(Minghui.org) Empecé a practicar Falun Dafa en 1997. Me alegré de encontrar una práctica de cultivación en la que los principios estaban claramente explicados en un lenguaje sencillo. También me encantaron los bellos movimientos de los ejercicios.

En la primera etapa de la persecución a Falun Dafa, el partido comunista chino (PCCh) quiso interferirme repetidamente. Con mi fe solida en el Maestro y en Dafa, pensé en ese momento que no tenía sentido que persiguieran y encarcelaran a la gente buena. Si cedía a la presión, tendría un impacto negativo en aquellos que querían aprender Falun Dafa, y no quería seguir ese camino. Estoy agradecida con mi maestro, el señor Li Hongzhi, por ayudarme a superar muchas dificultades.

Me gustaría compartir algunas de mis experiencias de mis años de práctica de Falun Dafa.

Comenzando a cultivarme

Aún recuerdo la primera vez que mi esposo y yo leímos por primera vez las Lecciones del Maestro Li.

Era bastante tarde cuando terminamos y estábamos a punto de irnos a dormir. De repente, los dos oímos un rugido y vimos luces brillantes. Sabíamos que éramos muy afortunados por haber encontrado Falun Dafa y que esta maravillosa oportunidad no la podíamos desaprovechar. Como se dice en Viaje al Oeste, "No es fácil tener un cuerpo humano, nacer en China y vivir en un período de tiempo en el que existe el Fa recto". A partir de ese momento comenzamos a cultivarnos.

Leímos las enseñanzas y todo lo que realizábamos lo hacíamos de acuerdo a los estándares de Dafa, el Maestro dijo:

“... haciéndolo todo de acuerdo a Él,

si puedes hacerlo así, cultivación será” (Hong Yin).

Resolvimos todos los conflictos y agravios con nuestros familiares y vecinos. La gente vio lo bueno que era Dafa y muchos se unieron a la práctica. Mi casa acabó convirtiéndose en un sitio de práctica. La mayoría de la gente cenaba temprano, hacia sus labores familias y luego venía a hacer los ejercicios. El patio estaba lleno de practicantes. Cuando empezaba la música, gente de todas las edades empezaba a hacer los ejercicios. Era un momento muy solemne. Nunca hubo necesidad de mantener el orden.

Con el paso del tiempo, notamos que nuestra salud y nuestro nivel moral mejoraron mucho. En cuanto a mí, tenía un problema estomacal crónico y persistente y tomaba muchos medicamentos. Probé todo tipo de curas y tomé todo lo que se anunciaba. Evitaba tal o cual alimento y estaba muy delgada. Me resultaba imposible realizar cualquier trabajo físico. Poco después de empezar a practicar Falun Dafa, mis úlceras gástricas, el reflujo ácido, la hinchazón y otros problemas estomacales desaparecieron y no han vuelto a aparecer. La sinusitis solía congestionar mi nariz y causar mareos. También tenía estreñimiento frecuente. Pero todo desapareció cuando empecé a practicar Falun Dafa.

Compramos los libros de Dafa publicados oficialmente, prestamos atención a nuestra conducta, tratamos de ser siempre considerados con los demás y no hicimos del beneficio personal una prioridad. Nos convertimos en personas abiertas y alegres, y nuestras vidas eran sencillas y felices.

Mi hija fue a la universidad en un condado rural. Cada año, el gobierno daba a algunos de los estudiantes de esa institución subsidios. Un año le tocó a mi hija. El subsidio era de unos 3.000 dólares, una cantidad importante para una familia rural y suficiente para cubrir las necesidades de un estudiante durante un semestre. Mi hija me llamó y me dijo que había una compañera de clase de una familia pobre que lloraba porque no había recibido el subsidio. Mi hija, sin embargo, ya lo había recibido varias veces. Así que le sugerí que le diera el subsidio a su compañera de clase. Ella aceptó de buen grado y se lo dio a la otra niña. Me alegré de que tomara la decisión correcta y nuestra familia expresó su agradecimiento al Maestro Li por enseñarnos a ser buenas personas. Más tarde, mi hija se convirtió en una ciudadana respetada en la comunidad.

