(Minghui.org) Empecé a practicar Falun Dafa en marzo de 1999. Al principio solo tenía una comprensión superficial del Fa, pero una autoestima inflada. Una vez le dije a un compañero practicante que no estaba muy apegado a la envidia, ni a los intereses personales.

Cuando la persecución a Falun Dafa se intensificó, me degradaron de ser director de mi escuela a vicedirector. Mi corazón estaba muy cargado tanto de alegría como de preocupación durante ese tiempo. La alegría era porque ya no tenía una posición que proteger, así que mi corazón se calmó. Pero también me preocupaba que los demás me menospreciaran porque había perdido el poder que suponía ser el director.

El nuevo director había sido ascendido recientemente. En mi opinión, era menor que yo, incapaz y demasiado vacilante a la hora de tomar decisiones. Era como describió Shifu.

Shifu dijo:

"Pero en su grupo de trabajo o en la misma oficina hay alguien que no hace bien ningún trabajo y no puede hacerse responsable de nada. Un día esta persona incompetente es ascendida a un puesto importante –él no fue ascendido– y hasta se convierte en su jefe. Entonces él se desequilibra en su corazón y comienza a mover los hilos de abajo hasta arriba, quejándose de indignación; está tan envidioso" (Séptima Lección, Zhuan Falun).

Pero entonces no me daba cuenta de que estaba envidioso. A menudo imponía mis opiniones en el trabajo y rara vez tomaba la iniciativa de cooperar con el nuevo director. A veces me alegraba de verle fracasar.

Esta situación duró mucho tiempo. Sabía que no era correcto que un cultivador pensara así y me sentía cansado y con el corazón pesado. Como practicante, sabía que no debía competir con los demás ni estar apegado a la fama y las ganancias, pero no podía superar estos apegos.

Un día, cuando estaba leyendo Zhuan Falun en la oficina, una frase empezó a destellar de repente un color blanco plateado en mis ojos: "...no se aceptan entre sí, y cuando no eliminan el corazón de contender, también producen fácilmente el corazón de envidia" (Séptima Lección, Zhuan Falun).

Me di cuenta de que mis problemas tenían su origen en la envidia: desde el sentimiento de no estar de acuerdo y no cooperar, hasta el de contender. Basado en este entendimiento, me decidí a eliminar el apego a la envidia. Pensé: "Envidia, tú no eres yo. Mi naturaleza es amable y beneficia a los demás. Debería alegrarme por los logros de los demás. Ser el director de la escuela no es un trabajo fácil, así que debo apoyarlo y cooperar con él".

Mi actitud ha cambiado desde entonces. Me volví humilde, tomé la iniciativa de ofrecer mis sugerencias cuando vi puntos en los que el nuevo director podía mejorar, y me volví responsable con mi trabajo. Esto provocó un cambio en nuestro entorno de trabajo y también en su actitud.

Desarrollamos una relación de trabajo armoniosa. Más tarde, tuve la oportunidad de aclararle la verdad y posteriormente renunció al partido comunista chino. A partir de entonces, nunca dijo una mala palabra contra Falun Dafa en ninguna reunión e ignoró las órdenes (de criticar a Falun Dafa) de los superiores.

Mirando hacia atrás, entendí que mi envidia me llevó a tener una actitud poco cooperativa y si esta actitud hubiera continuado, le habría dado al nuevo director una mala impresión de los practicantes de Falun Dafa. Podría haber hecho que mantuviera una actitud negativa hacia Dafa, impidiendo que se salvara.

Shifu dijo:

"Hoy les digo a quienes refinan gong: no te apegues así a lo ilusorio sin iluminarte, la meta que quieres alcanzar es realizar el xiulian hacia niveles más altos, y el corazón de envidia tiene que ser eliminado" (Séptima Lección, Zhuan Falun).

A través de más estudio del Fa, me di cuenta de que mi elevado sentido de autoestima escondía mi ignorancia. Todo el mundo tiene envidia. Puede no ser aparente cuando los intereses personales de uno no son alcanzados. Pero la raíz es siempre la envidia, tanto si uno parece combativo como si insiste en demostrar que otras personas están equivocadas.