(Minghui.org) Mi madre y yo practicamos Falun Dafa. La práctica nos permitió librarnos de la enfermedad de una vez por todas. Nuestras relaciones con familiares y amigos mejoraron al seguir los principios universales de Verdad-Benevolencia-Tolerancia en nuestra vida diaria. Nuestra situación económica era mejor que nunca. Agradecemos al Maestro su ayuda; no hay palabras que puedan transmitir adecuadamente nuestra gratitud a Shifu y a Falun Dafa.

Cuando nací, tuve hepatitis B debido a las malas prácticas de higiene en el hospital. A menudo tenía fiebre, mi abdomen se hinchaba y vomitaba ácido estomacal y sangre. Ir al hospital era una rutina para mí. A veces tenía que permanecer en una UCI durante meses. Todos los médicos y enfermeras me conocían. Comía más pastillas que comida y tenía un peso muy bajo. Los gastos médicos asfixiaban a mis padres, que tenían un trabajo normal y corriente, y apenas podían mantenerme con vida.

Mi padre falleció cuando yo estaba en la escuela primaria, y nos dejó a mi madre y a mí una pequeña casa de paja que tenía goteras cuando llovía. Mi abuela paterna y mi tío tomaron el dinero que mi padre me dejó para ir a la escuela y buscar tratamiento médico. No terminé la escuela primaria. La pesada carga económica minó la salud de mi madre. Sufría problemas renales y ya no podía enderezar la espalda por el dolor. Su vista se volvió borrosa y siempre le dolía la cabeza. Compraba analgésicos baratos para seguir adelante. Nuestros familiares y amigos nos evitaban, temiendo que les pidiéramos dinero.

El supervisor de mi madre le dejaba todo el trabajo pesado, sabiendo que no podía permitirse perder el empleo. Incluso la obligaba a hacer el trabajo de otras personas. Antes de las vacaciones, obligaba a mi madre a "regalarle" unos cientos de yuanes o la despedía. Mi madre lo hizo, pero su situación empeoró. La obligaba a trabajar todo el tiempo sin descansos y le descontaba el sueldo si no terminaba su trabajo a tiempo. Mi madre quiso acabar con su vida varias veces, pero abandonó la idea por mí. En aquel momento no había ninguna esperanza para nosotros.

En marzo de 1999, mi madre llegó a casa del trabajo emocionada. Había conocido a una persona en el trabajo que practicaba Falun Dafa. Tras enterarse de la situación de mi madre, el practicante se solidarizó con ella y le llevó grabaciones de las conferencias de Falun Dafa. El practicante le pidió que escuchara las conferencias y le dijo que una vez que practicara Falun Dafa, el Maestro se ocuparía de ella y que habría esperanza.

Una vez que mi madre empezó a escuchar las conferencias, no pudo parar. Terminó de escucharlas en dos días y decidió empezar a practicar. Esa noche, justo después de acostarse, sintió que la sangre de su cabeza fluía suavemente por los vasos. Podía oír el sonido que fluía y se sintió cómoda toda la noche. Al día siguiente dejó de dolerle la cabeza, pudo ver con claridad y la hinchazón del cuerpo desapareció. Corrió a casa del practicante para contarle lo que había pasado. El practicante le dijo: "Shifu te tomó como discípula, así que debes practicar con diligencia".

El practicante le dio un ejemplar de Zhuan Falun y le pidió que me dejara leerlo. Pasé un día leyendo el libro cuidadosamente, con lágrimas en los ojos. No quería dejar el libro. Era sorprendente que una persona como yo, que no había terminado la escuela primaria, fuera capaz de reconocer cada palabra del libro. Los principios que enseñaba el Maestro me conmovían. Me sentí como un niño que por fin había encontrado el camino a casa, como un barco en el mar que por fin había atracado. Le dije al Maestro que quería practicar Falun Dafa: "Por favor, acéptame como tu discípulo y te seguiré a casa".

A la mañana siguiente anhelaba comer algo frito. Mi madre me compró una barra de pan frito y me la terminé en unos pocos bocados. Me empezó a doler tanto el estómago que apenas podía respirar. Entonces mi abdomen se hinchó como si fuera a explotar. Sudé profusamente.

