(Minghui.org) Fui capaz de encontrar y desarraigar muchos de mis apegos profundamente ocultos, incluyendo el egoísmo, la envidia, la mentira y la fama, cuando cuidé a mis suegros.

Mi suegro

Mi suegro llevaba más de un año con nosotros, ya que tenía problemas para mover un lado de su cuerpo. Una vez dijo durante la comida que quería irse a casa. Entonces tenía 85 años. Su ciudad natal estaba a más de 100 kilómetros de la nuestra y requería dos traslados en autobús. Mi marido le sugirió que esperara dos semanas más, hasta las vacaciones de verano, para que él pudiera acompañarlo de regreso, ayudar a limpiar y hacer otras tareas de la casa. Pero mi suegro insistió en volver a casa al día siguiente, y en que sólo había que llevarle a la estación de autobuses, y que desde allí podría llegar a casa por sí mismo.

Escuché su conversación y se me ocurrió una idea. Le dije a mi suegro: "Deje que su hijo vaya con usted. En primer lugar, nos dará tranquilidad. En segundo lugar, hace más de un año que no ve a su madre y la extraña. Él puede aprovechar esta oportunidad para verla".

Mi marido se alegró al oír mis palabras y dijo: "Sí, quiero ver a mi madre". Pensé que el problema debería haberse resuelto con mi sugerencia, pero inesperadamente, mi suegro puso los palitos para comer sobre la mesa, y se enojó.

Intenté pensar en qué le había hecho enojar, pero no encontré nada malo en lo que había dicho. Le pregunté con una sonrisa: "¿He dicho algo malo que lo puso infeliz? Por favor, dígamelo para que pueda corregirlo".

No dijo nada. Mi marido le hizo la misma pregunta. Mi suegro dijo enojado: "¡Nunca he visto a nadie que siga las palabras de su mujer tan bien como tú!".

Mi sonrisa se congeló y no pude tragar la comida que tenía en la boca. Mi suegro estaba tan enojado que no nos atrevimos a decir nada.

Después de comer, limpié la mesa, mientras mi marido le leía el Zhuan Falun a su padre. Luego fui al dormitorio y quise leer el Zhuan Falun, pero no podía calmarme ni dejar de llorar. De repente, me asaltó un pensamiento: A un cultivador no le ocurre nada por casualidad. Así que mira hacia adentro.

Todavía no podía encontrar nada malo en lo que había dicho. Sosteniendo Zhuan Falun, le dije a Shifu con lágrimas en los ojos: "Maestro, no soy lo suficientemente inteligente. No puedo encontrar nada malo. Por favor, ilumíname". Sostuve el libro en mis manos y me obligué a leer el Fa. Mi mente se calmó mientras leía. Volví a mirar hacia dentro. Esta vez no buscaba lo recto o equivocado superficial, sino el motivo que había detrás de mis palabras, y si este motivo se ajustaba al principio de Verdad-Benevolencia-Tolerancia.

De repente, encontré mis apegos. En primer lugar, la mentalidad de presumir, de demostrar que yo era tan inteligente de haber tenido una idea tan buena para que mi marido llevara a mi suegro a casa. Segundo, yo creía que la forma en que mi suegro me trataba no era justa, pensando que yo lo había cuidado sin ningún pesar, y sin embargo él me trataba así. En tercer lugar, no estaba siendo sincera. Mi marido nunca dijo que echaba de menos a su madre, así que mentí. Shifu requiere que seamos buenas personas de acuerdo con los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia. No actué de acuerdo con el primer principio. No era extraño que mi suegro estuviera tan enojado. Al darme cuenta de ello, me sentí liberada. Lágrimas de gratitud brotaron de mis ojos. Apreté las manos frente a mi pecho y dije: "¡Gracias, Shifu! Gracias, suegro".

Después de leer Zhuan Falun durante un rato, oí a mi suegro decir a mi marido: "¿Cómo puedo tratar así a mi nuera? ¡Ella es tan buena persona!" No pude dejar de derramar lágrimas y pensé: Mirar hacia dentro es realmente una herramienta mágica. Cuando descubrí mis defectos, él también supo que se había equivocado.

