(Minghui.org) Soy una joven practicante de Falun Dafa, nacida en 2009. Mi abuela me habló de las dos frases auspiciosas: "Falun Dafa es bueno, Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno" el día que nací. Dijo que empecé a sonreír a los cuatro días de vida cuando me leyó el poema Templando la mente y el corazón de uno de Hong Yin. Parecía que entendía que me estaba compartiendo la salvación mi abuela, y desde entonces ella me leía el Fa todos los días.
El Maestro siempre arregló que yo estuviera al lado de mi abuela cuando ella estudiaba el Fa. Cuando mi abuela aclaraba la verdad, yo ayudaba saludando a la gente cuando tenía 11 meses. Estudié el Fa y aclaré la verdad con mi abuela todos los días. Nuestra familia abrió una tienda cuando yo tenía tres o cuatro años y mi abuela iba a menudo a ayudar. Como resultado, ella estaba muy ocupada y no tenía tanto tiempo para estudiar el Fa. Un día le dije a mi abuela: "¿Así es como tratas a un pequeño ser divino de los cielos? Tienes que volver todas las tardes a las 16 horas, a más tardar a las 19 horas, para leerme el Fa". Mi abuela se quedó sorprendida y más tarde me dijo: "Fueron tus palabras las que me hicieron volver a Dafa".
La adicción al móvil casi me hace alejarme del Fa
Mi escuela comenzó a tener clases virtuales en línea debido al confinamiento durante la pandemia del virus del CCPh (también llamado COVID-19). Me dieron un teléfono móvil para completar mi trabajo de clase a distancia, y esto casi me hizo alejarme del Fa.
El Maestro me iluminó un día de octubre, y me di cuenta de que mi estado de cultivación pendía de un borde peligroso. Le dije a mi abuela que cambiara la contraseña de mi teléfono móvil y que lo guardara bajo llave cuando no estuviera haciendo mi trabajo escolar.
Volví a cultivar bajo la protección del Maestro y mis notas mejoraron. Este asunto me permitió comprender el peligro de los teléfonos móviles y también me ayudó a mantenerme firme en mi cultivación.
Aclarando la verdad
Una noche, mi abuela vino a recogerme después de la escuela. Una señora mayor se puso a hablar con nosotras mientras subíamos la colina. Me elogió por llevar mi propia mochila y mis pertenencias. Mi abuela pensó que era una oportunidad para aclararle la verdad. La anciana aceptó de buen grado lo que le dijimos y siempre asintió con la cabeza. Viendo lo bien que iba el asunto, saqué un calendario de aclaración de la verdad y se lo entregué. Le dije que era gratis y lo aceptó con gusto. Sonreí y me sentí muy feliz porque se había salvado. Esa señora reconoce la belleza de Falun Dafa y estoy realmente feliz por ese ser consciente.
Gracias, Maestro por tu salvación ilimitada. Gracias por no haberme abandonado cuando me desvié del Fa. Gracias por traerme de vuelta. ¡Gracias Maestro!
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