(Minghui.org) Me siento afortunada de ser una practicante de Falun Dafa durante 23 años. Recientemente he bordeado la muerte, y quería expresar mi gratitud al Maestro Li (fundador de Dafa) en una frase: Solo gracias a la protección del gran y compasivo Maestro mi vida continúa hoy.

Un día, hace unos cuatro años, sentí un bulto duro en mi pecho. Se hizo cada vez más grande, más duro y más doloroso. Al cabo de dos meses, se había formado un agujero tan grande como un dátil y pude ver que el tejido de dentro se estaba pudriendo y sangrando.

Pensaba: "Con el Maestro y Dafa, me pondré bien". Estaba convencida de que tanto Dafa como el Maestro son omnipotentes. Me aferré a este pensamiento: No importaba el tiempo que pasara, mi creencia nunca cambiaría.

Nunca he asistido a la escuela, así que mi pensamiento es simple y llano. En los últimos cuatro años, no importaba cómo se desarrollara este tumor, lo grande y duro que se volviera el crecimiento, lo mal que se viera o lo mucho que doliera, no me impedía salir a distribuir materiales de clarificación de la verdad a la gente. Cuando me mareaba, jadeaba y no podía caminar, me ponía en cuclillas y descansaba un momento.

Durante ese tiempo, me enteré de que mi vecina también se había encontrado un bulto en el pecho. Fue al hospital y le diagnosticaron cáncer de mama. Aunque el médico operó el tumor, murió unos meses después. Mi creencia en el Maestro Li nunca se ha visto afectada por lo que le ocurre a la gente que me rodea.

En los últimos cuatro años, he llorado cuando me ha torturado el dolor. Mi marido no es cultivador pero apoya mi práctica de Dafa. Él quería contarles a nuestros dos hijos mi estado, pero yo insistí en que no dejáramos que los niños lo supieran.

Tener al Maestro y a Dafa en mi vida significaba que estaría bien. Solo seguiría el camino dispuesto por el Maestro. Todo este tiempo, me he mantenido firme en esta creencia, y no se lo he dicho a ningún pariente, ni a otros practicantes, excepto a uno.

Ahora es el momento de revelar lo que experimenté porque el dolor que me atormentó durante cuatro años ha desaparecido para siempre. El agujero podrido de mi pecho se ha curado y ya no me duele. Mi pecho ha vuelto a la normalidad.

En el futuro, estudiaré más el Fa, haré bien las tres cosas y seguiré al Maestro para poder volver a casa.

Gracias de nuevo, Maestro.

***

Todos los artículos, gráficos u otros contenidos publicados en Minghui.org están protegidos por derechos de autor. Al reimprimir y redistribuir el contenido para uso no comercial, se pide indicar el título del artículo y su enlace original.