(Minghui.org) Ver a padres con sus hijos haciendo juntos los ejercicios de Falun Dafa en los parques de China era algo común antes de que comenzara la persecución en julio de 1999. Esos niños tienen ahora 30 años. Desafortunadamente, algunos de ellos perdieron su ambiente de cultivación debido a la persecución, y eventualmente dejaron de practicar Falun Dafa.

Viviendo en una sociedad moralmente degradada, estos jóvenes se volvieron adictos al dinero, a la fama y a Internet. Sus padres se sienten indefensos y desesperados. Algunos de ellos se preocupan por el tipo de adultos en que se convirtieron sus preciosos hijos. Nuestro hijo es uno de esos jóvenes adultos, pero encontró su camino de regreso a la cultivación.

Los primeros años

Nuestros hijos son como espejos, y reflejan nuestro comportamiento. Antes del comienzo de la persecución, mi marido, nuestro hijo y yo íbamos al estudio del Fa grupal y hacíamos los ejercicios en el parque de nuestro vecindario todos los días. Nuestro hijo aún no sabía leer, pero ya podía memorizar muchos de los poemas y escrituras del Maestro Li (el fundador de Falun Dafa) en Hong Yin y Escrituras esenciales para mayor avance.

Nuestro hijo y sus amigos recitaban juntos los poemas de Shifu mientras jugaban. Gotas de sudor por el dolor, corrían a veces por su cara cuando hacía la meditación sentada. A veces le preguntábamos si quería detenerse. Siempre se negaba y terminaba el ejercicio. Su actitud nos inspiró a los adultos y nos animó a ser diligentes.

Nuestro hijo era el más joven de su clase y era frecuentemente acosado. A menudo volvía a casa con cortes y moretones. Nunca devolvió los golpes, y no nos dijo mucho acerca de haber sido acosado y herido.

Ambiente de cultivación destruido

Nuestro grupo de practicantes se separó después del 20 de julio de 1999, y perdimos el contacto con muchos de nuestros amigos. Algunos de ellos dejaron de practicar Falun Dafa por miedo a ser arrestados.

La cultivación en aislamiento no es ideal, pero persistimos.

Nuestro hijo estudiaba el Fa con nosotros. A veces se resistía, pero nunca nos dimos por vencidos. Mi esposo y yo creíamos que no importaba que, debíamos guiar a nuestro hijo a vivir su vida siguiendo los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia.

Nuestro hijo era un buen estudiante. Nunca le pegamos o le gritamos cuando cometía errores. En cambio, resolvimos los problemas basados en las enseñanzas de Shifu.

Sus años de adolescencia pasaron sin incidentes. Verdad, Benevolencia y Tolerancia se arraigaron en el corazón de nuestro hijo. Era un joven amable y generoso.

Siendo en parte nuestra culpa, nuestro hijo nunca estudió el Fa por su cuenta en esos años. Mi marido y yo siempre tuvimos que pedirle que se uniera a nosotros. Él tampoco hacía los ejercicios regularmente.

Una vez en la universidad, sin un ambiente de cultivación, se sumergió en la sociedad ordinaria, esto hizo crecer la distancia entre nosotros.

Edad adulta

Nuestro hijo viajó al exterior para realizar un estudio de posgrado. Esperábamos que se convirtiera en un practicante diligente una vez que estuviera fuera de China. Desafortunadamente, ese no fue el caso. Afectado por su nuevo entorno, empezó a ir tras el dinero y la fama.

Buscando dentro de nosotros mismos, nos dimos cuenta de que su problema se originó en nosotros. Nuestros apegos ocultos a presumir, a la fama y a la riqueza fueron algunas de las razones por las que lo enviamos al exterior. La exitosa carrera de nuestro hijo nos traería gloria.

Nuestro hijo se concentró en conseguir un alto salario y posición cuando buscaba trabajo. Era obstinado y tenía un alto concepto de sí mismo. Nos quedamos callados al comienzo. Después de que cambiara de trabajo por tercera vez en un año y se distanciara cada vez más de nosotros, supimos que algo iba mal.

Shifu me insinuó varias veces con que debía prestar atención a nuestro hijo. Estaba preocupada. Mi marido y yo decidimos pedirle que volviera a casa.

Vuelta a casa

Cuando regresó, se mostró frío con nosotros, a diferencia del agradable joven que conocíamos. No nos permitió entrar en su habitación. Pasaba los días en su habitación jugando a los videojuegos y mirando su teléfono. Se negaba a comer con nosotros, en cambio, salía para cada comida.

Aprendimos más sobre su vida en el exterior. Comía afuera todos los días. Su salario era alto pero se lo gastaba todo. Se quejaba de que era el más pobre de sus colegas. Más tarde nos dijo que casi cometió un gran error durante una relación con una mujer.

