(Minghui.org) Empecé a practicar Falun Dafa en 1997. Además de mejorar mi salud física y mi estado de ánimo, también me enseñó a ser considerada con los demás. Siempre sentí que el Maestro me cuidaba y me protegía. En los últimos 20 años, han ocurrido muchas cosas milagrosas en mi vida. Me gustaría compartir dos acontecimientos para dar fe de la grandeza del Maestro y de la naturaleza milagrosa y extraordinaria de Dafa.

Cierto año, los padres de mi nuera y yo estábamos preparando un terreno para la siembra. Yo estaba añadiendo estiércol y llevando una cesta al campo, y el padre de mi nuera estaba plantando. Él recogió un gran ladrillo del montón y lo tiró fuera de su camino. Como miraba hacia abajo, no me vio venir y el ladrillo me golpeó en el borde del ojo y en el puente de la nariz, haciendo que me corriera sangre por la cara. Me tapé los ojos con los guantes y pedí a mi esposo que me llevara a casa en su triciclo eléctrico.

Me limpié la herida con papel de seda y me miré en el espejo. Vi un gran corte en la ceja y otro grande en el puente de la nariz. Los cubrí con vendas. Justo cuando terminé, llegaron los padres de mi nuera e insistieron en que fuera al hospital. También les dije: "No se preocupen, no pasa nada. Mi Maestro me está cuidando, así que me pondré bien en unos días".

Unos días después, me quité las vendas y vi que las heridas se habían curado bien. Les dije a los padres de mi nuera que era el Maestro el que me había protegido; de lo contrario, el ladrillo podría haberme roto la nariz y la cuenca del ojo; incluso podría haber perdido el ojo. Quedaron sorprendidos por el poder sobrenatural y milagroso de Dafa.

En la primavera de 2010, estaba sembrando plantas en un arrozal cuando me picó un bicho. Me picaba detrás de la oreja derecha, así que fui a rascarme y descubrí un bulto grande e hinchado. Se rompió al rascarme y supuró un poco, pero no me preocupé y seguí trabajando.

Cuando regresé a casa esa noche, noté que la mitad de mi cabeza estaba rígida. No podía girar la cabeza. Pensé dentro de mí: "Esto podría ser algo desagradable". Al despertarme a la mañana siguiente, la mitad derecha de mi cabeza estaba hinchada y con ampollas. Al tocarla, supuraba un líquido amarillo y sentía mucho frío. Para no mover la cabeza, no me senté ni me acosté y me apoyé en la colcha. Mi familia vino a verme y me insistió en que fuera al hospital. Aunque me sentía incómoda, dije: "Tengo a mi Maestro cuidándome. No pasa nada. Pronto me pondré bien".

Mi hija vino a casa para cuidarme. Aún no podía moverme porque me dolía mucho y me afectaba todo el cuerpo. Solo podía sentarme y escuchar las conferencias del Maestro. Confié en el Maestro y en Dafa. Estaba segura de que me pondría bien, ya que el Maestro está a mi lado, velando por mí y protegiéndome.

Al séptimo día, mi hija me lavó el pelo y me sentí mucho mejor. Poco a poco, dejaron de formarse nuevas ampollas y las viejas empezaron a formarse costras. Dos semanas después, mi hija me volvió a lavar el pelo y me limpió las costras que se habían caído. Me sentí aún mejor. Entonces pude leer los libros de Dafa y hacer los ejercicios.

Desde entonces, me sentía cada vez mejor y podía cuidarme. Bajo la compasiva bendición y cuidado del Maestro, pude superar esta tribulación. Un mes después, ya me había recuperado completamente.

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