(Minghui.org) Crecí en un pueblo rural y me considero relativamente introvertido, pero siempre fui el mejor estudiante de la escuela. Desde la escuela primaria hasta la universidad, las escuelas y las clases a las que asistí eran todas para la "flor y nata" de los estudiantes, y siempre he sido miembro del cuadro de la clase. A menudo se me otorgaban títulos como el de líder estudiantil sobresaliente. Después de graduarme en la universidad, con la recomendación de la escuela, encontré un trabajo de prestigio. Después de trabajar durante unos años, me quedé únicamente a cargo de un proyecto de investigación. Siendo el líder del proyecto, fui galardonado con el Tercer Premio Nacional de Progreso Científico y Tecnológico.

Después de cultivarme en Falun Dafa, tengo una mente y un cuerpo sanos, mi trabajo es aún más exitoso, mi carácter más alegre y mis relaciones mejoraron mucho. Muchas veces me otorgaron el título de Trabajador Destacado. Durante varios años, he recibido el respeto y elogios de muchas personas. De este modo, mi autoestima y mi confianza en mí se fortalecieron, y adquirí el hábito de querer escuchar solo palabras agradables y no permitir que los demás me criticaran. Me preocupaba especialmente en obtener el respeto de los demás.

Antes de cultivar Falun Dafa, a pesar de mi corta edad, mi cuerpo ya estaba plagado de enfermedades como migrañas, urticaria, neurastenia y úlcera gástrica. Después de que empecé a cultivar Falun Dafa, todas estas enfermedades desaparecieron. Tras el inicio de la persecución de Falun Dafa por parte del Partido Comunista Chino (PCCh), fui enviado ilegalmente a un campo de trabajos forzados durante más de tres años. Durante ese tiempo, me torturaron y me obligaron violentamente a renunciar a mi fe. Como resultado, sufrí una recaída de mi úlcera gástrica.

Después de salir del campo de trabajo forzado, reanudé mi práctica de cultivación de Falun Dafa. Sin embargo, pronto me llevaron de nuevo ilegalmente a un centro de detención y me persiguieron muchas veces. Mi úlcera estomacal acabó convirtiéndose en una perforación gástrica, lo que me obligó a ser hospitalizado para ser operado. Después de ser dado de alta del hospital, reflexioné seriamente sobre mi cultivación. Me di cuenta de que tener el apego de albergar quejas y odio era una de las causas importantes de mis muchas tribulaciones. El apego surgió porque solo quería que la gente me dijera palabras agradables y nunca permitía que los demás me criticaran. Por lo tanto, me propuse cultivarme sinceramente y deshacerme de estos apegos humanos.

En mi trabajo

En mi oficina hay un compañero que no suele ser muy serio en su trabajo. Vivía en el mismo edificio que yo y habíamos trabajado juntos en el mismo departamento, así que nos conocíamos bastante bien.

Un día, nos encontramos en el comedor y empezó a criticarme: "¿Por qué eres tan engreído? Tú...". Se le escaparon un montón de palabras soeces, y todos los que estaban en el comedor nos miraron. Me reí y le dije: "¡Tú también estás aquí para comer!". Y soltó otra ráfaga de críticas duras. No dije nada y me limité a sonreír. Luego, salió del comedor. Fui al mostrador por mi comida y me senté a comer. Sin embargo, en mi interior me preguntaba: "¿Por qué esta persona es tan incivilizada? Usa esas palabras tan sucias para reñir a la personas". Tuve un pequeño pensamiento de quejarme de él.

Unos días más tarde, este colega y otros compañeros de trabajo se quedaron charlando en la entrada principal de nuestro edificio cuando yo volvía a casa del trabajo. Me vio y empezó a reñirme de nuevo. Siguieron las palabras soeces. Esta vez, dejé de empujar mi bicicleta eléctrica, me quedé de pie y sonreí mientras le escuchaba. Incluso habló con los demás mientras me reprendía. No me inmuté, sino que me limité a devolverle la sonrisa.

