(Minghui.org) Hace dos veranos, me arrestaron tras ser denunciada por distribuir material informativo sobre Falun Dafa, una práctica espiritual de cuerpo y mente que está siendo perseguida por el Partido Comunista Chino (PCCh) desde julio de 1999.

De camino a la comisaría, en el coche de policía, no dejé de hablar a los policías sobre la ilegalidad de la persecución y las bondades de Dafa. Algunos me escucharon en silencio y otros me maltrataron verbalmente. No me conmoví y seguí hablando.

Como me negué a decirles mi nombre, me arrancaron el barbijo, me sacaron una foto y encontraron mi dirección en su enorme red de reconocimiento facial. Por la noche, saquearon mi casa y confiscaron todo lo que tenía relacionado con Falun Dafa.

Un policía me dijo: "Sé que eres una buena persona. Si te hubiera visto distribuyendo materiales yo mismo, habría hecho como si no te hubiera visto. Pero fuiste denunciada y debemos seguir las órdenes de los superiores (de arrestarte). Espero que lo entiendas".

Antes de enviarme al calabozo, la policía me llevó al hospital para un chequeo físico. Muchos de ellos se sorprendieron al ver y admirar lo sana que estaba. "Todo se ve muy bien en tu examen físico. Estás incluso mejor que nosotros, los más jóvenes".

Un oficial, que era alto y delgado, me dijo: "Tengo que tomar medicamentos todos los días". El subjefe de policía apellidado Li dijo: "Soy adicto al tabaco y siempre toso por la noche, lo que siempre me interrumpe el sueño. ¿Tienes alguna recomendación para mí?".

Les dije que recitaran las frases: "Falun Dafa es bueno; Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno", que recitar sinceramente las frases, los ayudaría.

El ambiente se relajó y más tarde convencí a dos policías para que renuncien al PCCh.

Al día siguiente, cuando el jefe de policía, Liu, y el subjefe de policía Li me llevaron al calabozo, Li me dijo: "Anoche seguí tu consejo y efectivamente dejé de toser. Hacía mucho tiempo que no dormía tan bien".

"Falun Dafa es realmente sorprendente. Si sigues recitando las frases, tal vez puedas dejar de fumar". Le dije a Li.

"¡Suena bien! Asegúrate de enseñarme a practicar Falun Dafa cuando te liberen".

Como el jefe Liu no había renunciado al PCCh ni se había enterado de los hechos, le dije: "Agradezco la oportunidad de conocerte, aunque me hayas arrestado. Sé que no es fácil para ti hacer tu trabajo. Espero que puedas estar seguro y sano. ¿Por qué no renuncias al PCCh con un alias? Sólo renunciando al régimen estarás realmente a salvo".

"¡No hay problema!" me dijo Liu.

Entonces Li, que conducía, se dio la vuelta y me dijo: "Me llamo Li Jianping", indicándome que le ayudara a renunciar al PCCh también con su nombre real.

En mis dos primeros días en el calabozo, las reclusas me vigilaban de cerca y no me permitían hacer ejercicios de Falun Dafa, por miedo a ser castigadas.

Por consideración a ellas, dejé de hacer los ejercicios. A la tercera mañana, me sentí extremadamente mareada al despertarme. En cuanto abrí los ojos, tuve ganas de vomitar. Me esforcé por sentarme, pero la fuerte sensación de estómago revuelto me hizo caer. Me apresuré a ir al baño y vomité.

Algunas reclusas me acusaron de fingir una enfermedad y otras me preguntaron si estaba bien. Como no mejoré al cabo de un rato, llamaron al médico.

Cuando le describí mi sensación al médico, me preguntó: "¿No hiciste los ejercicios de Falun Dafa en los últimos dos días, no?".

"No, no los lo hice. Tuve muchos problemas anteriormente y todos se curaron practicando Dafa. Pero ahora no me permiten hacerlo aquí".

"No te pondrás mejor si no practicas. Adelante, haz los ejercicios entonces".

Cuando empecé a hacer los ejercicios de Dafa, las reclusas se reunieron a mi alrededor y me observaron. Una drogadicta de unos 30 años aprendió la primera serie de ejercicios y dijo que se sentía muy cómoda haciéndolos. Dijo que le enseñaría a su madre cuando regresara a casa.

A medida que pasaba más tiempo con las reclusas, encontraba oportunidades para hablar con ellas sobre Falun Dafa. Durante los 15 días que estuve en el calabozo, un total de 20 personas, incluidos los policías, aceptaron renunciar al PCCh.