(Minghui.org) Nací en una familia pobre de pueblo. Nunca teníamos suficiente comida y apenas podíamos vestirnos. Por ello, me apegué mucho a las cosas materiales. Mi marido y yo empezamos a practicar Falun Dafa en el verano de 1995. Tuve una prueba de xinxing poco después de empezar a practicar.

Sin discutirlo conmigo, mi marido decidió que le daría 40 yuanes al mes a su madre para sus gastos. Su sueldo era de solo 150 yuanes al mes. Su padre tenía una pensión y también tenía una tienda. Sus dos hermanas tenían buenos trabajos. Mis padres estaban enfermos y yo tenía que cuidar de ellos.

Estaba tan disgustada por esto que incluso pensaba en ello cuando hacía los ejercicios.

Shifu dijo:

"Te requerimos que renuncies a los corazones de una persona común, a esos apegos que sostienes y no puedes dejar. Si puedes perder aquello que consideras importante o indispensable, esto es una pérdida verdadera" (Capítulo Tercero, Falun Gong).

Después de leer lo que dijo Shifu, me desprendí de este apego.

Tenía un estudiante llamado Huzi, un soltero de unos treinta años. Dos años antes me había pedido prestados 20.000 yuanes para abrir un restaurante. Su negocio fracasó y no pudo pagarme. Me sentí desequilibrada en mi corazón. Ni siquiera mis propios hijos me pedían dinero. Cuando su madre salió de la cárcel, le envié 150 yuanes para sus gastos. Me quejaba en mi corazón de que gastaba mi dinero con demasiada facilidad. Los 20.000 yuanes que le presté fueron mi sueldo durante seis meses. Lo ahorré llevando una vida frugal.

Un día, mi hija me llamó por teléfono y me dijo: "Mamá, por favor, no le pidas a Huzi que te devuelva el dinero. Considéralo una buena acción. No es perezoso y trabaja mucho". Sus palabras me golpearon con fuerza. Llevaba 25 años practicando y, sin embargo, no era tan buena como una persona común menos apegada al dinero y a lo material. Estuve de acuerdo en que no le pediría el dinero.

Dejar de lado el resentimiento

Solía estar resentida. Me quejaba de que mi marido no tenía dinero ni poder y de que gozaba de mala salud. No le importaba lo que decía a los niños. Cuando veía sus defectos, les decía: "¿Por qué son como vuestra madre?". A menudo les decía a nuestros hijos que yo no tenía madre ni padre (mi padre murió a los 20 años y mi madre se volvió a casar). Me hacía quedar mal delante de nuestros hijos. Me enfadé mucho con él y desarrollé todo tipo de enfermedades. Después de practicar Falun Dafa, me di cuenta de que no le había tratado bien en mi vida pasada y por eso me maltrataba en esta vida. Así que dejé de lado mi odio hacia él.

Fui a una aldea con otro practicante para colocar carteles de aclaración de la verdad el 20 de mayo de 2019. Nos denunciaron a la policía, nos arrestaron y nos detuvieron durante un día. Cuando el policía interrogó al otro practicante y le preguntó de dónde había sacado los carteles, dijo que yo se los había dado. Le culpé por haberme vendido y empecé a quejarme de él.

Estudié el Fa de Shifu:

"Si nos cultivamos juntos, nuestros corazones serán uno
Juntos avanzamos diligentemente, ayudándonos mutuamente"

(El mismo camino, Hong Yin IV).

Me di cuenta de que no debía caer en los trucos de las viejas fuerzas y crear separación entre practicantes, debilitando nuestra capacidad de salvar a la gente. Él comenzó a practicar Falun Dafa en 2016. Se esforzó por memorizar el Fa y salvar a los seres conscientes cada día. Aunque tenía 85 años, era como un hombre joven. No era tan buena como él en algunos aspectos. Empecé a respetarlo y a disculparlo.

Apresurarse a salvar a la gente durante la pandemia

El virus del PCCh (Covid-19) se propagó ferozmente el año pasado. La gente estaba asustada. Me di cuenta de que los practicantes debían darse prisa y salvar a más gente. Salí a aclarar la verdad, pero las calles estaban desiertas. Recorrí varias calles pero no vi a nadie. Mis lágrimas fluyeron mientras caminaba. Recité los versos para enviar pensamientos rectos.

Decidí distribuir materiales de aclaración de la verdad en los pueblos con otros practicantes por la noche. Tenía miedo de salir y de ser perseguida.

Shifu dijo:

“Si un discípulo de Dafa no puede validar el Fa, entonces no es un discípulo de Dafa” [Sobre “La dignidad de Dafa”, Escrituras esenciales para mayor avance (II)].

