(Minghui.org) La "depresión" es una enfermedad mental muy conocida en la sociedad moderna. Puede afectar incluso a aquellos que parecen normales y poseen personalidades alegres. Es difícil para las personas que no sufren esa afección entender a quienes padecen este estado. Al estar con los familiares o amigos que sufren, se siente impotencia e incapacidad para ofrecer ayuda o consuelo. Me gustaría compartir mi experiencia personal, con la esperanza de que otros den una mano a quienes se enfrentan a situaciones similares.

Mi ciudad natal está situada en el noreste de China. Mi esposo y yo emigramos a Shanghái en septiembre de 1998 para establecer nuestro negocio. Como recién llegados a esta próspera y bulliciosa metrópolis, nos enfrentamos a muchas dificultades y presiones. Dependíamos en gran medida de nuestra propia fuerza física, inteligencia y suerte para sobrevivir.

En el año 2000 di a luz a nuestra hija. Como desde la infancia he tenido una visión pesimista, sufrí una depresión posparto. El insomnio, la soledad y la desesperanza acompañaban mis pensamientos. La presión constante, me hacía difícil respirar. Pensaba con frecuencia en formas de escapar mediante el suicidio y la muerte, pero la idea de dejar a mi hija me impedía seguir adelante.

En 2006, el empeoramiento de mi estado provocó una visita a un especialista del hospital, donde me diagnosticaron "depresión severa". El médico me recetó una medicación antidepresiva. El potente medicamento antidepresivo funcionó aprisionando mi mente. Cada vez que me sentaba durante un rato, todo mi cuerpo y mi cara se veían apagados, inexpresivos e insensibles. La medicación también causaba estragos en las hormonas de mi cuerpo. Mirando mis ojos apagados y mi pálido rostro en el espejo, solo podía lamentarme: "¡Vivir es demasiado duro!".

Un día, estando tumbada en la cama después de acostar a mi hija, recordé que entre mis cosas tenía el libro Zhuan Falun. Un fuerte deseo de cultivación floreció en mi corazón y empecé a llorar y a suplicar: "Shifu, ¡permíteme que conozca a un practicante de Falun Dafa!".

Al día siguiente, al comprar verduras en el mercado, me acerqué a un puesto desconocido buscando jengibre. Una señora mayor estaba allí, ¡hablando al dueño del puesto sobre Falun Dafa! Alborozada, hablé inmediatamente con esta practicante y le expliqué mi situación, expresando mi deseo de practicar Falun Dafa. Esta señora mayor me dio su número de teléfono, y al día siguiente me envió un juego de las últimas enseñanzas publicadas por el Maestro Li Hongzhi (el fundador). Esa mañana, después de llevar a mi hija a la guardería, comencé a leer las enseñanzas de Shifu. En un momento dado, tras leer que Shifu había tomado el equivalente a un tazón de veneno para ayudar a eliminar el yeli (karma) de un estudiante que sufría una trombosis cerebral, me emocioné hasta las lágrimas. El compasivo Shifu había hecho grandes sacrificios y sufrido mucho en nombre de los practicantes de Dafa.

Aunque había encontrado Falun Dafa anteriormente, no había entrado en la práctica de cultivación. Sin embargo, Falun Dafa (también llamado Falun Gong) permaneció cerca de mi corazón. De vez en cuando abría mi copia de Zhuan Falun para leer, y este fue el único libro que llevé conmigo cuando nos mudamos de nuestra ciudad natal a Shanghái. A pesar de todo, el misericordioso Shifu no se dio por vencido conmigo e incluso hizo que encontrara a una practicante de Falun Dafa. Al convertirme en practicante de Falun Dafa, debía dejar de tomar mis medicamentos antidepresivos. Sin embargo, el folleto de instrucciones de la medicación también advertía que no debía dejar de tomarlos de golpe, ya que esto podría provocar síntomas de esquizofrenia. Después de algunas dudas, endurecí mi corazón y adopté una postura. "¡Estoy decidida a ser una cultivadora!". Tiré el resto de mi medicación por el retrete.

Tras dejar los antidepresivos, aunque tuve náuseas y visión borrosa, mi mente y mis pensamientos se volvieron más agudos y claros. También sentí unas constantes e inexplicables ganas de llorar. Aquella practicante anciana me dio un consejo: "Envía pensamientos rectos para eliminar estos factores malignos". En cuanto empecé, se produjo un efecto milagroso. Una ráfaga de alegría recorrió involuntariamente mi corazón. Empecé a sonreír a través de las lágrimas, mientras mis sentimientos de depresión disminuían.

Con la bendición de Shifu, me libré de los efectos secundarios de la esquizofrenia. Sin embargo, seguía experimentando debilidad y una grave falta de resistencia. En lugar de caminar, tenía que montar en bicicleta cuando salía a comprar alimentos. Un día, al volver del mercado, puse la bicicleta en su lugar de estacionamiento y empecé a caminar hacia casa. Al girar la cabeza, vi cuatro fantasmas negros que me seguían. Negros de pies a cabeza, tenían caras con barbillas puntiagudas, cuellos y brazos delgados, y caminaban saltando pasos. Dos de los fantasmas medían tres metros de altura, mientras que los otros dos rondaban los dos metros. Cuando me vieron mirarlos, trataron de esconderse.

Al principio, lo consideré una alucinación. Pero, cuando me di la vuelta de nuevo, descubrí que todos los fantasmas se habían agachado. Cuando miré hacia atrás después de salir del estacionamiento, vi que los fantasmas se quedaban atrás con aspecto temeroso. Comenzaron a seguirme desde la distancia. A pesar de ser una persona relativamente tímida, no sentí ningún miedo ante este espectáculo aterrador. Al contrario, mi corazón estaba muy tranquilo gracias al apoyo de Shifu. De repente me di cuenta de que mi supuesta "depresión" había sido causada por estos fantasmas. El misericordioso Shifu me estaba recordando que no debía ver mi enfermedad desde la perspectiva de la gente común y de la ciencia moderna. Este estado mental mío era esencialmente obra de estos fantasmas negros, y posiblemente del yeli (karma) acumulado de mis vidas anteriores.

A partir de entonces, estudié diligentemente el Fa, practiqué los ejercicios y trabajé en mantener mis pensamientos rectos para eliminar estos fantasmas con mayor eficacia. Poco a poco, mi insomnio desapareció y empecé a reír y a llevar una vida normal. Cultivando en Falun Dafa, finalmente superé la depresión.

En la caótica y compleja sociedad moderna de hoy en día, un número cada vez mayor de personas sufre de depresión, una enfermedad extraña e incomprensible que es extremadamente difícil de curar. Espero que mis experiencias personales puedan ayudar a otros que se enfrentan a problemas similares.