5) El rey Bimbisara le entrega el reino, todos los inmortales se rinden
El príncipe cruzó el río Ganges, pasó por Rajagrha, la capital del reino de Magadha. La gente de aquel reino escuchó decir que el príncipe del reino de Kapilavastu había salido del hogar y llegado allí, la multitud de gente vació las calles e inesperadamente fueron a observar. El sonido del bullicio llegó al palacio del rey.
El rey de ese reino se llamaba Bimbisara, escuchó sobre este asunto, así que envió a un mensajero para que preguntara sobre el paradero del príncipe. El mensajero informó que vivía en las afueras de la ciudad en la montaña Pandava. El rey Bimbisara entonces dirigió alegremente a algunos súbditos, prepararon firmemente el carruaje, y se dirigieron hacia la montaña Grdhrakuta.
Esa montaña Grdhrakuta era una montaña muy grande, en sus cuatro lados tenía cuatro pequeñas montañas que la rodeaban: en la montaña las flores y los árboles eran abundantes, el agua de los manantiales clara y fresca, el príncipe se encontraba sentado derecho bajo un gran árbol, encima de una roca. El rey Bimbisara vio de lejos la presencia cercana y majestuosa del príncipe, inconscientemente sintió una profunda veneración, y envió a un guardaespaldas real, a ver al príncipe.
Tras acabar de intercambiar sus saludos, el rey dijo: “Escuché decir que hubo una persona que observó al príncipe, y lo consideró como el rey sagrado que gobierna los cuatro Cielos; hoy vi la apariencia poderosa y la virtud del príncipe, y realmente tu reputación no se ha propagado sin motivo. ¿Por qué el príncipe abandonó su posición de honor, y se adentró enfadado entre las montañas, campos y zarzas? Estoy dispuesto a entregar la mitad del territorio del reino al príncipe y permitir que lo gobierne, o a concedérselo entero, no dudaría en considerarme el siervo del príncipe; o entregar las tropas al príncipe para que él mismo las mande atacar otro reino, ¡todo esto podría llevar a cabo para satisfacer al venerable!”.
El príncipe le respondió agradecido: “La buena voluntad del gran rey, hace que mi gratitud sea infinita; sin embargo yo ya arrojé la posición de rey como unas sandalias rotas, ¿cómo podría querer la mitad del reino o la totalidad del mismo del gran rey, y aún más enviar una expedición para apoderarme del territorio de otras personas? La vejez, enfermedad, muerte y sufrimiento de la vida humana, no es algo que cualquier alta posición o riqueza pueda evadir. Por lo tanto para liberarme de la dolorosa raíz del nacimiento y la muerte, y liberar a toda la gente de la dolorosa raíz del nacimiento y la muerte, abandoné los placeres ilusorios, y busco la verdadera liberación. Espero que el gran rey gobierne el país con ley recta, y haga que toda la gente viva en paz y felicidad, eso es lo que espero”. Diciendo esto rechazó agradecido al gran rey, y se fue a buscar al inmortal Alara.
El rey Bimbisara juntando las palmas y derramando lágrimas dijo: “La aspiración del príncipe es amplia, su triste deseo es sincero, yo tampoco me atrevo a retenerle, solo espero que alcance pronto la iluminación, para que venga primero a salvarme a mí”. A continuación vio marcharse en silencio al príncipe, cuando ya no veía su sombra, en ese momento regresó a su palacio. Después de que el príncipe cruzó el rio Nairanjana, caminó de nuevo diez li, y se encontró con dos bramanes, cada uno con sus discípulos buscaban residencia al lado del riachuelo. El príncipe les preguntó amablemente por la vía que cultivaban, uno de ellos dijo: “Nosotros veneramos al Cielo Fan” (El Cielo Fan está en la primera capa de Cielos dentro del Cielo del reino de los deseos, por encima del reino de la lujuria, que ya ha salido del deseo sexual entre hombre y mujer, pero no ha vaciado la forma del cuerpo), tomamos venerar al sol y a la luna, al agua y al fuego como nuestra vía de cultivación. El príncipe suspiró y les habló así: “El agua no está siempre llena, el fuego no calienta por mucho; el sol sale pero cambia su posición, la luna está llena pero no siempre. ¡Cómo pretender cambiar la búsqueda a la carrera de la vía del nacimiento y la muerte del desarrollo, cambio y extinción!” Suspiró y se fue.
El príncipe llegó al lugar donde habitaba el inmortal Alara, el inmortal le invitó a entrar, confortó al príncipe y le dijo: “¡Qué bien que hayas venido! Ya sabía las circunstancias por las que has pasado. Has sido capaz de abandonar de esa manera el honor y la gloria, e iluminarte lo más pronto posible, ¡es realmente difícil de hacer! Ahora puedes vivir seguro aquí, y cultivar el Dao diligentemente”. El príncipe lo escuchó, y estaba muy contento, de inmediato le preguntó por la vía para liberarse del nacimiento, envejecimiento, enfermedad y muerte. El inmortal le enseñó: “Si quieres cortar con la raíz del nacimiento y la muerte, primero una vez que hayas salido del hogar, tienes que vivir en un lugar tranquilo de las montañas y bosques, cultivar la abstención, y aprender la concentración”. De este modo desde la “primera meditación, segunda meditación, tercera meditación, y cuarta meditación” alcanzas las cuatro concentraciones vacías, métodos de cultivación y reinos de “el lugar del vacío”, “el lugar del conocimiento”, “el lugar de la nada”, “el lugar de no pensar y de no pensar”, le contó en detalle; además tienes que tomar “el lugar de no pensar y de no, no pensar” como lo esencial, tienes que entrar en esta concentración, no hay ningún reino. En el futuro más adelante no será el método último de liberación para cortar eternamente las preocupaciones del nacimiento y la muerte. Le dijo: “La vía que te acabo de enseñar aunque es alta, sin embargo aún así siento que no es la vía final de liberación que en última instancia quieres buscar”.
El príncipe preguntó más: “¿En qué momento el inmortal salió del hogar para cultivarse? ¿Cuán longevo es actualmente?”. El inmortal contestó: “Abandoné el hogar y comencé el camino de la cultivación cuando tenía dieciséis años (el camino de la tranquilidad), hasta hoy han pasado ciento cuatro años”. El príncipe pensó en su corazón: “Él abandonó el hogar hace tanto tiempo, y lo que ha obtenido aún es solo esto”. Así que quiso despedirse y marcharse. El inmortal vio que la sabiduría del príncipe era clara y aguda, su voluntad firme, así que le dijo sinceramente: “Espero que el príncipe alcance rápido la iluminación, y venga primero a salvarme a mí”. El príncipe visitó de nuevo al inmortal Alara, su reino era similar al de él, por lo que se marchó.
El príncipe se despidió de los dos inmortales, y fue a buscar la vía de la liberación última.
Publicado en Minghui.org el 18 de octubre de 2001
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Categoría: Cultura tradicional