Busqué en mi interior la razón por la que ocurrió esta situación. ¿Por qué me riñó? ¿Hice algo mal? Después de pensar en ello en profundidad, descubrí que tenía pensamientos de desprecio hacia este hombre. Me parecía que no era serio en su trabajo, sino que solo le gustaba presumir ante la gente y además era un poco vulgar. Ya había dicho cosas malas de él a sus espaldas. Tampoco estaba dispuesto a hablar mucho con él. Me di cuenta de que tenía que mostrarle respeto y tratarle mejor a partir de ahora.

Otro día, un jefe, que era mi antiguo colega, me recibió a la entrada del comedor del personal. De repente me señaló y me reprendió en voz alta: "¡Tú no haces ningún trabajo en absoluto! ¡No haces más que malgastar los recursos de la empresa! ¡¿Dime qué trabajo has hecho?! ¡¿Qué propósito hay para mantenerte en la compañía?!”. ¡Se produjo otra ronda de duras críticas!

Me quedé estupefacto y pensé: "Este hombre ha sido trasladado a otro departamento, por lo tanto, ya no existe una relación laboral entre nosotros. Así que no tiene ni idea de si hago mi trabajo o no. Por lo tanto, no debería decir esas cosas sobre mí". Me limité a mirarle fijamente y a guardar silencio. Justo en ese momento, se sintió un poco avergonzado y rápidamente señaló a un líder veterano detrás de mí con el que está familiarizado y dijo: "Estoy hablando de ti". Respondí con un "Oh" y entré rápidamente en el comedor.

Después de eso, pensé en lo que podría haber hecho mal para que se produjera una situación como esta. Sin embargo, no pude encontrar ninguna razón en particular. Justo cuando estaba escribiendo este artículo, recordé de repente cuando trabajaba con esta persona en el pasado, estaba a cargo de la vigilancia masiva pero básicamente no me preocupaba mucho por las cosas. Más tarde, debido a una falta en el trabajo, fue reprendido por el jefe del departamento. Tal vez me culpó de no haber actuado con la debida diligencia en la supervisión del trabajo, ya que no se lo recordé, lo que provocó la reprimenda. Así que pensó que yo era irresponsable. En realidad, siempre he dado lo mejor de mí en el trabajo. Últimamente, he intentado ponerme al día con el estudio del Fa y la práctica de los ejercicios, por lo que me relajé un poco en mi trabajo. Ahora, el Maestro me llama la atención sobre este asunto. Probablemente me está recordando que debo ser diligente en mi trabajo y seguir cumpliendo con los requisitos de mi trabajo.

La verdad es que es un poco gracioso hablar de esto. Mi nombre se pronuncia de la misma manera que una palabra que se utiliza en nuestra vida cotidiana. Por lo tanto, alguien usó mi nombre para burlarse de mí. Después de entrar en el mundo laboral, la gente me llamaba Pequeño Mou (mi apellido, que es bastante raro) o hermano Mou. Podía aceptarlo. Sin embargo, cuando la gente me llamaba directamente por mi nombre completo, me disgustaba un poco. Si la persona que me llamaba por mi nombre completo no era alguien cercano a mí, me sentía muy mal, pensando que no me respetaba. A veces, ponía cara de enfado o simplemente los ignoraba. A veces, incluso, no colaboraba con ellos mientras trabajaba.

Ahora me he deshecho de estos apegos de no permitir que los demás hablen mal de mí. Ya no vacilo sin importar cómo se dirijan a mí los demás. Ya soy capaz de afrontarlo con una sonrisa y no tomármelo a pecho.

