(Minghui.org) Hubo una gran nevada que duró tres días y tres noches en la zona de la península de Shandong en diciembre de 1983. La temperatura descendió bruscamente por debajo de cero grado centígrado. Sin ninguna planificación, mi hijo nació en un frío hospital de la zona rural a la 1 de la madrugada.

Al día siguiente, volvimos a casa. En aquella época, no teníamos calefacción y la casa no estaba aislada. La manta que teníamos era vieja y estaba deshecha. Hacía mucho frío y mi hijo no estaba sano. Mis hemorroides empeoraron y me sumí en la tristeza. Un mes después de que naciera mi hijo, me dolían los hombros y la espalda, y no podía dormir en toda la noche. También perdí unos 8 kilos.

Mi suegro me dijo: "Otras mujeres suelen pesar más después de dar a luz. ¿Cómo has podido perder tanto peso?". Estaba triste, dolorida y no podía encontrar palabras para expresar lo que sentía.

Para tratar mis enfermedades, probé tratamientos de medicina china y occidental, así como muchos remedios populares. Sin embargo, la conclusión fue que no había medicamentos que pudieran curar las enfermedades que desarrollé durante el mes posterior al parto.

Tres personas de la familia de mi madre empezaron a practicar Falun Dafa en 1997. Mientras estaba postrada en la cama y no podía ir a trabajar, mi hermana menor me enseñó a hacer la meditación sentada. Como ella tenía que trabajar, no me enseñó los ejercicios de pie. Nadie esperaba que yo pudiera caminar, pero dos días después lo hice y volví a trabajar en una semana.

Perseguida por mi esposo

El régimen de Jiang lanzó la persecución contra Falun Dafa en 1999. Controlado por el mal, mi marido me pegaba cuando me veía estudiar el Fa o hacer los ejercicios. Cuando él no estaba en casa, yo aprovechaba el tiempo y estudiaba el Fa y hacía los ejercicios. Más tarde, no me permitió visitar a la familia de mi suegra y a sus parientes, y acordó con los parientes que no conocían la verdad sobre Falun Dafa para vigilarme de cerca. Ordenó a los miembros de la familia que se mantuvieran alejados de mí y confiscó mis ingresos. Dañó los libros de Dafa, calumnió al Maestro, no permitió que los compañeros practicantes visitaran mi casa, e incluso ahuyentó a mi hermano y a mi hermana, que también eran practicantes.

Como el ambiente de mi casa no era bueno, fui a mi oficina para estudiar el Fa y hacer los ejercicios. Aclaré la verdad en mi lugar de trabajo y puse mensajes de aclaración de la verdad en la pared exterior de nuestra escuela. Cuando mi esposo se dio cuenta, me denunció al director y al departamento de policía.

Desarrollé un fuerte resentimiento hacia mi esposo, e incluso envié pensamientos rectos para castigarlo por las cosas malas que hizo. Sin embargo, su comportamiento empeoró aún más. Vivíamos separados. No me permitía vivir en el piso de arriba, así que tuve que alquilar un apartamento durante seis años.

El Maestro dijo:

“Algunas personas tendrán situaciones como ésta en las que los familiares se oponen. Aun así depende de ti. Después de todo, una vez que una persona empiece a cultivarse habrá pruebas” (Exponiendo el Fa en el Fahui de Houston).

Estudiar el Fa de memoria e intercambiar experiencias con los compañeros practicantes me ayudaron a darme cuenta de que era una nueva practicante, y había asumido dos responsabilidades. Una de ellas era mi cultivación personal. La otra responsabilidad era validar el Fa y salvar a los seres conscientes. Sabía que uno tiene algunas deudas de yeli que pagar cuando se cultiva. Sin embargo, no había logrado eso.

Cuando empecé a practicar Falun Dafa, no fui franca con mi esposo, pues pensé que él era una persona mala que no merecía practicar Dafa. Por eso, cuando llegaba a casa, apagaba el radiocasete que usaba para escuchar el Fa. Su actitud cambiaba inmediatamente: "¿Qué estás escuchando? ¿Por qué haces cosas a mis espaldas?".

Me di cuenta de que lo hacía porque no estaba siendo amable, lo que llevó al mal a perseguir a mi marido y a otros. Su salud se deterioró. Tuvo complicaciones con la diabetes, perdió la vista y tuvo muchas operaciones. Se le hincharon los pies, lo que le dificultó caminar. Mi familia no era pacífica, lo que dañó la reputación de Dafa.

