(Minghui.org) Llevo más de 20 años practicando Falun Dafa. Hubo una gran prueba que no pude pasar y estuve muy preocupada. Es decir, no pude tomar la iniciativa de levantarme por las mañanas para participar en los ejercicios en grupo de los practicantes de Dafa, que hacen muchos en sus casas a una hora determinada en todo el mundo.

Repetidas interrupciones

La primera vez que oí hablar del grupo global de ejercicios fue en 2006 y me emocioné mucho. Pensé que esto era lo que el Maestro nos pedía que hiciéramos y, por tanto, debía hacerse bien. Le dije repetidamente a otro practicante: "Este es un requerimiento del Maestro, así que hay que hacerlo".

Acordamos enviarnos un mensaje de texto a las 3:40 cada mañana. Quien despertara primero lo enviaría para recordar a los demás que se levantaran a tiempo.

Los primeros días estuve bien. Aunque me resistía a levantarme, apretando los dientes me las arreglé porque pensaba que eso era lo que pedía el Maestro. Pero fue una experiencia muy dolorosa. Todas las mañanas, cuando sonaba el despertador, después de sentarme sentía que me iba a desmayar. Mi corazón estaba inquieto durante toda la meditación sentada.

En aquel momento, me había estado cultivando de forma intermitente durante varios años. Acababa de empezar a hacer las tres cosas, sin embargo, mi cualidad de iluminación no era buena. No sabía que mi mente estaba tan inquieta a causa de mi lucha con el yeli, por lo que no conseguía eliminar este tipo de interferencias enviando pensamientos rectos.

Persistí en hacer los ejercicios matutinos con un dolor extremo durante más de 20 días, pero el dolor no se alivió. Estaba decepcionada conmigo y mi fuerza de voluntad era débil. Al final dejé de participar en los ejercicios en grupo.

Más tarde, mi marido, también practicante de Dafa, vino en mi ayuda y me despertaba por las mañanas. Cuando me llamaba, podía levantarme, como si su voz tuviera algún poder. Aunque seguía siendo una experiencia muy dolorosa, al menos tenía a alguien en casa con quien hacer los ejercicios.

Participé en los ejercicios matutinos durante un tiempo. Seguía teniendo mucho dolor y más tarde dejé de hacerlo.

Estuve una semana con dolor en la frente. No podía ir a trabajar, y a pesar de mirar hacia adentro y enviar pensamientos rectos, no desaparecía. ¿Se debe a que no participo en la práctica en grupo por las mañanas?

Cuando al día siguiente me levanté con mi marido a tiempo para hacer los ejercicios, ya no me dolía la cabeza. Seguí participando en los ejercicios matutinos con su ayuda, pero dejé de hacerlo unos meses después. Pronto volví a retomarlos y descubrí que cada vez que los hacía, el dolor disminuía un poco.

Más tarde, sentí una sustancia perturbadora cayendo de mi corazón todos los días, y llegó al bajo vientre en pocos días. Allí había una masa de yeli. Mi marido se alegró mucho por mí.

A partir de esa mañana, persistí con los ejercicios matutinos durante un año y no falté ni un solo día. Recuerdo claramente el día que marcó el año completo. Era el 18 de abril y mi marido se iba de viaje de negocios. La noche anterior, estaba muy ansiosa: ¿Qué debo hacer? Nadie iba a despertarme. ¿Podré levantarme sola? Tenía que esforzarme mucho. A la mañana siguiente sonó el despertador y no quise levantarme.

El Maestro me ayudó a superar la tribulación

En 2015, tras presentar una denuncia penal contra Jiang Zemin, el excabecilla del partido comunista chino, nos persiguieron tanto a mi marido como a mí. Mi marido fue perseguido hasta la muerte. Esto casi me destruyó. Sabía que su muerte tenía que ver conmigo. Quedé atrapada en el dolor, la autoculpabilidad y el sentimentalismo. Mi estado se deterioró, y rara vez hacía los ejercicios, y mucho menos las tres cosas que deben hacer los practicantes. Las viejas fuerzas casi me llevaron con ellas.

