(Minghui.org) Fui drogadicto y traficante durante seis años. No recuerdo cuántas veces intenté dejar de consumir, pero no lo lograba, por lo que sentía que no valía la pena vivir.

Afortunadamente, en 1998 conocí el poder de Falun Dafa a través de otro drogadicto que logró dejarlo siguiendo los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia de Dafa. Me dijo: "Cambié completamente en cuerpo y alma. Después de leer el párrafo sobre el cigarrillo en Zhuan Falun, dejé fácilmente de fumar y consumir drogas". Realmente no creía que fuera posible, pero entonces me leyó el párrafo.

Desde ese momento, las drogas y los cigarrillos tenían un olor a quemado y, por lo tanto, yo también dejé fácilmente ambas cosas. Pero antes de eso había fumado durante decenas de años.

A la mañana siguiente fui a aprender los ejercicios. Las personas que me enseñaron eran muy amables y no me cobraron ni un centavo. Estudié Zhuan Falun con ellos en la noche. Comprendí que Falun Dafa le enseña a la gente a hacer cosas buenas y a comprender el verdadero propósito de la vida humana.

Desde entonces, empecé a ser una buena persona. Empecé a hacer negocios legalmente y ya no hice artículos falsos y dejé de engañar a la gente. Solía maldecir y estallar contra mi mujer y mis hijos cuando me emborrachaba; pero después que empecé a cultivarme no volví a beber alcohol a pesar de que llevaba más de 10 años bebiendo. También dejé otras cosas malas como solicitar prostitutas y apostar.

En realidad, no fue difícil dejar esas adicciones. El Maestro Li Hongzhi dijo:

“Por lo tanto, siendo un método de gong en el cual el Fa refina al individuo, algunos estados emergen desde el gong y desde el Fa. Durante el curso del refinamiento de gong, en diferentes niveles aparecen diferentes estados” (Séptima lección, Zhuan Falun).

Tal como dijo mi amigo, yo también cambié completamente en cuerpo y alma. ¡Me sentí muy bien!

Me arrestaron cuando fui al estadio a practicar los ejercicios con otros el 20 de julio de 1999. Me encarcelaron en el centro de detención del condado durante más de 50 días y me pusieron una multa de 4.000 yuanes.

Solía ser una escoria y participar en todo tipo de malas acciones. Sin embargo, dejé de hacer eso gracias a la práctica de Falun Dafa. El gobierno no logró educarme ni cambiarme; sin embargo, me prohibió seguir una buena práctica de qigong que me purificó con éxito. Para mí era evidente lo extremadamente ridícula que era la lógica del régimen.

Entonces fui a Beijing para apelar al derecho de practicar mi fe. En el momento en que me reunía con un compañero practicante en Beijing, ambos fuimos arrestados. Los policías me torturaron y me llevaron a un centro de detención.

Utilicé mi experiencia como ejemplo cuando aclaraba la verdad a los guardias y a los reclusos. Algunos comprendieron y aceptaron la verdad y mostraron simpatía hacia mí. Hice una huelga de hambre y los guardias me alimentaron a la fuerza con una sonda nasogástrica. Les dije que la prisión es un lugar para encarcelar a gente mala, pero que yo era una buena persona, así que debía ser liberado de inmediato.

Le dije al guardia encargado de la rehabilitación de las drogas que había abusado de ellas durante muchos años y que había intentado muchas veces dejarlas, pero que había fracasado. Fue Falun Dafa que me ayudó a superar mis adicciones. El guardia me dijo que había intentado ayudar a muchos drogadictos a dejarlo, pero que nunca había tenido éxito. Solo una persona logró mantenerse alejada de las drogas durante más de un mes, pero se enteró que esa persona murió después de una sobredosis. Le dije al guardia que leyera Zhuan Falun para ver si le ayudaba en su trabajo.

Me trasladaron al centro de detención de la ciudad en la que vivía y me obligaron a hacer trabajo forzado. Una vez, cuatro guardias me torturaron durante una semana. Me privaron del sueño, me esposaron a una silla que se utilizaba para los presos del corredor de la muerte y solo me permitían usar ropa liviana en invierno. Cuando me hacían permanecer de pie durante largos periodos de tiempo, estaba tan agotado que me quedaba dormido. Los guardias me golpeaban o me mojaban con agua fría para despertarme.

Me torturaron para intentar que confesara las mentiras que habían inventado. Les dije que solo seguía los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia y que no participaba en ninguna actividad ilegal. También les conté mi vida antes y después de empezar a practicar Falun Dafa.

Cuando no pudieron obligarme a admitir las mentiras, me devolvieron a la celda. Mi cuerpo ya estaba descompuesto, pero aun así no me permitían dormir. Tenía que seguir haciendo trabajos con los demás reclusos.

Una noche, me levanté para hacer los ejercicios a la medianoche. Los guardias me encadenaron las manos a los pies con un artilugio muy pesado. Como no me podía mover, tenía que depender de otros para alimentarme. A veces, si los reclusos que me daban de comer estaban de mal humor, se negaban a seguir alimentándome aunque no hubiera comido mucho.

Los reclusos tenían que llevarme al baño. Una vez me caí sobre el inodoro cuando me soltaron las manos, lo que aumentó el dolor en mis caderas y pies. Tenía los tobillos lastimados e hinchados por el grillete. El jefe de los reclusos encontró un bálsamo y lo untó en los moretones. También encontró una toalla para cubrirme los tobillos y disminuir la fricción.

Intenté beber la menor cantidad de agua posible para ir menos al baño. Durante la noche, solo podía dormir sentado. No recuerdo cuánto duró esta tortura. Cuando me quitaron las esposas y el grillete, no podía levantarme ni moverme. El insoportable dolor me hizo perder la memoria.

Mi condena se prolongó durante 18 meses en un campo de trabajo forzado, bajo la condición de que no tenían motivos para retenerme más tiempo. Me sometieron a un lavado de cerebro y me obligaron a ver todos los días programas de televisión que calumniaban a Falun Dafa. Finalmente, lograron "transformarme".

Después fui liberado y dejé la práctica de cultivación, mi temperamento volvió a ser malo. Me entregué a la bebida y al juego, y también empecé a ser desconsiderado con mi mujer y mis hijos. Mi salud se deterioró tanto que tuve que recurrir a los medicamentos. Las farmacias incluso me ofrecían descuentos porque era un cliente habitual. Mi vida se volvió miserable y volví a perder mi alma.

El partido comunista chino (PCCh) me había convertido de nuevo en una persona mala y sufrida después que Dafa me había salvado. Sentí que no estaba calificado para seguir practicando Falun Dafa. Pero cuando me comportaba mal, recordaba los principios de Dafa y me sentía muy culpable.

Más tarde, con la ayuda de los compañeros practicantes, dejé de lado esas pesadas cargas mentales y volví a practicar la cultivación. Después de reanudar la cultivación durante aproximadamente un mes, el crecimiento excesivo de los huesos en mi cuello desapareció, al igual que mis otras enfermedades, y volví a dejar el cigarrillo, el alcohol y otras adicciones.

Desde entonces, continúo contándole a la gente historias sobre cómo Dafa me cambió y me ayudó a convertirme en una buena persona, ¡cómo el malvado PCCh me destruyó y cómo Dafa me salvó por segunda vez y me regresó al camino recto!