Mi vida familiar

Un día, salpiqué agua en el suelo del baño mientras me lavaba el pelo y me olvidé de secarlo con el trapeador. Cuando mi esposa entró en el baño y lo vio, comenzó a regañarme y dijo que era peor que un desvergonzado. Yo pensé en mi corazón: simplemente no sequé el piso, ¿cómo terminé siendo alguien peor que una persona desvergonzada? Sin embargo, de repente me di cuenta de que, efectivamente, estaba equivocado en esta situación. En el pasado se produjo un incidente similar y ella también me había reprendido por ello. No recordaba bien sus palabras. Por lo tanto, me dirigí inmediatamente al baño para secar el suelo. Pensé que la próxima vez tendría que hacerlo bien.

Un día, salí para asistir a una boda por la tarde y cuando volví, mi esposa me preguntó si hacía frío fuera. Le contesté que no hacía frío, así que no se puso ropa extra y salió. Cuando regresó, me dijo: "Han pasado más de 30 años y nunca he oído una palabra de verdad de ti. El clima afuera estaba muy frío, pero dijiste que no hacía frío”. Le contesté: "¡Realmente no hace frío afuera! Volví a casa con la bicicleta eléctrica y no sentí frío". Entonces hizo algunas llamadas y se lo contó a su hermana y a nuestra hija. Cuando mi hijo volvió a casa, también se lo contó a mi hijo. Tanto mi hija como su hermana dijeron que hacía frío fuera, mientras que mi hijo dijo que no hacía frío. Miré hacia dentro y pensé: ella le tiene más miedo al frío. Cuando le contesté, no me puse en su lugar ni pensé en sus sentimientos. Aunque yo no sintiera frío, puede que a ella sí lo sintiera. A partir de esto, observé que a lo largo de todos estos años, rara vez pensé en sus sentimientos. Esto puede haber creado una impresión relativamente profunda en ella. En el futuro, debo pensar más en sus sentimientos cuando hable y haga cosas y me pondré en su lugar.

Durante un tiempo, cuando estaba en casa, sin importar lo que dijera o hiciera, mi mujer siempre me regañaba por todo. Al principio, me obligaba a tolerarlo y no le replicaba. A veces, era obvio que era ella la que se equivocaba, pero aun así me regañaba. A veces, le contestaba mentalmente y a veces incluso me daban ganas de darle una bofetada. Sabía que esos malos pensamientos no eran míos, así que me advertí que debía cumplir con Verdad-Benevolencia-Tolerancia. Al mismo tiempo, también envié pensamientos rectos para deshacerme de las malas nociones que había en mi mente y de los seres malignos que la controlaban. Al hacer esto, sus palabras de regaño serían más ligeras para mis oídos.

Más tarde, aprendí a mirar hacia dentro. Recordé algo que dijo el Maestro:

“Hablemos de algo corriente como «yo hago lo que quiero» o «este asunto ahora tiene que hacerse así y asá»; de esta manera, probablemente dañes a alguien inconscientemente”(Lección Octava, Zhuan Falun).

Después de comprender este punto, me di cuenta de que siempre me basaba en mi opinión para juzgar lo que era bueno o malo. Siempre decidía qué o cómo quería hacer las cosas sin tener en cuenta los sentimientos de mi esposa. Sin saberlo, esto la lastimaba. Por lo tanto, después de eso, en los asuntos familiares, ya no tomaba yo solo las decisiones. En su lugar, utilizaba actitud de diálogo para hacer sugerencias. Después de eso, no importaba lo que ella dijera, yo era capaz de mantenerme firme y enfrentarme a ella con una sonrisa. Como resultado, mi mujer ya no reacciona con malas palabras cuando hablo o hago cosas.

Cuando clarifico la verdad cara a cara, a veces siguen apareciendo los apegos del miedo y de no estar dispuesto a dejar que los demás hablen mal de mí. Por lo tanto, todavía tengo que ser más diligente en mi cultivación.

Lo anterior son mis limitadas experiencias en mi cultivación. Por favor, hágame saber si hay algún margen de mejora.

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