Mi suegra

Al morir mi suegro, trajimos a mi suegra a nuestra casa. Tenía 88 años.

No fue fácil cuidarla Por ejemplo, cuando necesitaba ir al baño, yo le ayudaba a quitarse los pantalones y a limpiarla cuando terminaba. Necesitaba que le dieran de comer, y tenía que hacer cinco comidas al día. Tres eran durante el día, una comida alrededor de las 10:00 p.m. y otra alrededor de las 3:00 a.m.

Con frecuencia dejaba su ropa y otras cosas por todas partes, en la cama, el suelo, el sofá, las mesas, las sillas, etc. No permitía que nadie la ayudara a encontrar las cosas que buscaba, y todo el tiempo estaba buscando cosas, revolviendo todo una y otra vez. Su memoria era muy mala, y cuando le gustaba la ropa de alguien, decía que era de ella, y lloraba y se enojaba si alguien le decía que no era de ella. Cuando oía alguna palabra que no era de su agrado, lloraba y quería volver a su casa.

Además tenía algunos hábitos muy malos, como escupir y limpiar su nariz en cualquier lugar, y coger las heces y untarlas por todas partes. Una vez, estaba limpiando la cocina y no sabía que ella había ido al baño. Cuando lo descubrí, era demasiado tarde; toda la casa apestaba. Había sacado sus heces del excusado y se las había esparcido por el pelo, el cuerpo, la ropa y los zapatos. Me quedé en shock y no supe qué hacer con ella.

La lavé de arriba a abajo, mientras ella preguntaba: "¿Huelo mal?".

Contuve mi rabia y respondí: "¿Tú que crees?".

Ella dijo: "¡Huelo bien!". No me atreví a decir nada más, para no herirla al decir algo desagradable.

Después de lavarla, le puse ropa limpia y la acomodé en la cama, luego volví a limpiar el baño. Antes de que terminara, había defecado otra vez en sus pantalones y en la cama.

Este tipo de cosas sucedían siempre que no le prestaba suficiente atención, y normalmente ocurrían cuando mi marido estaba fuera en el trabajo o haciendo diligencias. Estaba agotada y miserable, estaba atrapada en el mal humor y no podía liberarlo. No podía concentrarme mientras estudiaba el Fa, y me sentía somnolienta mientras enviaba pensamientos rectos y hacía los ejercicios. Mi suegra hacía con frecuencia las maletas y quería irse a casa cada vez que algo no era como ella quería. El ambiente en casa empeoraba.

Pensé en ello y me di cuenta de que debía estar en deuda con ella de una vida anterior. Puede que le debiera mucho, así que quería devolvérselo. Sabía que, como cultivadora, debía hacerlo bien en el camino que Shifu había arreglado para mí. Miraba a mi suegra como un espejo, porque ella podía reflejar plenamente mis apegos. A partir de entonces, no importaba lo que ocurriera entre mi suegra y yo, sólo miraba hacia adentro.

Encontré muchos apegos, como el resentimiento, la envidia, la búsqueda de fama y el miedo a la suciedad. Todo ello derivado del egoísmo. Cuando intenté deshacerme de esta mentalidad, la situación mejoró un poco, pero seguía sin ser buena. Mi suegra seguía haciendo sus trucos habituales, y yo sentía que mi tolerancia estaba llegando al límite. Pensé para mis adentros: Si quiere volver a casa, la llevaré de vuelta. Tiene varios hijos, no sólo mi marido. Es hora de que uno de ellos se ocupe de ella. No puedo ocuparme de todo yo sola.

Tuve un sueño, en el que estaba escalando una montaña. Había una gran pendiente, de unos 30º, por encima de mí. Quería subir, pero no encontraba nada de lo cual asirme. La hierba y los pequeños árboles estaban todos marchitos y amarillos, y se romperían si los agarrara para subir. Me resultaba demasiado difícil subir, así que pensé en bajar. Me di la vuelta y vi un acantilado empinado que bajaba. Había un camino al pie de la montaña, y la gente de allí parecía muy pequeña. No sabía cómo había subido tan alto. Me resultaba imposible volver atrás, ya que podría caerme y morir. Entonces, me desperté.

