(Minghui.org) Durante los más de veinte años de cultivación, he dejado pasar una y otra vez las oportunidades de tener una vida fácil y he querido simplemente ser una buena persona.

Después de tener la gran oportunidad de convertirme en un practicante de Falun Dafa, no me apegué a una vida fácil y cómoda. Esto me ofreció muchas oportunidades para salvar a gente y validar el Fa.

Desde que comencé a practicar el Fa, me he entregado al Maestro. Para mí, la cultivación es muy sagrada y estoy profundamente agradecida por los milagros y las bendiciones que he presenciado.

1. Sufrimiento desde la infancia

Nací en una familia pobre en el campo y dediqué muchos años intentando descubrir de qué trataba realmente la vida. Mis padres tienen cinco hijos y yo soy la segunda. Al igual que los otros vecinos de nuestra zona, los niños eran preferidos a las niñas. Sin embargo, a mis padres les pareció bien que el primogénito fuera una chica, pero se disgustaron al ver que yo también lo era. Después de mí, vinieron dos chicos, ambos fueron atesorados como joyas. El último hijo también fue una chica, pero como era la más pequeña, estaba bien. Yo fui considerada el miembro menos útil de la familia.

En mi familia éramos nueve personas: cinco hijos, mis padres y los padres de mi padre. Pero solo mis padres trabajaban la tierra y era difícil ganarse la vida. Como era inútil, nadie me trataba bien. Cuando tenía cinco años, los adultos de mi familia me decían que me arrastrara por el suelo como una vaca, para que mi hermano de tres años pudiera entretenerse.

La discriminación era una norma para mí y cuando la gente hablaba de amor parental, no tenía ni idea de lo que era. Mi abuelo a menudo me pegaba y me insultaba. Una vez mi madre me dio cincuenta céntimos para que me apuntara en la escuela y dijo: “No esperamos mucho, solo con que sepas identificar tu nombre y el baño de hombres y de mujeres, estará bien”.

Mis notas fueron mejores que las de la media. Pero todos los días tan pronto como volvía a casa, tenía que recoger verdura para los cerdos, alimentarlos y cortar hierba para los bueyes. Hacía los deberes por la noche con la luz de una lámpara de queroseno barata. Por las mañanas, me levantaba para recoger los excrementos de las gallinas para ganar puntos de trabajo para la familia. A los 10 años, lavaba a mano la ropa de todos y cocinaba y mi abuelo continuaba pegándome. Cuando falleció, mi padre comenzó a pegarme, no importaba lo mucho que trabajara. “Debimos haber tenido una disputa en nuestra vida anterior”, decía con los dientes apretados mientras me gritaba que me fuera a morir a alguna parte. Después de ser golpeada muchas veces, tenía mucho miedo de volver a casa por las noches. Esto sucedió un par de veces y nadie salió a buscarme.

En 1977, mi hermana mayor acabó la secundaria y yo acabé la primaria y este fue el final de nuestra escolarización. Trabajaba junto a los adultos, aunque solo obtenía la mitad de los puntos de trabajo que ellos. Además de hacer la colada y cocinar, yo también tenía que cortar hierba para los bueyes del pueblo. Cuarenta kilos de hierba equivalían a un punto de trabajo para los adultos por día. A veces cortaba el doble o el triple, pero aún me golpeaban al llegar a casa.

Un día por la mañana después de cortar la hierba, estaba cansada y me tumbé en la cama con fiebre. Cuando llegó mi padre y me vio en la cama, se puso furioso: “¿Cómo te atreves a ser tan perezosa?!”, gritó, con los puños en alto, mientras me decía que me fuera a morir. Lloré y pensé: “Solo soy una niña y gano más puntos de trabajo que él. Además, tengo que lavar toda la ropa y cocinar para todos. ¿Por qué nunca se ha preocupado por mí? ¿Por qué me golpea tanto?”. Pensé y pensé pero no hallé respuesta.

Escuché que ir a convertirse en monja a la montaña Wudang acabaría con el dolor. Pero no sabía cómo llegar hasta allí, ni tenía dinero para viajar. Quería irme de casa, pero sabía que si una chica se fugaba así, su reputación quedaría arruinada. Apreciaba la palabra virtud, por lo que me quedé con mi familia y continué siendo golpeada.