Los practicantes no tienen miedo a la muerte. ¿De qué tenía miedo yo? Le dije a Shifu: "Shifu, no seré una cobarde. Saldré por la noche para salvar a la gente".

Una vez fuimos a un pequeño pueblo a 48 km (30 millas) de distancia. Cuatro de nosotros formamos dos grupos y salimos a las 9 de la noche. Enviamos pensamientos rectos y recitamos el Fa. Ling y yo recorrimos las calles, pero todas las tiendas estaban cerradas. Solo había un puesto de fruta en un triciclo en la calle. Pero nadie iba allí a comprar la fruta. Llegamos a un cruce de caminos y planeamos distribuir materiales a las casas.

En ese momento un perro empezó a ladrar. El dueño encendió su linterna y miró por todas partes. Pensé que era un foco reflector. Me asusté y mi corazón latía muy rápido. Ling y yo nos separamos. Me puse nerviosa porque ella no conocía el camino. Le pedí a Shifu que me ayudara a encontrarla. Caminé y finalmente la encontré. Le agradecí a Shifu en mi corazón. Volvimos a casa sanos y salvos a medianoche.

Salimos a salvar seres conscientes, lloviera o hiciera sol. Luego fuimos a un pueblo más lejano. Un anciano practicante de 85 años no se quedó atrás. Repartió folletos a una tienda tras otra. Tres personas formábamos un grupo y nos escondíamos detrás de los coches cuando pasaban otros coches. Dejamos de repartir cuando se apagaron todas las luces de la calle.

Una mañana llegamos a un pueblo remoto donde no había transporte público. Los aldeanos acudían al mercadillo llevando cestas a la espalda. Vi a un anciano que vendía artículos de bambú bajo un árbol. Le dije: "Hermano mayor, ¿cómo estás? ¿Sabes leer?". Cuando dijo que sí, le dije: "Me gustaría darte una información importante". Tomó el folleto y empezó a leerlo.

Cuando terminé de distribuir una bolsa de folletos, todavía estaba leyéndolo. Me acerqué a él y le pedí que se lo diera a otras personas cuando terminara porque podía salvar la vida de la gente. Me pidió otro ejemplar. Le dije que recordara que "Falun Dafa es bueno" y "Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno" y su vida se salvaría si llegaba una plaga. Le di dos amuletos. Se alegró y me dio las gracias. Le pedí que diera las gracias a nuestro Maestro.

Fuimos a un pueblo de montaña. El mercado era muy pequeño. No había ningún supermercado, solo agricultores que vendían sus productos. Me encontré con una señora en la calle y hablé con ella. Era de mi pueblo. Me dijo que su primer marido había muerto y que se había casado con un hombre de este remoto pueblo. Le aclaré la verdad. Ella y su marido acordaron renunciar al PCCh y a sus organizaciones afiliadas. Cuando nos separamos, sentí una gran calidez en mi corazón. Esta señora vino a este pequeño pueblo de montaña para ser salvada.

Salvar seres conscientes después de la inundación

El pasado agosto, sufrimos una inundación sin precedentes en un siglo. Las calles de la ciudad vieja se inundaron. Apenas se limpiaron las calles antes de que llegara el segundo pico. Esta vez, todo el condado estaba inundado y no había electricidad. La mayoría de los hogares no tenían ni gas ni agua. Las lluvias torrenciales comenzaron de nuevo esa misma mañana. Parecía que las aguas iban a llegar al segundo piso.

Reuní todas mis fuerzas y grité: "¡Falun Dafa es bueno! Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno. Saludos a Shifu!". Lo grité tres veces. La lluvia cesó inmediatamente. Agradecí a Shifu en mi corazón. Pronto las palomas volaron por el cielo y los pájaros empezaron a cantar. El cielo estuvo despejado toda esa mañana.

Después de la inundación, había muchos productos a la venta en muchas tiendas. Compré un paquete de incienso que costaba 75 yuanes. Sin embargo, el dueño solo me cobró 45 yuanes. Les aclaré la verdad y aceptaron renunciar de ser miembros del PCCh y de sus organizaciones afiliadas. Cada vez que iba a su tienda, me saludaban calurosamente. Ayudé a las personas que limpiaban la calle a renunciar al PCCh y les agradecí que limpiaran las calles.

Mirando hacia atrás en mi viaje de cultivación de veintiséis años, no estuve a la altura de las exigencias de Shifu. Todavía tengo apegos y nociones humanas. Intentaré cultivarme mejor, hacer bien las tres cosas y seguir a Shifu a casa.

Por favor, señalen amablemente cualquier cosa que no esté de acuerdo con el Fa.

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