Tras despertar. Mi corazón seguía latiendo rápidamente. Sabía que Shifu estaba insinuando que no había vuelta atrás.

En la mañana, me senté a estudiar el Fa, pero no podía calmarme, así que leí en voz alta mientras caminaba con mi libro en la mano. Después de terminar una lección de Zhuan Falun, decidí memorizar el Fa. Aunque pudiera memorizar sólo unas pocas líneas al día, sería feliz de poner esas pocas líneas en mi mente.

Shifu dijo:

“Los sufrimientos físicos no pueden ser contados como sufrimientos, cultivar el corazón de uno es lo más tormentoso”. (Templando la mente y el corazón de uno. Hong Yin)

En ese momento, sentí que realmente entendí el significado de estas frases. Con el fin de desprenderme de mis nociones y apegos obstinados, envié pensamientos rectos tanto a las horas determinadas, como durante el tiempo en que realizaba las tareas de la casa. Después de unos días, me sentí mucho mejor. Pero, cuando mi suegra volvía a causar problemas, me resentía y trataba de soportarlo, pero aun así rompía a llorar. Cuando limpiaba el desorden que ella hacía, me repetía en mi corazón: "¡Gracias suegra!" Pero mis lágrimas seguían cubriendo mi cara.

Su estado mejoró después de que yo mejorara mi xinxing. Me pregunté: ¿Por qué siempre siento resentimiento? La respuesta fue: El espectro del mal está hecho de odio. No he eliminado completamente el veneno que dejó en mí la cultura del PCCh. Volví a enviar pensamientos rectos, y especialmente añadí un pensamiento: Desintegrar completamente las toxinas de la cultura del PCCh.

Después de enviar pensamientos rectos por un período de tiempo, mi suegra llegó a estar menos confusa. Siempre que tenía la oportunidad, le decía que recitara conmigo "Falun Dafa es bueno" y le leía Zhuan Falun. Cuando su mente se aclaraba, se volvía más respetuosa y se calmaba. La trataba con paciencia y tolerancia, la hacía feliz el que yo tomara en cuenta sus necesidades. Le decía que no era ella la que quería ser sucia y perder la calma, sino que era otra vida sucia e irracional la que le hacía hacer esas cosas. Le decía que hiciera fuerte su conciencia principal y que no se dejara engañar por las interferencias. Parecía que ella me entendía.

Le enseñé a comer sola. Le temblaban mucho las manos y se le caía la comida cuando empezaba a coger la cuchara. La animé a seguir trabajando en ello, y así lo hizo. Más tarde pudo comer sola. Yo la acompañaba cuando iba al baño. A medida que mi xinxing mejoraba, dejaba de hacer cosas sucias. Quería quedarse conmigo y no permitía que la dejara sola. Una vez, salí de nuestro edificio durante unos 20 minutos. Cuando volví, estaba sentada en el suelo junto a la puerta principal. Le pregunté por qué lloraba y me dijo: "¡Te echo de menos!". Ella temía que yo lo hiciera siempre, así que no salí durante cuatro meses.

Unos meses después, mi suegra tenía menos malos hábitos, aunque a veces seguía escupiendo. A veces la oía recitar "Falun Dafa es bueno". Sabía que se había vuelto lúcida por recitar y escuchar las conferencias de Shifu. También fue porque yo miraba constantemente hacia adentro, ya que realmente quería eliminar todos mis apegos. Shifu me ayudó a eliminar esas cosas malas e hizo que el ambiente en casa fuera mejor.

Mis apegos al egoísmo, al resentimiento, a la envidia, a la fama y a otras nociones han sido eliminados. Han sido sustituidos por la calma y la tolerancia. Puedo darme cuenta de las malas sustancias cuando aparecen, y eliminarlas tan pronto como aparecen.

Gracias, Shifu, por ayudarme a superar las diversas tribulaciones y por remodelar un nuevo yo.

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