En 1985 cuando tenía 22 años, mis padres arreglaron una boda con un hombre al que en ese momento no le tenía ninguna consideración. Después de casarnos, su madre encontró muchas maneras de acosarme. Las tres hermanas menores de mi esposo, su padre y su madre me hicieron pasar malos ratos. Fue muy difícil y esto duró varios años. Los vecinos de nuestro pueblo a veces se quejaban a mi suegra: “Tu nuera es una buena persona, guapa, inteligente y trabajadora. ¿Por qué aún no estas satisfecha?”. Pensé en marcharme. Pero la palabra virtud una vez más hizo que me quedara. Además, no podía dejar a mi niña. Aguanté el acoso y seguí viviendo con mi esposo al que despreciaba.

En 1987, después de que naciera mi hija, tenía que trabajar la tierra, terminar las tareas domésticas y cuidar de mi hija. Mi esposo no hacía nada, por lo que yo tenía que hacer las cosas que normalmente hacían los hombre, como atar los tallos de trigo y de algodón. Se amontonaron hasta la altura de una pequeña casa que utilizábamos para cocinar durante todo el año. Los aldeanos al ver eso a menudo hablaban bien de mí.

Cuando mi hija fue un poco mayor, fui a la ciudad para trabajar en trabajos temporales para ganar dinero para la familia. En 1995, tuve un accidente de coche que terminó con una fractura y una hemorragia cerebral. Fui ingresada en el hospital en estado crítico. Nadie de la familia vino a visitarme, en lugar de eso, alguien me dijo que mi esposo había comenzado a vivir con otra mujer. Esto lo empeoró todo.

Esa noche tuve un sueño en el que vi a Buda.

“Francamente, podría haber llevado una vida cómoda” dije. “ De pequeña fui maltratada, pero elegí aguantar para ser una buena persona. Cuando era adolescente, sufrí abusos pero no hui, pensando otra vez en ser una buena persona. Después de casarme, hice todo para la familia, pero no conseguí nada.

“Lo perdí todo, ¿Puede decirme porqué, además de todo esto, he tenido un accidente de coche?”, le pregunté.

Buda no dijo ni una palabra. Sacó un collar de oro, lo puso alrededor de mi cuello y se fue. Más tarde cuando pensaba en este sueño, supe que el Maestro ya estaba cuidando de mí en ese momento.

2. Conocer a Dafa

Después de divorciarme, en mayo de 1997 me trasladé a una ciudad de provincia para cumplir mi sueño. También quería tener éxito para poder demostrar a mi padre que siempre me había discriminado, a mi suegra, que siempre me había acosado y a mi esposo que siempre me miró por encima del hombro y luego me abandonó.

Tenía un total de 10.000 yuanes en efectivo, dinero ganado con esfuerzo. En esa época era lo suficiente para comprar un apartamento de una habitación. Pero decidí gastarlo en adquirir conocimientos de belleza, peluquería y también en contabilidad. Aproveché el dinero y el tiempo por lo que estudié mucho. Después de acabar la formación en belleza y peluquería, solo se expidieron dos certificados de honor y uno de ellos fue para mí.

Justo antes de la graduación, fui a dar un paseo por la colina que hay detrás de la escuela. Allí me encontré con un anciano de barba blanca. Me entregó un libro llamado Zhuan Falun, lo miré y supe que tenía algo que ver con la Escuela Buda y me gustó mucho. Al tocar los tres caracteres de la portada “Zhuan”, “Fa” y “Lun”, pensé: “Este libro es muy bueno, pero no llevo dinero y probablemente no me lo dará gratuitamente”.

No me atreví a abrir el libro, tenía miedo de que si lo hacía me gustaría inmediatamente y no llevaba dinero. Por lo que se lo devolví y le dije: “Sí, es muy buen libro. Por favor, guárdelo y cuídese”.

El hombre no dijo nada y se fue. Aún estaba pensando en el libro y en el hombre y miré atrás después de andar unos pasos, pero el hombre ya se había ido. Miré a mi alrededor y no lo encontré por ninguna parte.

Dos días después, mi compañera de habitación sacó un ejemplar de Zhuan Falun de su maleta y me lo dio. Le pregunté de donde lo había conseguido, me dijo que un anciano se lo había dado en la colina detrás de la escuela. Leí algunas páginas y le dije a mi compañera: “No iré a clase esta tarde, por favor, toma apuntes por mí”.

Seguí leyendo el libro, cuanto más leía más me gustaba. Había estado esperando cultivarme en Buda desde que era pequeña y esto era algo real. Mirando al libro, dije: “Quiero practicar esto, pero, ¿dónde puedo encontrar un sitio de práctica?”.

