(Minghui.org) Soy una profesora de secundaria jubilada que entró en el camino de la cultivación en julio de 1995. Recordando los más de 20 años de experiencia de cultivación, estoy llena de gratitud por la inmensa compasión del Maestro.

No podría haber superado las pruebas y tribulaciones en mi camino de cultivación sin la protección benevolente del Maestro.

El Maestro me protege durante los accidentes

Estaba cocinando arroz en la cocina una mañana del invierno de 1998, cuando escuché un "bang". Miré a mi alrededor y me di cuenta de que la olla a presión había saltado de la cocina al suelo. Después, saltó otras tres veces. Entonces la tapa se rompió, con un sonido "puf".

La sopa de arroz mezclada con granos de arroz salió a chorros, y mi pelo y mi ropa quedaron cubiertos de arroz pegajoso. Además, las paredes y el techo estaban cubiertos de arroz y sopa de arroz. Cuando mi familia oyó el ruido, vino corriendo desde otra habitación.

Se quedaron boquiabiertos al verme. Aunque mi pelo y mi ropa estaban cubiertos de sopa de arroz caliente, mi cara y mis manos no estaban dañadas. Estaban asombrados. Sabía que el Maestro me había protegido.

Otro incidente tuvo lugar en 2020, cuando me encontraba en una intersección y me disponía a cruzar la carretera. De repente, desde mi lado izquierdo, un sedán negro pasó por encima de mi pie izquierdo. El coche no se detuvo y se marchó.

Sentí un dolor extremo en el pie izquierdo. Cuando lo moví ligeramente, escuché un sonido de "crujido". Entonces oí una voz en mi cabeza que me decía: "¡Estás bien, el cuerpo indestructible de Vajra no puede ser aplastado!". Me tranquilicé inmediatamente y me dije: "Estoy bien, estoy bien". Apreté los dientes y crucé a trompicones el paso de peatones. Cuando los transeúntes me vieron, trataron de alejarse de mí.

En ese momento, una voz me preguntó: "No puedes ir a casa, ¿qué debes hacer?". Pensé: "Mi pie está bien. Todavía tengo que salir para aclarar los hechos sobre Falun Dafa a la gente".

La voz me dijo entonces: "Después de una noche de sueño, estarás bien". Respondí: "No, ya estoy bien". Entonces cojeé hasta la parada del autobús. Cuando subí al autobús, un joven me ofreció su asiento.

Cuando llegué a casa, mi marido me preguntó qué había pasado. Le conté el incidente. Me sugirió que fuera al hospital para hacerme una radiografía, pero le dije que estaba bien y que podía caminar. Le pedí que no se preocupara por mí. A la mañana siguiente, cuando me levanté, tenía todo el pie bastante hinchado.

Por eso tuve que ponerme un calzado más grande antes de salir. Mi marido me preguntó: "¿Aún vas a salir?". Le contesté: "¡Sí, voy a salir! Estoy bien".

Dejar el interés propio: Rectificándome

Desde que empecé a practicar Falun Dafa, seguí estrictamente los principios de Dafa en el trabajo. Las dos clases que impartía eran cursos clave.

Cada año, cuando llegaban las vacaciones, los padres de los alumnos hacían regalos al profesor de la clase y al de la asignatura principal, para mantener una buena relación. Estos regalos también incluían tarjetas de regalo. Yo lo rechazaba todo.

Sin embargo, cuando no podía devolver los regalos, compraba artículos del mismo rango de precios y así los devolvía. También aprovechaba mis vacaciones para dar clases particulares gratuitas a los alumnos. Los alumnos y sus padres me elogiaban por ello.

En 2001 me detuvieron y me llevaron a la comisaría por repartir material para aclarar la verdad. Los agentes de policía me presionaron para que les dijera el origen de esos materiales; no se lo dije.

Me interrogaron después de esposarme a una silla de hierro, y la policía se negó a dejarme usar el baño.

Decidieron llevarme al centro de detención. Sin embargo, antes de salir, el subdirector de la comisaría y algunos agentes vinieron a interrogarme.

"Desde que empecé a practicar Falun Dafa", dije: "He sido una buena persona. Nunca he aceptado regalos de los estudiantes, sino que he dado clases gratuitas en mi tiempo libre. Repartir materiales informativos es contar a la gente los hechos de Dafa. ¿Qué hay de malo en ello?".

Él me escuchó y pareció entender. Luego, se quedó sentado sin preguntar nada más.

Solo dijo: "Puedes irte". Para entonces, llevaba un mes retenida ilegalmente en el centro de detención.

Cuando volví al trabajo, el director simplemente me dijo que reanudara mi trabajo dando las dos clases que impartía antes de ser detenida.

Cuando entré en el aula a la mañana siguiente, todos los alumnos me dieron la bienvenida aplaudiendo con fuerza. Casi me emocioné hasta las lágrimas.

Sentí que había seguido los principios de "Verdad-Benevolencia-Tolerancia", y arriesgué mi vida para validar la compasión y el valor de Dafa, que se ha ganado el reconocimiento de la gente del mundo.

Ser honesta y veraz

Nuestra escuela estableció en 2004 los criterios para ser reconocido como miembro del personal superior. Todos debían publicar dos trabajos, además de obtener un certificado de haber pasado un examen de informática.

La mayoría del personal no sabía utilizar un ordenador. Por ello, la escuela organizó una clase de formación. Yo también participé en ella, pero no aprendí mucho.

Un mes después se realizó un examen. Tenía prisa y, cuando se acabó el tiempo, no pude terminar.

La profesora que supervisaba el examen resultó ser la madre de uno de mis alumnos. Me dijo que se encargaría de mi examen y que podía irme.

Después, cuanto más pensaba en ello, más incómoda me sentía. ¿No era eso falsificar los resultados?

¿Cómo podía alguien como yo, que cultiva los principios de "Verdad-Benevolencia-Tolerancia" hacer estas cosas? Por lo tanto, me dirigí al director encargado de la evaluación y le pedí que retirara mi solicitud.

En ese momento, el director dijo que, como había trabajado durante tantos años y había hecho un gran trabajo todo el tiempo, sería una pena que retirara mi solicitud. También mencionó que, como me jubilaría el año que viene, no tendría otra oportunidad de conseguir esta credencial.

Inmediatamente le dije que debía seguir los principios de "Verdad-Benevolencia-Tolerancia" en todo lo que hiciera y que no me arrepentiría.

Mi compañera de trabajo me contó más tarde que, en una ocasión, la directora le dijo a un miembro del personal en su oficina: "Lo que más lamenté fue que fulano no fuera promovido, mientras que, en el caso de otras personas, aunque sus nombres fueron preseleccionados, no me pareció que estuvieran cualificados".

Recordando mi trayectoria de más de 20 años de cultivación, cada paso estaba impregnado de la protección compasiva del Maestro. Hubo alegría tras ver a los seres consientes aprender la verdad, y también arrepentimiento por las cosas que no hice correctamente.

En el poco tiempo que me queda, haré bien las tres cosas y recorreré bien mi camino, para estar a la altura de las expectativas del Maestro.

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