(Minghui.org) Al principio de la pandemia, me abastecí de comida y necesidades diarias. Ahora viene la segunda ola de la pandemia. Los practicantes en mi área de nuevo están hablando de abastecerse de más comida.
Esto me recordó a un intercambio que leí recientemente. Se titulaba “La acumulación de alimentos es una indicación de la falta de fe” y el autor mencionaba cómo algunos practicantes de su área, él incluido, compraron una cantidad excesiva de comida para varios años y algunas cosas se pusieron mal.
El autor escribió: “Mi propio acaparamiento de alimentos y suministros era una manifestación de mi egoísmo, de querer protegerme de un hambre potencial y tener que estar sin muchas cosas. También reveló mi debilidad por no ser capaz de pensar de forma independiente basada en las enseñanzas del Fa, y también en dejarme llevar por la enloquecida multitud”.
Él se dio cuenta que “era crítico saber cómo hacer el mejor uso del tiempo durante esta pandemia para salvar a la gente”.
Vi que me pasaba algo similar al autor y no entendía claramente todo desde el punto de partida del Fa y no estaba siguiendo el estándar requerido para los cultivadores. No aproveché la oportunidad para elevar mi nivel y eliminar mis apegos.
La reciente discusión sobre si abastecerse de comida o no también me recordó a una enseñanza del Fa.
“Cuando alguien insiste obstinadamente en actuar de una determinada manera, entonces saca ventajas de otros y comete hechos malos. Por eso, en el xiulian se habla una y otra vez de seguir el curso natural, es justamente por esta razón, porque debido a tus esfuerzos puedes hacer daño a otras personas” (Zhuan Falun).
Si realmente hay escases de comida y si los practicantes compran comida de más, la comida se pone fea. Recuerdo que Shifu nos enseñó a atesorar la comida y nunca desperdiciarla. ¿No estarían haciendo algo malo los practicantes si al acumular comida causan que la gente común no tenga suficiente comida? ¿No generaría yeli a los practicantes?
Recordé la historia de un mendigo, cuya moraleja era que cuando uno puede soltar el interés propio, será bendecido por su corazón bondadoso.
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El mendigo había estado mendigando por años, pero no lograba almacenar casi nada. A la noche, vio una gran rata comiendo sus granos. Él le gritó: “¿Por qué no comes los granos de los ricos? ¿Por qué tienes que comer lo que conseguí mendigando?”. La rata dijo: “Solo te mereces esta cantidad de granos. Sin importar qué hagas, nunca tendrás más que un litro de esto”.
El mendigo preguntó: “¿Por qué es eso?”. La rata contestó: “No lo sé. Puedes preguntarle al fo”.
En su camino a buscar al fo, el mendigo paró en una casa para pedir comida. El dueño le preguntó por qué seguía viajando durante la noche. El mendigo le contó su historia.
El dueño le dio un montón de comida y dinero y le pidió que lo ayudara a hacerle una pregunta al fo. Su hija tenía 16 años y todavía no podía hablar. Él le dijo que quienquiera que hiciera hablar a su hija, podría casarse con ella.
El mendigo llegó a un templo y pidió algo de agua. Un monje con un bastón de lata le preguntó adónde se dirigía. El mendigo le contó su historia y el monje le también le pidió que le haga una pregunta al fo para él. El monje se había cultivado por más de 500 años, pero no podía alcanzar la perfección. Se preguntaba cuándo podría lograr la perfección. El mendigo aceptó.
Llegó a la orilla de un río y no podía cruzar. Una tortuga apareció y lo llevó hasta el otro lado del río. La tortuga también tenía una pregunta para el fo: por qué después de más de 1000 años de cultivación, no podía convertirse en un dragón y volar. El mendigo aceptó preguntarlo.
Un día, el mendigo estaba cansado y se durmió. En su sueño, vio al fo. El fo le dijo que solo tenía tres preguntas para hacer.
El mendigo pensó sobre ello y sintió que tenía que hacer las preguntas de los demás que eran más importantes que la suya.
Así que hizo la primera pregunta. El fo le dijo que la tortuga tenía 24 perlas nocturnas en su caparazón. Si podía soltar las perlas, se convertiría en un dragón.
El fo le dio la respuesta de la segunda pregunta y dijo que el bastón de lata del monje era muy precioso. Apenas lo apoyas en el suelo, sale agua cristalina. Si el monje podía soltar el bastón, podría volar al cielo.
Luego el mendigo hizo la tercera pregunta. El fo dijo, cuando la niña muda encuentre al hombre que ama, podrá hablar. Luego el fo desapareció.
En su camino de regreso, el mendigo llegó al río y compartió las palabras del fo con la tortuga. La tortuga se quitó el caparazón y se lo dio al mendigo. Luego la tortuga se convirtió en un dragón e inmediatamente voló.
Con las 24 perlas, el mendigo fue al templo y le pasó la respuesta del fo al monje. Este le dio el bastón de lata al mendigo e inmediatamente fue al cielo.
El mendigo fue a la puerta del dueño de la casa. Una niña salió corriendo y gritando: “¡El hombre que fue a hacerle preguntas al fo regresó!”. Su padre estaba sorprendido de que su hija había comenzado a hablar de repente. El mendigo compartió lo que había escuchado del fo. El dueño mantuvo su promesa e hizo que su hija se case con él.
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La tortuga no podría haberse convertido en un dragón si no soltaba las perlas. El monje no podría haber alcanzado la perfección si no dejaba ir su precioso bastón de lata. El mendigo soltó sus propias necesidades y puso los intereses de los demás primero. Terminó siendo bendecido.
Mi entendimiento es que si dejamos ir nuestra obsesión con apilar comida para prepararnos para la segunda ola de la pandemia y en vez ponemos los intereses de los seres conscientes primero que nuestra propia inseguridad sobre la comida, seremos bendecidos y no habrá problemas de comida. Sin ese apego, también seremos capaces de enfocar nuestra energía en salvar seres conscientes durante la pandemia.
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Categoría: Mejorándose uno mismo