a la practicante y si le habían ayudado a fortalecer sus pensamientos rectos. El abogado no dio una respuesta directa. Después de preguntarle varias veces, finalmente dijo que leyó una pequeña parte de un artículo pero que la practicante estaba bien y de buen humor.

Le preguntamos qué debíamos hacer a continuación. No nos dio ninguna sugerencia sólida y se limitó a decirnos que esperáramos al juicio. No era lo que esperábamos.

Un practicante preguntó si el abogado escribiría una carta al tribunal, enumerando cómo la policía violó la ley al arrestar a la practicante y exigiendo que se desestimara el caso. El abogado dijo que no era necesario. Alegó que no quería que el tribunal conociera sus argumentos, porque si lo hacían, podrían preparar algo para refutarles.

También le preguntamos al abogado si podíamos concertar citas con el juez o el policía encargado del caso para discutirlo con ellos en persona. Pero, propusiéramos lo que propusiéramos, el abogado decía que no debíamos hacerlo. Entonces le preguntamos si tenía alguna sugerencia sobre cómo aclarar la verdad al juez. Dijo que si teníamos una conexión personal con el juez, podríamos reunirnos con él en privado. Pero como no teníamos ninguna conexión, el abogado no dijo nada más.

Al final, le dimos copias de las cartas que habíamos escrito anteriormente a la procuraduría y al juzgado y le pedimos que nos diera su opinión al respecto. Las tomó y dijo que les echaría un vistazo. Nunca nos menciono nada más al respecto.

El juicio

Cuando recibimos la notificación de la audiencia de la practicante, pedimos ver la declaración de defensa del abogado, pero nos dijo que no podía permitirlo. Si el juez se enteraba, podría decirle al abogado que presentara la declaración sin dejarle leerla en el tribunal. También dijo que era importante "tocar de oído" durante la audiencia. Aunque no nos gustó la respuesta del abogado, seguimos confiando en él. Pensamos que representaba a muchos practicantes, así que debía saber lo que hacía.

Dos días antes de la audiencia, le pedimos al abogado que se reuniera con la practicante para al menos decirle que se preparara para la audiencia. Volvió a decir que no era necesario. Tuvimos que pedir al defensor de la familia de la practicante que le transmitiera el mensaje.

La tarde anterior a la audiencia, el abogado nos mostró su escrito de defensa. Resultó ser muy débil y parte del contenido era para los "miembros de la secta". Incluso reconoció la afirmación del PCCh de que era ilegal practicar Falun Dafa en China.

Nos quedamos estupefactos y nos dimos cuenta de que teníamos que plantearnos si queríamos que representara a la practicante ante los tribunales. Le preguntamos si podía hacer algunas revisiones para que fuera un caso más sólido. Le proporcionamos una plantilla publicada en Minghui y le pedimos que revisara su declaración basándose en ella. Nos dijo que preparáramos la declaración y que luego él la revisaría. No llegamos a un acuerdo.

Como no llegamos a un acuerdo sobre la declaración de la defensa, le dijimos que le despedíamos, pero él no aceptó y dijo que trabajaría en la declaración. Pero cuando nos pusimos en contacto con él a las 11 de la noche (la víspera del juicio), nos dimos cuenta de que no hizo ningún cambio como lo había prometido.

Al final, aceptamos que representara a la practicante ante el tribunal. Pensamos que, aunque no fuera totalmente recto, al menos seguía teniendo una actitud positiva hacia Dafa. Le preparamos una declaración de defensa y le pedimos que la leyera ante el tribunal. Pero se aferró a su propia versión y se negó a cambiarla cuando se lo recordamos. Toda la sesión pareció más bien un simulacro de juicio, y los resultados no fueron los que esperábamos.

Reflexiones

Pensando ahora sobre ello, nos dimos cuenta de que el abogado no hizo casi nada de lo que le pedimos. Pero fallamos en verlo antes, porque seguíamos creyendo que teníamos pensamientos rectos y confiamos en que el abogado haría las cosas por nosotros.

El primer error que cometimos fue creer ciegamente en el abogado durante la primera reunión. Es cierto que había muchos informes sobre él en Minghui y que decía muchas cosas buenas sobre Dafa. Pero olvidamos que seguía siendo una persona común, quien podría ser fácilmente interferido y también podía haber cambiado con el tiempo. Incluso cuando decía cosas que no eran del todo correctas, no nos dábamos cuenta debido a nuestra confianza ciega en él.

También nos dimos cuenta de que era nuestra responsabilidad ayudar al abogado a cumplir mejor su misión de representar a los practicantes, y no debíamos quedarnos de brazos cruzados y ver cómo fracasaba. A primera vista, el abogado nos ayudaba a buscar justicia por medios legales. Pero mirándolo desde un nivel superior, estaba esperando que le salváramos.

Una de las lecciones que aprendimos fue, el no haber firmado un contrato formal con el abogado, en el que debía figurar cada detalle de lo que queríamos que hiciera, como cuántas veces debía visitar a la practicante, en cuánto tiempo debía comunicarnos la declaración de defensa y cómo hacer los pagos, así como qué debía hacerse si incumplía el contrato. Deberíamos haber tomado las riendas nosotros mismos en lugar de dejar que el abogado nos dijera lo que teníamos que hacer.

También nos preguntamos por qué había ocurrido esto. Nos dimos cuenta de que nosotros no habíamos asumido toda la responsabilidad del proceso de rescate. Había tantas áreas que debimos haber seguido con mayor diligencia o haber puesto más esfuerzo en ellas, pero no lo hicimos por nuestro corazón humano. Espero que todos podamos aprender de esta lección y hacerlo mejor en el futuro.