El verano pasado oí que otros practicantes se levantaban a las 3 de la mañana porque el segundo ejercicio se había ampliado a una hora. Pensé que era imposible para mí hacer eso. Ni siquiera podía hacer ese ejercicio durante media hora. Pero realmente quería levantarme temprano y mantenía ese deseo en mi mente.

Un practicante me visitó un día y me recordó que debía hacer las tres cosas. Si no lo hacía, las viejas fuerzas me harían pensar que no era diligente en la cultivación. Cuando se fue, lloré y le dije a Shifu que ya no era capaz de pasar esta prueba. Ni siquiera podía seguir haciendo los ejercicios básicos, así que ¿qué otra cosa podía hacer?

Recordé una cosa muy importante que sucedió y que debía ser expuesta. Lo había dejado para más tarde y no lo había hecho. Otros practicantes que conocían el caso no habían pensado en hacerlo, y sentí que este asunto no podía retrasarse más. Pensé que era mi responsabilidad, y agradecí al Maestro que me diera esta oportunidad.

Dos días después de terminar dicha tarea, esa mañana sonó mi alarma (había puesto la alarma a las 4:20 de la mañana), y de repente me conmovió la música posterior a la alarma, compuesta por un practicante. Sentí que la materia que había estado presionando mi corazón durante muchos años fue quitada por Shifu en un instante, y me levanté inmediatamente.

Al día siguiente, volví a levantarme con facilidad. Al tercer día, puse el despertador cinco minutos antes, a las 4:15, y me levanté de nuevo sin vacilar. Por supuesto, descubrí que aún me quedaban pensamientos débiles y malos por eliminar, como el de querer dormir un poco más, pero como era diminuto y débil, lo eliminé enseguida.

¡Estuve tan emocionada esos dos días, y mi corazón estaba lleno de gratitud hacia Shifu! Me levanté a tiempo durante cinco días seguidos. Todavía no podía creerlo. Tenía miedo de no poder seguir así, así que limpié algunos de los malos pensamientos que me quedaban. Desde entonces, cada día ponía la alarma cinco minutos antes. Tras cinco días, la ponía diez minutos antes cada día hasta acabar poniendo la alarma a las 3 de la mañana.

De este modo, me levanté a tiempo durante un mes y supe que podía hacerlo a partir de ahora.

Pensé que debía compartir mi experiencia con otros practicantes que también puedan tener problemas similares.

Durante el par de días que estuve preparándome para escribir este artículo, los malos pensamientos volvieron a aparecer. No me dejaban escribir y querían arrastrarme. Este estado de comodidad y confusión me obligó a hacer la meditación sentada en la cama bajo el edredón, lo que fue una falta de respeto al Maestro y a Dafa.

El primer día hice el ejercicio de meditación sentada durante una hora y media, y el segundo conjunto de ejercicios solo durante media hora. El segundo día, volví a dormir después de hacer la meditación sentada. No hice ninguno de los ejercicios de pie. Era consciente de la interferencia de los malos pensamientos que intentaban controlar mi cuerpo. Pude retomar el control con pensamientos rectos.

Al día de hoy, llevo un mes y medio participando en la práctica en grupo con los practicantes de Dafa de todo el mundo, y me encuentro en buen estado. Hace medio mes, cuando me disponía a escribir este artículo, tenía un poco de mentalidad de alardear, pero ya ha desaparecido.

Me levanto a las 2:50 de la mañana, quemo incienso para mostrar respeto al Maestro y luego hago los ejercicios, incluido el segundo ejercicio durante una hora.

Compartí esta experiencia porque realmente me iluminé al Fa de Shifu: “La cultivación depende de uno mismo, el gong depende del shifu” (Primera Lección, Zhuan Falun).

¡Gracias Maestro por no renunciar a mí! ¡Gracias compañeros practicantes por vuestros ánimos!

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