Creer en el Maestro y en el Fa en medio de las tribulaciones

En julio de 1999, el PCCh lanzó una despiadada campaña para calumniar al Maestro y a Dafa. Los practicantes fueron arrestados ilegalmente a diestra y siniestra. Funcionarios de la oficina 610 venían a menudo a mi casa y amenazaban a mi familia. Querían que dejáramos de practicar Falun Dafa y que traicionáramos a nuestros compañeros. Pero nos negamos a cooperar. Desde entonces, la gente de nuestro pueblo está en paz.

Durante ese tiempo, siempre tratamos a estas personas con sensatez y racionalidad. A menudo recitaba el Fa y los miraba directamente a los ojos para transmitirles pensamientos rectos. Ellos nunca pronunciaron una palabra irrespetuosa hacia el Maestro o Dafa. Dejaron mi casa en paz.

El año pasado, el PCCh llevó a cabo una campaña de "llamar a las puertas". Vinieron a mi pueblo a visitarme. Pero los funcionarios del pueblo, que ya sabían la verdad sobre la persecución, vinieron a avisarnos antes y los llevaron con otra familia que no practicaba Dafa, así pudimos escapar. La familia visitada se enfadó y amenazó con demandarlos.

Clarificando la verdad para salvar a las personas

Dafa estaba siendo difamada y muchos practicantes fueron arrestados, encarcelados y torturados. Como resultado, un gran número de personas comunes fueron engañadas y se formaron opiniones que no estaban basadas en la verdad. Empecé a aclarar la verdad a las personas que conocía para hacerles saber que era un error que el PCCh persiguiera a Falun Dafa. También redacté cartas y las copié a mano para distribuirlas. Los practicantes tomaron los materiales que hice para dárselos a sus conocidos.

Desgraciadamente, los materiales que repartimos eran muy limitados. No teníamos suficiente. Pensé en montar un sitio de material de aclaración de la verdad en casa, pero mis circunstancias económicas no me lo permitían. El maestro vio mi intención, así que dispuso que un practicante que no conocía me proporcionara lo que necesitaba. Luego, otro practicante me dio una fotocopiadora en blanco y negro. Como los materiales que tenía eran en color y no se podían copiar, tenía que trazar cada palabra con tinta negra y luego utilizarla como copia maestra para reproducir un gran número. A veces incluso podía reproducir más para los practicantes que lo necesitaban.

Me alegré especialmente cuando salieron los Nueve Comentarios sobre el partido comunista. Los temas del libro se explicaban con detalle y podían orientar a la gente sobre cómo volver a la cultura tradicional. Pensé que sería maravilloso poder repartirlos, pero no sabía dónde encontrar un practicante para conseguir más ejemplares. Más tarde me di cuenta de que podía quitarle la pasta al libro que tenía, fotocopiar una página cada vez, doblar las páginas, hacer agujeros y utilizar un alambre fino para encuadernar el libro. Todos los días, después del trabajo, mi marido y yo nos dedicábamos a hacer el libro. Trabajábamos hasta pasada la medianoche y cada noche conseguíamos hacer entre cinco y seis ejemplares. Por la mañana los repartíamos en cuestión de minutos.

Un día llevé los libros a un edificio donde vivían profesores. Era un nuevo curso escolar y entraba y salía mucha gente. Coloqué un libro en cada puerta. Vi que una profesora cogía el libro, lo hojeó y luego checo si alguien más tenía uno. Lo tomo y se metió a su departamento. Al ver lo emocionada que estaba por haber recibido los Nueve Comentarios, gané más confianza a la hora de producir materiales de aclaración de la verdad.

El Maestro mandó a un practicante para ayudarme

El Maestro pronto envió a otro practicante que no conocía para que nos ayudara. A partir de ahí, me puse en contacto con un practicante que se encargó de aclarar la verdad. Primero le pedí a un practicante que me ayudara a cuidar a mi hijo. Luego conseguí un trabajo como niñera en el barrio donde estaba el sitio de aclaración de la verdad. Aprendí a establecer y dirigir el sitio mientras trabajaba como niñera. Después de producir los materiales, los empaqueté para llevarlos a los practicantes en varios lugares. Pronto dominé todos los conocimientos necesarios y pude producir hermosos materiales en color. Entonces decidí dejar mi trabajo y volver a casa para dirigir mi propio sitio.