Pocos días más tarde, un Fashen (Cuerpo de ley) del Maestro me llevó a un parque. En un pilar de hormigón, vi las palabras “sitio de voluntarios para aprender Falun Dafa”. Al amanecer del día siguiente, fui allí y un practicante me dio una hoja introductoria sobre Falun Dafa. Leí que este sistema era seguro y que el gong cultivaba a los practicantes. Me emocioné, miré el emblema del Falun y me sorprendió. En el campo había visto una casa al final de nuestro pueblo que tenía un diagrama de Taiji, que es suficiente para eliminar el mal, mientras que este emblema tenía cuatro. También, había visto antes el símbolo de la esvástica (卍) en las estatuas de Buda. ¡Pero este emblema tenía cinco! “Seguro que practicaré esto durante toda mi vida” pensé. Le pedí a un practicante que me enseñara los ejercicios y obtuve un Falun inmediatamente.

Había pensado en cultivarme en Buda desde que era muy joven. Pero desde que ahora el Maestro me estaba enseñando el Fa genuino de Buda, estaba determinada en ser diligente. Cada día, hacía los ejercicios, estudiaba el Fa y tenía discusiones con los otros practicantes, ya que no quería quedarme atrás. Busqué al hombre que me dio el libro en los sitios de práctica cercanos, pero no lo encontré.

En 1997, mi salario mensual era solo de 300 yuanes y el alquiler era de 180 yuanes al mes. Me propuse cultivarme diligentemente durante un tiempo, en lugar de buscar un trabajo de inmediato. Más tarde, opté por cocinar para empresas o trabajar como niñera para poder tener un buen entorno para la cultivación. También abandoné la idea de encontrar un buen esposo. Sakyamuni incluso renunció a su posición de príncipe y mendigó comida para buscar a Buda. ¿Por qué habría de apegarme a estas cosas?

3. Salvaguardando el Fa

Después de que el partido comunista chino (PCCh) comenzó a reprimir a Dafa en 1999. Varios practicantes fuimos al gobierno provincial para apelar. También fui al gobierno de la ciudad a apelar. Entregué materiales de aclaración de la verdad a los funcionarios del PCCh y les pedí que se los dieran a los funcionarios del gobierno central y luego volví a casa sana y salva. Al ver la propaganda masiva que difamaba a Dafa y al Maestro me dolió el corazón.

En octubre de 1999, llegué a Beijing. El centro de apelaciones básicamente se había convertido en una comisaría de policía y todos los practicantes que iban allí eran detenidos. La policía me llevó a la comisaría de policía de Nanyuan y me sujetaron en el suelo con los brazos y piernas separados. Cuatro agentes me pisotearon las cuatro extremidades y el quinto me apretaba la cabeza. Un sexto agente movió una placa de electrocución del tamaño de una palangana de un lado a otro encima de mi cuerpo. El ruido era fuerte y aterrador.

No me sentía intimidada ya que pensaba que estaba salvaguardando el Fa con mi vida. También recordé las palabras del Maestro:

“Mis raíces están todas atadas al universo, y quien pueda tocarte a ti, entonces puede tocarme a mí; hablando claramente, él ya puede tocar a este universo" (Primera Lección, Zhuan Falun).

Recité esta frase una y otra vez. La placa de electrocución se rompió. La arreglaron y la presionaron contra mí de nuevo, continué recitando el Fa y no sentí la electricidad. Aunque la escena fue algo aterradora, no tuve miedo y seguí recitando las palabras del Maestro. La placa de electrocución se rompió de nuevo y ya no se pudo reparar. Me subieron y me quedé tranquila mientras todos ellos sudaban.

Los funcionarios continuaron preguntando de dónde era, pero me negué a responder. Uno de ellos iba a pincharme con una aguja en la axila pero otro lo detuvo: “No es más que una niña”. De hecho, en ese momento tenía 35 años y mi hija tenía 12. Me dijeron que me lavara las manos en el baño y me dejaron cerrar la puerta. Miré hacia atrás: no había nadie y la puerta estaba abierta. Esta era una señal para que me fuera, pero no me iluminé. Al final, fui llevada de vuelta a mi ciudad natal y detenida durante un mes.