Para salvar a mi esposo y a los seres conscientes, comprendí que debía dejar de lado mi resentimiento hacia mi esposo. Cuando dejé de lado mi apego a las peleas, al resentimiento y a mirarlo con desprecio, lo acompañé a sus tratamientos y le pedí que recitara: "Falun Dafa es bueno; Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno".

Cambió su actitud. Antes me gritaba y me ordenaba que me callara, o me exigía que me fuera. Ahora me observa tranquilamente cuando hago los ejercicios delante de él.

Para salvar a mis familiares, intenté acercarme a ellos y ayudarles a renunciar al Partido Comunista Chino (PCCh) y a sus organizaciones juveniles.

Es importante cultivarme bien, así que estudio el Fa y hago los ejercicios todos los días. Ahora estoy muy saludable y llena de energía, lo que demuestra la belleza de Falun Dafa. No lucho por beneficios, y me tomo las cosas más a la ligera. En mi puesto hice un buen trabajo y recibí el primer premio por quinto año consecutivo. Sin embargo, nunca he luchado por conseguir premios o ascensos.

En mi familia, como tengo varios hermanos, mi madre le dio su casa al hijo menor para que se casara. Entonces mis padres no tenían un lugar donde vivir. Así que mi hermana menor y yo les compramos una casa. Antes de que mi padre falleciera a los 85 años, estaba postrado en la cama. Cuando había que darlo vuelta en la cama, el olor era terrible. Nadie más estaba dispuesto a visitarlo. Éramos principalmente mi madre y yo quienes lo cuidábamos. Mi madre falleció a los 93 años. Durante sus últimos cinco años, fui casi la única que la cuidó.

Mis cuñadas decían a todo el mundo que yo era muy buena. Así, no tenían que preocuparse porque era yo quien cuidaba de nuestros padres. Mis sobrinas decían que yo era un modelo para ellas. Decían que estaban orgullosas de tener una tía tan buena. Les dije: "Es Dafa quien bendice a nuestra familia. Solo cuando te asimiles a Dafa, estarás verdaderamente orgullosa".

Mis dos hermanos mayores tenían pensamientos negativos hacia los practicantes a causa de la propaganda del PCCh, y colaboraban con gente del comité administrativo del pueblo y de la comisaría para acosarnos. A excepción de la mañana de cada año lunar chino, no visitaban a nuestros padres ni a nosotros. Tras el fallecimiento de nuestros padres, pusieron un candado en la casa que compramos para ellos. Otros parientes dijeron que era injusto y me aconsejaron que recuperara la casa. No se me movió el corazón y pensé en esperar a que me dieran una razón. Sin embargo, unos días después, una de mis cuñadas me pidió la escritura. Le pregunté por qué debía dársela y me dijo que debía dársela a ella ya que nuestros padres habían fallecido. No dije nada y se la di.

Esta primavera, me enteré de que su hija tenía cáncer de tiroides, así que me puse en contacto con ellos y los visité. Estaban conmovidos. Les conté la verdad sobre la persecución, y mi cuñada dijo que quería estudiar el Fa y hacer los ejercicios. La sobrina, que siempre se mantuvo alejada de mí, dijo que también quería hacerlo. Empecé a poner el vídeo del Maestro en el que enseñaba los ejercicios. Mi hermano se arrepintió de lo que había hecho y dijo: "Lo siento. Me equivoqué y fui engañado por el PCCh. No sabía que Falun Gong era tan bueno".

Mis suegros renunciaron al PCCh y a sus organizaciones juveniles, pero admitieron la aventura de mi marido con una mujer casada. Cada día de fiesta o Año Nuevo chino, aunque no me permitían entrar en su casa, los visitaba y les llevaba ropa y otros artículos. Mi suegro falleció en 2017. En su funeral, mi suegra me dijo: "Traté a todos los demás con justicia, menos a ti. Te he defraudado".

Del lado de mi madre y de mi suegro, más de 60 personas conocieron la verdad y renunciaron a las organizaciones del PCCh. Entre ellos, nueve comenzaron a practicar Falun Dafa. Esto incluye a mi cuñada mayor que había dejado de practicar Falun Dafa, pero ahora ha vuelto a la cultivación.

Durante más de 20 años, gracias a mi firme fe, el Maestro me ha protegido. También he sido capaz de soltar mis apegos a contender, al resentimiento, a la envidia y a mirar hacia fuera. En esta última etapa de cultivación, trataré de hacer bien las tres cosas, soltar mis apegos a la ostentación, la comodidad, las emociones humanas, y seguir al Maestro para volver a casa en cualquier momento.