(Minghui.org) Me gustaría compartirles una cosa que me pasó esta semana. Pues, esperaba que ciertas personas hicieran ciertas cosas, pero no fue así, y esto me irritó muchísimo. Pero muchísimo. Sin embargo, decidí que no me iba a enfadar –trato de llevar una batalla consciente contra los apegos, es decir, contra las emociones y los deseos que vienen a secuestrarte. Pero, por otro lado, tampoco quería perder la oportunidad de enfadarme, de clamar justicia y de reprocharle a los demás; era demasiado fuerte. 

Sentí que no iba a poder controlar a esa estructura (ira) de otro espacio. Sabía que era muy fuerte. Pensé que para un cultivador, lo importante no es el motivo externo que activa la emoción o el deseo, sino el apego en el que se sustenta. A eso debía apuntar. Así que me puse a estudiar el Fa para encontrar respuestas. Lo estudié casi a gritos –porque la ira estaba a punto de embargarme. 

No quise desistir, me esforcé en concentrarme, traté de no sucumbir a la ira, al enfado. Intentaba leer el Fa, sin escuchar todas las razones que esgrimían, no solo la ira, sino otros tantos apegos que querían sumarse a la fiesta. Seguramente, con el esfuerzo, el Fa empezó a entrar en mi corazón.

De todos modos, aunque estaba haciendo todo cuanto podía lo que se reflejaba en mi mente era que en cuanto acabara de leer iba a dar un puñetazo en la mesa y a empezar con los reproches –aunque también me negaba a aceptar esa idea, diciendo que no era mía, en cuanto apareció. Llegó un momento en que me encontré en territorio inexplorado, tenía que cruzar una línea roja imaginaria, y trascender el apego. Pero soltar la ira daba miedo (supongo que era un reflejo en mi mente de ese yeli que veía que bien podía estar acercándose su fin). Pero pensé que si uno siente miedo al leer el Fa, tiene que leer el Fa aún más, con más tesón. Así que seguí leyendo, en voz alta, intentando concentrarme sin pensar en nada más. No sé cuanto tiempo pasó, pero llegó un momento en que solo quedó el Fa. Estaba estudiando y entendiendo el Fa.

¡Guau! Fue una experiencia maravillosa. Se rompió la ilusión. Leyendo, Shifu me enseñó que detrás de la ira, se escondía mucho miedo, uno de ellos, al fracaso, el apego a la competitividad, a validarme, a la envidia… Entendí que, contrariamente a lo que pensaba, la violencia es propia de los débiles. 

Cuando, el fashen de Shifu me quitó ese yeli de pensamiento tan vehemente, me sentí liberado, como en paz con todo lo que me rodeaba y me invadió una felicidad que no era de este mundo. Nada de este mundo puede brindarte una sensación de gozo tan pura. 

Lo primero que se me vino a la cabeza fue: “Me encantaría contárselo a algunos compañeros practicantes que no dan importancia del autocontrol, o que incluso consideran, como yo hacía hasta hace un rato, que perder un poco los nervios es algo normal. Tengo que compartirles, como sea, esto tan importante. Tengo que encontrar la manera de decirles que hay un punto en que rompes la ilusión, y que si no la rompes es porque no has llegado a hacer el esfuerzo suficiente; porque no has mirado lo suficientemente profundo. Si uno hace ese esfuerzo en su justa medida, ese malestar interior desaparece, así que uno se olvida de buscar a algún chivo expiatorio al que atribuirle el sufrimiento que le generan sus propios apegos. 

La experiencia fue muy fuerte y muy enriquecedora. Una vez tranquilo, uno puede arreglar cualquier problema que haya surgido de una forma excepcionalmente racional, eficaz y bondadosa, ya que está en ese estado. Sientes como si pudiera crear nuevos e inmensos horizontes, vastos mares y cielos sin límites con sus decisiones y ayudar realmente a todo cuanto te rodea. Tienes la capacidad de ponerte en los zapatos de la gente o de simplemente perdonar, porque cuando alguien incumple con algo puede ser porque, simplemente, no se encuentre bien. Pero, de la otra forma, si hubiera seguido lo que me indicaban mis instintos creo que no hubiera solucionado nada. Al contrario podría haber generado alguna repercusión negativa en un proyecto sagrado de Dafa.

Luego, pasé tres días con síntomas como los de una gripe. Me pareció raro porque nunca me siento mal. Pero una vez que descubrí lo que me provocaba el malestar (ese apego desconocido e incontrolable) del que pretendía escapar buscando culpables para hacerlos sufrir un poco (y que compartieran mi infierno particular) me pasaba los días enteros expulsando mocos, y con dolor de huesos. La cabeza también me dolió a veces como cuando tenía gripe o algo así, en algunos momentos puntuales.

Todos los síntomas paraban cuando tenía que presentar el programa… pero poco después de acabar de grabar, cuando me sentaba frente a la computadora, volvían. Aunque resultó un poco agotador todo el proceso, me tranquilizaba sentir que mi corazón no dejaba de elevarse mientras estudiaba el Fa, o simplemente me relacionaba con los demás o hacía mi trabajo. 

La sensación de autocontrol (la conciencia principal fuerte), los pensamientos puros, sin enemigos, sin culpables, sin dolor… hacía lo mismo que hacía siempre pero en un estado de tranquilidad. La gente a mi alrededor se veía mucho más feliz. No un poco, mucho. Este es solo mi entendimiento que he intentado explicar lo más descriptivamente que soy capaz para que llegue mejor. Señalen cualquier cosa inapropiada, por favor. ¡Gracias Shifu!

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