(Minghui.org) Dos eventos significativos para los practicantes de Falun Dafa tuvieron lugar en 1999 en Beijing: la Apelación Pacífica del 25 de Abril y la Apelación del 20 de Julio. Tuve la suerte de participar en ambos y fui testigo de la belleza y la compasión de Dafa.
La Apelación Pacífica del 25 de Abril
Falun Dafa, también conocido como Falun Gong, fue presentado al público por el Maestro Li Hongzhi el 13 de Mayo de 1992. La práctica mente-cuerpo enseña a sus estudiantes a vivir según los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia.
Dafa gozaba de gran prestigio, y en 1999 la practicaban 100 millones de personas. Pero el jefe del Partido Comunista Chino (PCCh) en ese tiempo, Jiang Zemin, estaba envidioso de la popularidad de Dafa y conspiró para eliminarla.
El 11 de abril de 1999, el científico del PCCh He Zuoxiu escribió un artículo que apareció en Science and Technology for Youth, una revista publicada por el Instituto de Educación de Tianjin. Utilizó pruebas inventadas para calumniar y difamar a Falun Dafa. Los practicantes de Tianjin se dirigieron a la editorial de la revista para aclarar los hechos y les pidieron que rectificaran los errores. La policía de Tianjin respondió golpeando y arrestando a 45 de ellos el 23 y 24 de abril.
Los practicantes acudieron entonces al gobierno municipal de Tianjin para pedir justicia, pero les dijeron que el gobierno de Tianjin no tenía autoridad para resolver el asunto y que debían acudir a Beijing.
Esto dio lugar a la "Apelación Pacífica del 25 de Abril", con más de 10.000 practicantes de Falun Dafa apelando en Beijing.
Fui a la calle You'an, cerca de la Oficina de Apelaciones del Consejo de Estado, a primera hora de la mañana. Muchos practicantes ya estaban allí. Todos estábamos en silencio, algunos estudiando las enseñanzas de Dafa y otros haciendo los ejercicios. Vi a una joven embarazada de unos ocho meses. Los practicantes seguían llegando y no podíamos ver el final de la fila.
Hacia las 9 de la mañana, el entonces primer ministro Zhu Rongji salió de Zhongnanhai, el complejo del gobierno central donde se encontraba la Oficina de Apelaciones, y preguntó qué pasaba. Nos pidió que eligiéramos a siete representantes para ir a Zhongnanhai a hablar. ¿A quiénes debíamos enviar? Cada uno vino por su cuenta y no nos conocíamos.
Un joven que estaba cerca de mí se levantó: "¡Yo iré! Estoy estudiando derecho". Volvió al rato y dijo: "Mi profesor entró".
Todos permanecimos tranquilos y ordenados, esperando el resultado. No llevábamos pancartas, ni gritábamos consignas, ni hacíamos ruido. No había ningún organizador, pero demostramos una gran disciplina: nadie se subió a la acera destinada a los ciegos, nadie bloqueó las entradas de las tiendas y nadie interfirió en el tráfico, incluidos los coches de la policía. Algunos practicantes recogieron la basura en bolsas de plástico, y muchos se apretujaron para hacer espacio a los practicantes mayores para sentarse.
"Son increíbles", nos dijo un joven. "He ido en bicicleta para verlos desde el principio hasta el final de la fila. Tanta gente y tan bien educada".
Después de oír que los practicantes de Tianjin detenidos habían sido liberados, nos fuimos tranquilamente. No se dejó ni un solo papel; los practicantes incluso recogieron las colillas que los policías habían tirado al suelo.
Llamamiento del 20 de julio
A pesar de que la Apelación Pacífica del 25 de Abril se resolvió sin contratiempos, Jiang Zemin inició la persecución a Falun Gong el 20 de julio de 1999.
En el sitio de práctica nos enteramos que el PCCh prohibía Falun Gong a partir de esa mañana. Solo teníamos un pensamiento: Apelar a las autoridades y hacerles saber lo eficaz que es Dafa para mantener a la gente sana y mejorar su carácter, para que detuvieran la campaña de persecución.
Otros dos practicantes y yo nos dirigimos a la Oficina de Apelaciones del Consejo de Estado. Cuando fuimos a la zona de Xisi, nos enteramos de que la Oficina de Apelaciones estaba cerrada: no querían recibirnos. La calle Xisi estaba llena de practicantes y seguían llegando más. La policía se puso en fila para vigilarnos.
El silencio se rompió cuando un joven intentó cruzar la calle. Varios policías se abalanzaron sobre él y lo golpearon. La gente empezó a gritar: "¡Paren! No le peguen!". "¡Respeten la Constitución!" Poco después, llegaron camiones cargados de soldados. Salieron de los camiones y colaboraron con la policía para detener a los practicantes.
Los practicantes intentaron que no se los llevaran. Un joven fue golpeado y se cayó. Un policía lo arrastró por el cabello. Dos policías arrastraron a una practicante anciana que había venido conmigo. Ella les dijo: "¡Jóvenes, no deberían hacer esto!".
La policía también me arrastró a un autobús lleno de practicantes. Entonces el autobús se puso en marcha.
Un practicante empezó a recitar “Lunyu” del libro Zhuan Falun. Todos los demás practicantes del autobús se unieron. También recitamos "Cultivación genuina" e "Iluminación" del libro Escrituras esenciales para mayor avance y los poemas de Hong Yin. Mientras el autobús circulaba por las calles de Beijing, nuestras voces eran como una majestuosa sinfonía que se extendía en todas las direcciones.
El autobús nos llevó al Estadio Fengtai. Nos pusimos de pie o nos sentamos en la pista o en los asientos del estadio, algunos estudiando el Fa, otros sentados en meditación y otros haciendo los ejercicios. La policía y los soldados nos observaban atentamente. Varios policías se acercaron a registrar los nombres, direcciones y lugares de trabajo de todos los practicantes.
Alrededor del mediodía se acumularon nubes oscuras en el cielo. Se fueron acumulando y acabaron cubriendo todo el cielo.
Hacia la 1 de la tarde, apareció algo milagroso: Un gran Falun giratorio apareció en el cielo, como un sol. Era tan sagrado y hermoso, que cambiaba de color cada vez que giraba, y el wan del centro seguía siendo dorado.
Al mirar el Falun, sentí una calidez y una alegría abrumadoras en mi corazón. El Maestro nos estaba animando. Nos protegía en todo momento y nos animaba a no ceder ante las fuerzas del mal y a persistir en la búsqueda de la justicia.
De repente, empezó a llover a cántaros. Todos estábamos empapados, pero mantuvimos la calma. Un anciano sostenía un paraguas cubriendo a un agente de policía.
Al anochecer llegaron más soldados. Entraron a toda prisa en el estadio para llevarnos. Nos abrazamos, formando un muro humano, con los jóvenes fuera y los ancianos, las mujeres y los niños dentro. La policía y los soldados intentaron romper el muro y arrastrar y tirar de cada uno de los practicantes para llevárselos. Nos agarramos fuertemente a los brazos de los demás; cuando arrastraban a uno, los demás practicantes cerraban los brazos inmediatamente para reformar el muro.
Esto duró hasta la medianoche, cuando el último autobús sacó a los últimos practicantes del estadio.
Unos meses después, describí el acontecimiento del 20 de julio a algunas personas. Exclamaron: "¡Cuando la historia pase la página, la gente los recordará para siempre!".
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