Pensé que pronto iba a empezar a vomitar sangre, pero mis pensamientos cambiaron rápidamente. Ya había comenzado a practicar Falun Dafa, por lo que el Maestro había dispuesto mi camino de cultivación. El miedo dejó de dominarme en cuanto decidí ponerme en manos del Maestro. Vomité profusamente durante casi 50 minutos. De repente, el estómago dejó de dolerme y ya no estaba hinchado. Sentí una corriente de calor y mi tez pasó de pálida a sonrosada. Nunca me había sentido tan bien en mi vida. Me llené de energía.

Al verme recuperado y mejor que nunca, mi madre dijo: "El Maestro ha purificado tu cuerpo. Debes practicar con diligencia a partir de ahora". Nos arrodillamos frente a la foto de Shifu y le dimos las gracias por habernos salvado a los dos. Juramos seguir la guía del Maestro y volver a nuestro verdadero ser.

Todos los días estudiábamos las enseñanzas y hacíamos los ejercicios. En todo lo que hacíamos, seguíamos los principios de las enseñanzas y poníamos a los demás en primer lugar. Cuando surgían conflictos interpersonales, mirábamos hacia dentro para encontrar nuestros apegos.

Los compañeros de trabajo de mi madre fueron testigos de cómo se convirtió en una persona más agradable y completamente sana. Ella les dijo que se debía a su práctica de Falun Dafa. Muchos de sus compañeros de trabajo comentaron: "Falun Dafa es bueno, y los practicantes de Dafa también". Incluso el director de la fábrica le dijo: "Sería excelente si todos aquí practicaran Falun Dafa".

Con el apoyo del director, cuando el régimen comunista ordenó la persecución unos meses más tarde, mi madre y otros practicantes que trabajaban allí pudieron hablar de por qué la persecución estaba mal sin preocuparse por las consecuencias. Después de que sus compañeros de trabajo se enteraran de los beneficios para la salud al practicar y de por qué el Partido Comunista Chino (PCCh) debía detener la persecución, ella les ayudó a renunciar al PCCh y a sus organizaciones afiliadas para que pudieran estar a salvo en el futuro.

Mi madre y yo aprendimos de las enseñanzas que el dolor y el sufrimiento que padecimos en el pasado estaban destinados a pagar nuestro yeli para poder practicar Falun Dafa. Dejamos de lado nuestros apegos y nociones humanas y decidimos visitar a nuestros familiares para aclarar la verdad de Falun Dafa.

Nuestros parientes parecían indiferentes, como si no nos conocieran cuando llegamos allí. Probablemente supusieron que estábamos allí para pedir dinero. Mi madre les contó por qué habíamos ido allí y cómo nos habíamos recuperado de enfermedades crónicas persistentes gracias a la práctica. A continuación, les sugirió que renunciaran al PCCh y les dio ejemplos de cómo la vida de las personas había cambiado a mejor después de que decidieran renunciar al PCCh. Escucharon y leyeron los folletos que mi madre les llevó.

Les conté que mi hepatitis B había desaparecido y que había ganado peso porque había recuperado el apetito. Además, vieron que nuestras condiciones de vida habían mejorado mucho porque a mi madre le habían subido el sueldo y ahora yo podía trabajar. Algunos de ellos renunciaron al PCCh y otros más tarde comenzaron la práctica.

El practicante que le presentó Falun Dafa a mi madre, me enseñó a utilizar un ordenador y a escribir a máquina y a entrar en Minghui.org y a leer los artículos que otros practicantes compartían. Entonces escribí y publiqué un artículo en Minghui.org, y me emocionó especialmente. Una persona que ni siquiera terminó la escuela primaria fue capaz de utilizar un ordenador y escribir artículos. Doy las gracias a Shifu por haberme dado la sabiduría y las habilidades. Mi madre y yo iniciamos nuestro propio grupo de estudio del Fa para crear un entorno que nos permitiera mejorar.

Desde que nos convertimos en practicantes, mi madre y yo no hemos ido al hospital ni una sola vez ni hemos tomado un solo medicamento. Cuando la gente nos decía que teníamos un aspecto saludable y diferente al de antes, les decíamos: "No estaríamos aquí hoy si no fuera por Falun Dafa". Ahora somos dueños de dos edificios de calidad en la ciudad. Agradecemos al Maestro todo lo que tenemos y seguiremos haciendo bien las tres cosas hasta que volvamos a casa con Shifu.

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