(Minghui.org) El momento más feliz de mi vida tuvo lugar hace más de 22 años cuando tuve la suerte de ver al Maestro Li Hongzhi, el fundador de Falun Dafa, en persona.

Era un día claro de brisa el 30 de diciembre de 1998. Hice los cinco ejercicios de Falun Dafa con otros practicantes como de costumbre de 5 a 7 de la mañana en el gimnasio de la academia militar donde enseñaba. Después, leímos juntos las enseñanzas de Falun Dafa en otro edificio. Justo antes de las 8 de la mañana, mi madre llegó de repente (en aquel momento no tenía teléfono móvil) y me dijo que llamara de inmediato a un compañero practicante. Marqué el número y una voz excitada al otro lado dijo: "¡Shifu está aquí! Ven a mi casa rápidamente".

"¡Ah! ¡Shifu está aquí!". Volé del quinto piso al primero y corrí hacia la puerta. La escuela está situada en las afueras de la ciudad, al pie de la Montaña del Sur, y es un recinto cerrado. Los vehículos a motor están estrictamente prohibidos cerca de la entrada, pero cuando llegué a la puerta, un taxi estaba dejando a un pasajero. Era como si el taxi me estuviera esperando. Tomé el taxi y llegué a la casa del compañero en el menor tiempo posible.

Al llegar, subí directamente al piso superior. En el salón del segundo piso, vi a nuestro compasivo Shifu sentado en el sofá. Unos 70 u 80 practicantes de nuestra zona, que llenaban el balcón y otras habitaciones, también estaban allí, escuchando las enseñanzas de Shifu. Saludé a Shifu y me senté en el lugar reservado para mí, con solo una mesa ratona entre nosotros.

No pude evitar mirar fijamente a Shifu. Estaba tan emocionado que apenas recordaba lo que había dicho. Vi que muchos compañeros practicantes estaban llorando.

Lo más impresionante fue que Shifu señaló hacia arriba con su dedo índice izquierdo y puso la palma de la mano derecha encima del dedo, explicándonos qué es el "cielo" y qué son las otras dimensiones. A menudo había oído a los practicantes hablar de las cosas milagrosas que veían en otras dimensiones, pero yo no podía ver nada y no entendía de qué hablaban. Pero en el momento en que Shifu levantó su dedo índice, sentí la existencia de otra dimensión, la inmensidad del cosmos, la profundidad del universo y la profundidad de Falun Dafa. Mi visión del mundo, de la vida y de los valores cambió fundamentalmente.

Shifu preguntó si alguien tenía alguna pregunta. Antes de la reunión, tenía muchas preguntas que a menudo discutía con otros practicantes. Pero en ese momento, mi cerebro se quedó en blanco y no se me ocurrió ninguna. Pensé tanto en la pregunta que tenía que hacer que me perdí las primeras preguntas que hicieron otros practicantes.

Entonces, por un momento, la sala se quedó en silencio y todos me miraron. Me armé de valor y tartamudeé una pregunta. No recuerdo exactamente lo que dije, pero la idea general era que, como practicante, a menudo citaba contenidos de Dafa cuando daba clases o pasaba lista, pero no podía decir que la cita era de Shifu. Me preguntaba si lo que hacía estaba bien.

Shifu señaló hacia atrás (en dirección a mi escuela militar) y dijo que siempre era bueno guiar y educar a la gente de forma buena y positiva.

Shifu habló desde las 7 de la mañana hasta las 2 de la tarde sin descanso ni un sorbo de agua. Y me enteré de que por la tarde se iba a otra ciudad. Cuando llegó la hora de que el Maestro se fuera, todos le seguimos, reacios a verle partir. Queríamos ir con él para despedirlo. El asistente del lugar de prácticas pidió a los soldados de uniforme que despidieran a Shifu. Hice un rápido recuento y vi que había unas dos docenas de miembros del servicio, entre ellos los del ejército, la marina y la fuerza aérea, la mitad de los cuales llevaban uniforme.