Cuando me fui, la familia para la que trabajaba intentó convencerme de que me quedara porque les gustaba lo independiente y responsable que era. Limpiaba bien la casa, hacía la comida que les gustaba a los niños, ayudaba a darles clases particulares después del colegio y compraba cosas que se les acababan sin avisar. Nos llevábamos muy bien. También ayudé a la familia y a sus parientes a renunciar al PCCh, y algunos de ellos incluso leyeron Zhuan Falun. Nos hicimos muy buenos amigos.

Los practicantes trabajan juntos para esclarecer la verdad

Los practicantes de nuestro centro de producción de materiales cooperaron entre sí y produjeron muchos tipos de materiales diferentes. Aunque algunos practicantes fueron interferidos y arrestados, después de ser liberados, fueron capaces de superar muchas dificultades y volver a la tarea de salvar a la gente una vez más. El centro de producción de materiales ha estado funcionando por más de diez años.

A lo largo de los años he tratado de mantener el equilibrio y de no verme afectado cuando se interfería con ciertos practicantes. Cuando no estaban disponibles para ayudarnos, acabábamos teniendo demasiados materiales en stock porque no podían distribuirlos. Miré en mi interior y vi que estaba demasiado apegado a "hacer el trabajo de Dafa". Envié pensamientos rectos para eliminar mi apego, así como las sustancias malignas que interferían con todo el cuerpo de practicantes. En efecto, era como dijo el Maestro:

"La cultivación depende de uno mismo, el gong depende del shifu" (Primera Lección, Zhuan Falun).

Mientras hagamos las cosas de acuerdo con los requisitos de Dafa, el Maestro nos ayudará en todo.

Desde que empecé a hacer materiales, me recordé a mí misma que no debía tener ningún pensamiento negativo sobre nada. Los materiales que produjimos fueron muy buenos recursos que ayudaron a la gente a entender la verdad. Mientras los leyeran, cambiarían. Hoy en día, la gente está ocupada y no muchos escuchan atentamente lo que les decimos. Sin embargo, pueden llevarse los materiales a casa y leerlos con tranquilidad. A veces nos encontramos con personas que decían que leían los materiales una y otra vez. Otros dijeron que echaban de menos ciertos folletos de una serie y preguntaron si podíamos darles los que faltaban.

Me di cuenta de que en algunas zonas los practicantes rara vez entregaban materiales. En una zona en particular, los practicantes sólo entregaban un paquete a la semana. Algunos sólo hacían llamadas telefónicas y no hacían aclaraciones de la verdad cara a cara porque era más seguro así. Creo que este tipo de mentalidad no es correcta. Estos practicantes necesitan mirar en su interior para ver si es porque tienen algunas nociones, apego del miedo, o si tal vez no están dispuestos a soportar las dificultades. Son cosas de las que tenemos que deshacernos.

Los practicantes de nuestra zona trabajamos juntos. Todos los días salíamos a diferentes lugares para dar información a la gente.

Una vez los practicantes atravesaron una gran barrera y acabaron en una estación de reciclaje de residuos. Aclararon la verdad al gerente, que les invitó a entrar. Vieron un ejemplar de los Nueve Comentarios sobre una mesa. El encargado les dijo: "Esto es lo que he sacado de la papelera de reciclaje. Es un buen libro. Así que lo he guardado y pienso dárselo a otra persona para que lo lea".

En otra ocasión, una practicante estaba paseando cuando se encontró con dos personas trabajando. Le dio a uno de ellos una revista de aclaración de la verdad. Dejó sus herramientas y empezó a pasar las páginas. Cuando la practicante empezó a aclarar la verdad al otro hombre, éste le preguntó: "¿No tienes miedo de que te denuncie a la policía?".

Ella respondió: "Si tuviera miedo, no habría venido a hacer esto. Lo hago por tu bien". De repente, la persona se tensó y dijo: "Un coche de policía viene hacia aquí". Se acercó para ponerse al lado de su compañero, de modo que la policía no pudiera verlo. No quería que vieran a su compañero leyendo los materiales de Falun Dafa. El coche se pasó de largo. La practicante ayudó entonces a los dos hombres a abandonar el PCCh. Reflexionando sobre su día, la practicante dijo que creía que la persona que protegió a su compañero de la policía sería ciertamente recompensada por su buena acción.

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