Mi marido y yo estábamos tristes. ¡Era un joven sencillo y guapo cuando se fue de casa! En pocos años, parecía sucio y descuidado. Su cara estaba hinchada y su expresión era hosca. Ni siquiera pudimos reconocerlo cuando lo recogimos en el aeropuerto.

Culpé a mi marido por ser vanidoso (debo admitir que yo también lo era), y que él animó a nuestro hijo a estudiar y trabajar en el exterior. Como resultado, nuestro hijo cambió y se puso peor. Deberíamos haberlo mantenido cerca nuestro.

Mi marido señaló que yo era una madre prepotente, que protegía a nuestro hijo de las dificultades de la vida.

Sabía que tanto mi marido como yo teníamos la culpa. La única forma de ayudar a nuestro hijo era dejar de lado nuestro apego al dinero y el sentimentalismo primero, y guiarlo de nuevo a la cultivación. Nos quedó claro que nuestro apego a las cosas en la sociedad ordinaria no eran importante en absoluto. Lo que debemos hacer es guiar a nuestro hijo de vuelta al camino de la cultivación, para que encuentre su verdadero ser.

¿Cómo hacerlo? Nuestro hijo nos dejó fuera. Le rogamos a Shifu que nos ayudara. Enviamos pensamientos rectos para eliminar cualquier interferencia. Esperábamos despertar su conciencia principal.

Gradualmente, la situación cambió. Se nos permitió entrar en su habitación, y él nos habló. Aproveché la oportunidad para decir todo lo que había querido decirle: cómo me convertí en practicante, nuestros recuerdos de él como pequeño practicante, la persecución a Falun Dafa, nuestra misión como practicantes y la gran esperanza de Shifu para los jóvenes practicantes.

¡Él escuchó! Vi la esperanza en sus ojos. Sentí la presencia de Shifu. Nuestra relación ya no era de madre e hijo; nos hablábamos como practicantes.

Todo cambia

Las lágrimas corrieron por su cara cuando nuestro hijo hizo la postura de estaca parada Falun (el segundo ejercicio) por primera vez en años. Me dijo que quería seguir a Shifu. Shifu le insinuó por qué vino a este mundo, y lo animó a ser diligente.

Se convirtió en un practicante maduro, y ya no dependía de nosotros para recordarle que estudiara el Fa o hiciera los ejercicios.

Al crecer como hijo único, estaba acostumbrado a ser atendido. Sus cambios fueron radicales después de que se convirtió en un verdadero practicante. Hacía las tareas domésticas sin que se le pidiera. Ya no era quisquilloso con la comida, comía todo lo que se ponía en la mesa. Era menos derrochador y más cuidadoso.

Nuestro hijo cuidó de su abuelo postrado en cama. Lavó y limpió al anciano. Incluso cocinó para él y le cambió su chata. Compró la comida que le gustaba a su abuelo y le dio de comer. Terminó las sobras de su abuelo. También estudió el Fa y escuchó las enseñanzas de Shifu con su abuelo.

En el pasado, a menudo se alejaba de los ancianos, porque decía que tenían "olor a ancianos". Nunca comió sobras. Nuestros parientes se emocionaron hasta las lágrimas cuando vieron lo atento que nuestro hijo se había vuelto con su abuelo.

Todos los días, después de cenar, estudia el Fa, hace los ejercicios y envía pensamientos rectos. Se levanta a las 3 de la mañana para hacer los ejercicios matutinos.

Además de leer y memorizar Zhuan Falun, Hong Yin y Escrituras esenciales para mayor avance, ha leído cada uno de los libros y artículos de Shifu dos veces.

También aprendió a buscar en su interior y a cultivarse. Ya no es terco, está dispuesto a escuchar las críticas y a corregir sus errores. Ya no está atado al dinero o a un título de trabajo, está satisfecho siempre y cuando el trabajo le dé tiempo suficiente para cultivarse y cuidar a su abuelo. Dice que la cultivación está por encima de todo.

Mi experiencia

En el proceso de ayudar a mi hijo, me di cuenta de que solo podemos ayudar a los demás cuando nos volvemos diligentes nosotros mismos. Solo el poder del Fa y el apoyo y la ayuda de Shifu pueden cambiar a una persona.

Tuve que dejar mi sentimentalismo y enfrentar a mi hijo con compasión.

El Semanario de Minghui y los programas de radio de la página web de Minghui ayudan a mi hijo enormemente. Los artículos para compartir son invaluables tanto para los nuevos practicantes como para los veteranos.

Nuestra familia es ahora un pequeño grupo de practicantes. Hacemos las tres cosas juntos.

Nuestro hijo ha empezado a buscar a otros jóvenes practicantes que conoció en su infancia. Quiere ayudarlos a encontrar el camino de regreso a la cultivación.