Me enteré de que Shifu iría en una combi y pensé en cómo podría encontrar un asiento cerca de él. Lo busqué y vi un grupo de personas hablando en la parte trasera de la combi. Pensé que Shifu debía estar entre ellos, así que no les perdí de vista mientras me sentaba en la segunda fila. El último practicante en subir a la combi fue un capitán de la marina con uniforme. Pero la furgoneta estaba casi llena, así que me moví a mi izquierda para hacerle sitio. El practicante de delante me hizo una señal para que no apretara a Shifu. Solo entonces me di cuenta de que estaba sentado justo a su lado.

Shifu se acercó a la ventana y dijo: "Está bien; siéntate". En ese momento me di cuenta de por qué todos se habían sentado lo más atrás posible. Habían querido dejar más espacio para que Shifu pudiera descansar, pero yo solo había pensado en mí. Vi la diferencia de xinxing entre los demás practicantes y yo.

Era extraño que a menudo soñara con ver a Shifu, pero cuando estaba sentado a su lado, no me atrevía a mirarlo. Todo tipo de apegos y yeli de pensamiento llenaban mi mente. Pensé: "Tengo tantos apegos que ahora se exponen a Shifu". Y me preocupé por unos cuantos agujeros en la placa de rango de mi uniforme, que podrían haberme hecho parecer descuidado. No quería que Shifu lo viera.

Durante todo el viaje, Shifu siempre sonrió y habló con compasión a los compañeros. Estuve tan nervioso durante todo el viaje que no recuerdo ni una palabra de lo que dijeron. Intentaba averiguar cómo saludar a Shifu cuando nos bajamos de la furgoneta. En 20 minutos llegamos a nuestro destino. Shifu se bajó de la furgoneta y nos dio la mano a cada uno de nosotros para despedirse.

Temía que Shifu perdiera mi turno, así que lo seguí de cerca. Cada vez que estrechaba la mano de un practicante, me ponía detrás de él y esperaba. Pero antes de que llegara mi turno, Shifu se dio la vuelta. Entonces me puse en otra fila. Como si Shifu supiera lo que estaba pensando, cambió de dirección cuatro veces y estrechó la mano a todos los demás practicantes excepto de mí. Cuando estaba a punto de subir a un coche para ir a la otra ciudad, no pude evitar gritar: "¡Shifu!".

Shifu se dio la vuelta y dijo: "Todavía queda uno". Me acerqué y tomé la mano de Shifu con fuerza. Un calor surgió en mi corazón y realmente sentí que ese era el momento más feliz, inolvidable y precioso de mi vida. Shifu me dio unas palmaditas en la mano y me dijo: "¡Apreciadlo!". (Estaba tan feliz y también nervioso que no estoy seguro de que esas fueran sus palabras exactas, pero cuando recordé este momento más tarde, sentí que eso fue lo que me dijo Shifu).

Cuando Shifu entró en el coche, todos nos pusimos en fila en formación y saludamos hasta que el coche se perdió de vista. En ese momento, me sentí abrumado por la emoción. Grité, desde el fondo de mi corazón y con la voz más fuerte que jamás había utilizado: "¡Shifu, no me deje atrás! Quiero volver a casa con usted".

Han pasado veintidós años y las escenas de aquel día siguen vivas en mi mente. Durante mis 26 años como cultivador de Falun Dafa, he sentido el aliento de Shifu todo el tiempo. Para seguir a Shifu para volver a mi hogar original, debo seguir firmemente los requisitos de Shifu y de Dafa, hacer bien las tres cosas y asimilarme a Verdad-Benevolencia-Tolerancia en toda circunstancia y en todo momento. No hay atajos en la cultivación.

¡Gracias, misericordioso Shifu ! ¡Gracias, compañeros practicantes!

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