(Minghui.org) Mientras cumplía condena de tres años y dos meses de prisión por negarse a renunciar a su fe en Falun Gong, a una mujer de sesenta y nueve años le prohibían ir al baño, la rociaban con agua fría cuando hacía frío y la obligaban a sentarse en un pequeño taburete durante muchas horas todos los días.

La Sra. Dang Yanhua ha sido acosada, arrestada y detenida en múltiples ocasiones desde que el régimen comunista chino comenzó a perseguir a Falun Gong, una antigua disciplina espiritual también conocida como Falun Dafa, en 1999. Además de su reciente condena en prisión, también cumplió una condena en un campo de trabajo forzado de duración desconocida.

La detuvieron junto a otra practicante, la Sra. Sun Yingjun, en mayo de 2018. Tras dieciocho meses de detención, cada una fue condenada a tres años y dos meses de prisión.

Dang ingresó en la Prisión Provincial de Mujeres de Jilin el 19 de noviembre de 2019. Mientras estuvo allí sufrió humillaciones y torturas inimaginables.

Los oficiales de la prisión encerraron a Dang en una celda del primer piso y ordenaron a las reclusas que la obligaran a escribir una declaración de garantía para renunciar a Falun Gong. Ella se negó y trató de exponer a las reclusas los hechos de la persecución, pero no la escucharon.

Al día siguiente la trasladaron a una celda del segundo piso y siguieron acosándola para que escribiera declaraciones en las que renunciara a su práctica. Ella seguía negándose a hacerlo. Las presas la obligaron a sentarse en un pequeño taburete de 15 centímetros de altura. La tortura se hizo aún más insoportable cuando llevaba una gruesa chaqueta y pantalones de invierno. Le resultaba difícil sentarse y decía que apenas podía respirar al estar sentada tan abajo y tan incómoda. Sin embargo, las reclusas seguían obligándola a sentarse con las piernas juntas, las manos sobre el regazo y los ojos fijos, todos los días desde las cuatro de la mañana hasta las nueve de la noche.

Ilustración de la tortura: Forzada a permanecer sentada durante muchas horas sin moverse.

Al sexto día, sus glúteos estaban desgarrados y ya no podía sentarse. Las internas la obligaron a permanecer de pie durante largas horas.

Le pusieron un papel entre las piernas y le ordenaron que no dejara caer el papel. La obligaron a estar de pie durante dieciséis horas al día. Al cabo de cuatro días, se le hincharon tanto las piernas y los pies que no podía ponerse los zapatos ni agacharse.

Las reclusas la obligaron a sentarse de nuevo en el pequeño taburete.

Veintiséis días después, le ordenaron sentarse en un taburete más alto que el anterior. Tenía remaches en la superficie y le causaba un enorme dolor.

Las reclusas tampoco la dejaban ir al baño. Cuando no podía aguantar más, la obligaban a hacer sus necesidades en el edredón, el colchón, la toalla o la funda de la almohada. Incluso la obligaban a orinar en su lonchera y luego utilizaban el mismo recipiente para servirle la comida sin lavarlo. A veces la obligaban a hacer sus necesidades en los pantalones y luego las reclusas utilizaban su ropa y sus toallas para limpiar el suelo.

El 12 de agosto de 2020, los guardias consiguieron que otras tres reclusas ayudaran a las otras cuatro a torturarla. Una reclusa se montó sobre ella, mientras las otras le quitaban la ropa. Luego le tiraron del pelo, le pellizcaron el interior de los muslos, le tiraron del vello púbico y le apretaron los pechos en un intento de obligarla a firmar las declaraciones de garantía. También se turnaron para vigilarla y no la dejaron dormir durante tres días.

El 16 de agosto de 2020, estas reclusas intentaron obligarla a firmar cinco papeles en blanco. Tres de ellas la sujetaron y dos se montaron sobre ella. Intentaron presionar sus huellas dactilares en el papel. La sra. Dang cerró el puño, por lo que intentaron obligarla a abrirlo clavándole un bolígrafo en la mano. Pero ella se negó a firmar. Entonces le dijeron que escribirían las declaraciones en su nombre y firmarían por ella. Ella no reconoció lo que escribieron.

El 14 de octubre de 2020, las reclusas de nuevo trataron de "transformarla". Tres internas la arrastraron por el pasillo hasta el baño, y una de ellas la apuñaló con una uña. Llamaron a otra reclusa para que la ayudara y le desnudaron la parte superior del cuerpo.

Luego le echaron agua fría, palangana tras palangana. También le metieron el trapeador en la boca para evitar que gritara. La obligaron a sentarse en un pequeño taburete y abrieron la ventana. Hacía tanto frío que las reclusas, que llevaban abrigos de invierno, seguían llorando por el frío, pero dejaron a la anciana semidesnuda en el frío durante toda la noche.

Dang sufría psicológica y físicamente todos los días. En una ocasión, las internas le impidieron ir al baño durante diecinueve horas. El mayor tiempo que se le negó una ducha fue de nueve meses. Además, no se le permitió lavar la ropa, ni lavarse la cara o los dientes durante un mes. Una vez le dieron solo arroz sin verduras durante nueve días.

La prisión la mantuvo en el hospital de la cárcel durante cincuenta días para que se recuperara y su familia no viera sus heridas.

El octavo pabellón de la Prisión de Mujeres de Jilin está especializado en la persecución a los practicantes de Falun Gong y está reconocido por el régimen comunista como "unidad modelo".

Según la información recogida por Minghui, al menos veintinueve practicantes de Falun Gong han sido perseguidas hasta la muerte en la Prisión de Mujeres de Jilin.

Personas que participaron en la persecución de la sra. Dang:

An Tongyu (安彤宇), jefe de la Prisión de Mujeres de la Provincia de Jilin: +86-431-85375001.

Qian Wei (钱伟), jefe del Octavo Pabellón: +86-431-85375045, +86-431-85375098.

Yuan Tingting (苑婷婷), guardia.

(La información de contacto de más represores está disponible en el artículo original en chino)

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