En octubre del 2000, fui a Beijing de nuevo por mi cuenta. Debido a que los agentes de paisano detenían a los practicantes, me peiné bien, me maquillé y decidí no decir nada hasta llegar a Beijing. En la plaza de Tiananmen, primero pensé en hacer la meditación, pero luego cambié de opinión ya que era demasiado simple, pensé que lo mejor sería desplegar una pancarta. El Maestro me dio sabiduría y busqué a otros practicantes para ver si podíamos hacer algo más visible. Me acerqué a un grupo de practicantes que parecían simpáticos y saludé a uno de ellos.

Charlamos un poco durante un rato y le dije que mi Maestro me había enseñado un hermoso poema y me preguntaba si lo había escuchado. El principio del poema decía así:

“La trágica y heroica historia se va fluyendo con el agua,
el espíritu de grandeza y el alma leal se quedaron en el mundo” (Una visita al Templo de Yue Fei, Hong Yin).

Él dijo que conocía el poema y continuó:

“el antiguo templo dejado atrás, es un lugar de aflicción,
sólo el corazón leal ilumina las generaciones posteriores” (Una visita al Templo de Yue Fei, Hong Yin).

Ambos nos miramos y sonreímos.

El Maestro me dio sabiduría y fui capaz de encontrar a muchos practicantes. Llegados de distintas provincias a Beijing por primera vez, muchos no sabían qué hacer. Para protestar y restaurar la reputación de Dafa, compramos telas, rotuladores y tinte amarillo. Después de revisar los diccionarios en una librería, preparamos seis pancartas en chino y en inglés. Mi corazón estaba puro y se me ocurrieron muchas ideas. Por ejemplo, recomendé no enrollar las pancartas hasta el final, o la policía podría tomarlas antes de que pudiéramos desenrollarlas. En lugar de eso, podíamos doblar la pancarta hacia adelante y hacia atrás formando un rectángulo. Estirando de ambos extremos a la vez, podríamos desplegarla en un instante. Otra cosa era no poner la pancarta en una bolsa para que la encontraran durante la revisión del equipaje. Mejor sería ponerla dentro de un abrigo o una chaqueta, podríamos sujetar un extremo con una mano y el otro extremo con la otra mano para poderla desplegar totalmente en tres segundos. Lo practicamos en un hotel y conseguimos más confianza.

También nos distribuimos en equipos de dos personas: emparejamos a aquellos más temerosos con aquellos que tenían fuertes pensamientos rectos. Doce practicantes sostendrían seis pancartas y el resto de nosotros haríamos el segundo ejercicio (Manteniendo la rueda del Fa). También recordarnos mutuamente que no debíamos charlar (para evitar a los policías de paisano). Una vez allí, nos mantuvimos a 1,80  (2 yardas) y simulamos no conocernos. Cada equipo buscaría un lugar adecuado y si alguien nos hiciera preguntas, lo ignoraríamos.

Con la ayuda del Maestro, el 18 de octubre del 2000 llegamos a salvo a la Plaza Tianamen como habíamos planeado. Había seis pancartas con más de 20 metros de largo en total. Varios grupos de turistas extranjeros llegaron por la derecha y bloquearon las furgonetas de la policía que patrullaban. Muchos practicantes de toda China se unieron a nosotros para hacer el segundo ejercicio frente a las pancartas. Algunos practicantes occidentales también vinieron y participaron en los ejercicios. Una pareja occidental, ambos practicantes, gritaron fuertemente las palabras “!Falun Dafa es bueno!” y se tomaron una foto de grupo con nosotros. Continuamos sosteniendo las pancartas después de que se fueron y estuvimos allí durante más de treinta minutos. Entre nosotros y los practicantes occidentales éramos más de 30 personas. Cuando llegó la policía, la mayoría de nuestro grupo escapó sin problemas, solo arrestaron a cuatro y yo estaba entre ellos.

4. Disculpas del subdirector del centro de detención

Después de ser detenida en la oficina de enlace de mi provincia en Beijing. Fui llevada al centro de detención local, donde conocí al jefe de la división de seguridad nacional. Nos miramos en el mismo instante: “Ya se ha acabado todo”, dijo el jefe. “El PCCh ha acabado por arrestar a una persona como tú”. Cuando un agente me preguntó durante el interrogatorio por qué había ido a Beijing, le dije que escribiera. “Falun Dafa es bueno y que el Maestro Li Hongzhi (el fundador de Falun Dafa) es justo”, y le dije: “Por favor restaure la reputación de Dafa y del Maestro Li”.

