(Minghui.org) Cerca del final de una clase de caligrafía en la Universidad Normal de Harbin el 4 de agosto de 1994, vi a mucha gente nueva en el campus. Les pregunté por qué estaban allí y supe que iban a las conferencias de Falun Dafa. Pensé que este qigong debía ser tan bueno ya que mucha gente llegaba de todas partes para escuchar las conferencias.

Decidí que debía asistir a las conferencias. Pregunté dónde serían las conferencias y dónde comprar boletos. Algunos me dijeron que compraron sus boletos con anticipación, que no estaban seguros si habría alguno disponible y que preguntase en el estadio de hockey.

La mañana siguiente me levanté temprano para ir a comprar los boletos, pero no sabía a dónde ir y si habría boletos disponibles. Sin embargo, sentí un fuerte deseo de asistir a las clases. Aunque desde mi auto recorrí un camino lleno de baches, no me sentía cansado y estaba lleno de energía. En el estadio vi a 10 personas esperando para comprar boletos. Un empleado nos pidió que formáramos una fila, dijo que las entradas eran limitadas y que saldrían a la venta a las 9 de la mañana.

Me sentí emocionado cuando recibí un boleto, a pesar de que no sabía nada sobre Falun Dafa. En la década de 1990 con frecuencia veía los ejercicios de qigong en la televisión porque practiqué artes marciales desde niño y estaba muy interesado en el qigong.

Estaba programado que la conferencia comenzara a las 6:30 p. m. Un autobús nos recogió en la universidad y nos llevó al estadio. Vi a mucha gente entrar y buscar sus asientos. Era algo ruidoso, pero no caótico. Mi asiento estaba en las primeras filas, mirando hacia el frente, muy cerca del podio donde el Maestro Li estaría hablando.

Alrededor de las 6:30 p. m. vi al Maestro Li, vestido con una camisa blanca de manga corta, caminando hacia el escenario. El público aplaudió durante mucho tiempo para darle la bienvenida. En ese momento la voz del Maestro resonó en todo el lugar clara y fuerte, y la audiencia inmediatamente se calmó y prestó atención a lo que decía.

El Maestro saludó a todos y luego se presentó. Inmediatamente me sorprendió. Aunque asistieron a la conferencia unas 5,000 personas, todas estaban en silencio. Sentí que esta persona era genial. Nunca había visto a un orador tan experto en todo el país o incluso en todo el mundo. El Maestro no necesitaba mirar notas mientras daba la conferencia, como [lo haría] un orador o en un discurso inaugural presidencial. Su poder y prestigio eran extremadamente elevados, lo que lo diferenciaba de la gente común.

Cuando a la mañana siguiente desperté, me fue difícil abrir los ojos por una deslumbrante luz roja tras la ventana. Pensé que todos podían verla, pero mis compañeros de cuarto dijeron que no. Después me di cuenta de que la vi con mi tercer ojo.

Al tercer día el Maestro purificó mi cuerpo. Sin embargo, me perdí la cuarta conferencia porque tuve que correr a casa para atender algo. A la mañana siguiente, un domingo, se agregó una conferencia adicional. Llegué tarde y no fui a mi asiento para no molestar a los demás. Vi un lugar cerca del podio y me senté en silencio a escuchar la conferencia. Aproximadamente media hora después, Shifu pareció notarme y me miró. Mi corazón latía con fuerza y pensé: "Maestro, compré un boleto, pero estoy sentado aquí porque llegué tarde".

Ahora sé que, aunque tengo una buena relación predestinada con Dafa, tengo mala cualidad de iluminación. El Maestro dijo que los que tenían abanicos podían guardarlos. Seguí sosteniendo un gran abanico en mi mano y lo movía de un lado a otro. Era joven y trataba de competir en la sociedad común.

Tenía algunos pasatiempos como el Tai Chi, las artes marciales, la adivinación y la caligrafía. Mi objetivo era ser una persona poderosa entre la gente común. Estaba apegado a la fama y a los intereses y era muy competitivo. Sin embargo, la cultivación tiene como objetivo deshacerse de esos apegos, uno debe ser resuelto en la práctica y cultivar el habla. Al escuchar esto, quedé momentáneamente perdido, pensando que era joven y que no sería fácil abandonar todo de una vez. Una señora a mi lado dijo que con su tercer ojo vio pequeños falun (ruedas de la ley) por toda la habitación cayendo como copos de nieve sobre los practicantes. Sus palabras aumentaron mi confianza en la cultivación.

El Maestro nos pidió que nos levantáramos y pensáramos en nuestras enfermedades o en las de un familiar. Bondadosamente dijo: "Cuenta uno, dos, tres, golpea tu pie izquierdo y la enfermedad se irá y el cuerpo será purificado". En ese momento sentí mi cuerpo muy ligero. La señora que estaba a mi lado vio una gran bola de fuego caer sobre todos.

Cuando llegó el momento de enseñar la cuarta serie de ejercicios de Dafa, Shifu caminó alrededor y le pidió al instructor que me corrigiera cuando vio que mi movimiento no era apropiado. El Maestro cuidaba mucho que nadie se quedara atrás.

'La luz de Buda ilumina todo y rectifica todas las anomalías'

A mi suegra le dolía una pierna. Ella fue a algunas conferencias con mi hija, pero como no tenían boletos, me esperaban afuera. Después de una conferencia llevé a mi suegra al hospital pero el médico no encontró nada malo en su pierna. Mi suegra tenía curiosidad por saber cómo había desaparecido el dolor de su pierna después de su llegada a la ciudad de Harbin. Más tarde se dio cuenta de que el Maestra había purificado su cuerpo.

Después de la última conferencia la gente se levantó y salía lentamente. Estoy acostumbrado a estar activo, así que salí directamente del lugar para ver al Maestro de cerca. Esperé en el camino para ver al Maestro.

El Maestro caminó hacia nosotros sosteniendo su palma hacia arriba. Parecía alto y majestuoso, amable y solemne. Los practicantes frente a mí estrecharon la mano de Shifu, pero yo no. Sentí que no era digno de estrechar la mano de Shifu. Ya me sentía muy honrado que el Maestro pasara a mi lado.

Un practicante detrás de mí extendió su mano y tomó la mano de Shifu. No lo soltó a pesar de que el Maestro estaba a punto de entrar al auto. En este momento el auto del Maestro fue bloqueado por varios autobuses. Muy ansioso, di un paso adelante y les dije a los conductores de autobús que se apartaran rápidamente.

Ese día mi cuerpo y mi mente fueron purificados, mi nivel mejoró, mi cuerpo estaba liviano y sentía que estaba volando.

Han pasado veintisiete años, sin embargo, sigo viendo esta escena vívidamente.