Hice los ejercicios y recité las enseñanzas del Maestro en el centro de detención y me negué a ceder. Un día, un subdirector de apellido Zhang me dijo que parara de hacer los ejercicios. Le dije que Falun Dafa ayuda a uno a volverse una mejor persona y a alcanzar el estado de Buda. Además, perjudicarme no le haría ningún bien. “De hecho, has podido ser subdirector por la virtud que acumulaste en el pasado”, le expliqué. “Sería bueno que fingieras no ver nada. Más adelante tendrás más bendiciones”. Después de escuchar la verdad sobre Falun Dafa, aceptó mi consejo y no me dijo cosas negativas.

Una mañana cuando estaba haciendo los ejercicios, vino el director del centro de detención. Me vio acabar de hacer el tercer y el cuarto ejercicio y se fue sin decir nada. Después de esto, una funcionaria me llamó a su despacho y gritó: “Si te atreves a volver a hacer los ejercicios de nuevo, ¡te cortaré todo el pelo!”.

No me enfadé y le sonreí. “Sabes, todos queremos ser buenas personas y los practicantes de Falun Dafa cultivan el estado de Buda. Quizás algún día, todos los practicantes decididos alcancen la consumación y se convertirán en Pusas o Budas” dije. “En ese momento, puede que hablen entre ellos sobre la poderosa virtud acumulada durante la dura persecución. Uno de ellos quizás diga: ‘La cultivación es realmente difícil, debido a que quise ser una buena persona y seguir los principios de Verdad, Benevolencia y Tolerancia, la policía me encarceló e incluso me cortó el pelo’”.

“Yo sé que tú también eres una persona de buen corazón” continué: “No creo que quieras hacer eso, verdad?”.

“Ja, eres igual que mis abuelos” sonrió. “¿Sabes qué? El director acababa de criticarme y por eso te grité”.

“Lo sé” dije. “Todos queremos ser buenas personas, de hecho, si ahora soportas un poco por los practicantes, más tarde serás bendecida con mucho más”.

Después de explicarle la verdadera historia de Falun Dafa, quedó encantada y me trajo té y bocadillos. También me animó a hacer los ejercicios tanto como necesitara. “Creo que tu Maestro estará orgulloso de tener un discípulo como tú”, dijo sinceramente.

Otro día, Ye, un subdirector con temperamento, me vio haciendo lo ejercicios. “¿Cómo te atreves a hacer los ejercicios en la celda? me gritó y me dijo palabras malsonantes. “¡Arrodíllate aquí mismo!”.

Siendo consciente que era un practicante digno que practica Falun Dafa y seguía los principios de Verdad, Benevolencia y Tolerancia, sabía que podía no hacer eso, por lo que lo ignoré.

“¡Falun Dafa!, ¡Falun Dafa!”, gritó dos veces más, mientras, yo no hice nada. Al gritar “Ahhh” a la tercera vez, cayó al suelo.

Todas las reclusas de la celda quedaron atónitas. Finalmente una dijo: “Parece que el director Ye ha sufrido retribución, me pregunto si estará bien”.

Unos cuarenta minutos más tare, Ye, apareció por la puerta de nuevo. “¿Quieren u poco de té señoras?, preguntó calmadamente.

Las reclusas se sorprendieron de nuevo. “Si, por favor, gracias!”, le respondieron una tras otra.

Esta serie de sucesos propiciaron una larga discusión durante ese día.

“Recuerdo que el otro día alguien estaba resfriado y pidió agua. El funcionario respondió: ‘De ninguna manera’ y nos riñó. “Hoy, nadie ha pedido nada y el funcionario nos ha ofrecido té, ¿No es extraño?”.

“Ye primero le ordenó que se arrodillara y un instante más tarde le preguntó si quería té”, continuó una contable que estaba detenida por soborno. “Creo que se asustó y sabe que la vida es importante”.

“Estoy de acuerdo”, dijo una traficante de droga. “Debe haberse asustado después de caerse. Ha aprendido el poder divino de Falun Dafa”.

Cuando trajeron el té, la conversación continuó.

“Ye es inteligente”, dijo alguien que estaba detenido por pelearse por los patitos que había criado. “La gente dice que ‘después de ofender a Pusa, uno quema incienso para pedir disculpas; después de ofender a los padres, se ofrece té para la reconciliación’. Ye usó té para disculparse con la practicante de Falun Dafa para buscar la redención”.

Aquellos que presenciaron esto, reclusos y funcionarios, quedaron sorprendidos y comprobaron que Falun Dafa es extraordinario.

(Continuará)